Libertad!

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domingo, 30 de marzo de 2008

El elemento vasco en la historia de Venezuela.

Familias vascas en Venezuela desde la colonia hasta la primera mitad del siglo XIX.
Arístides Rojas.
Caracas de Antaño.
Algo para recordar.

El elemento vasco en la historia de Venezuela forma parte de una de las nueve narraciones históricas que constituyen el libro de Arístides Rojas (1826-1894) titulado Estudios históricos: orígenes venezolanos, publicado en el año de 1891. Este estudio fue la ofrenda que presentó la Universidad Central de Venezuela al Libertador, el día de la inauguración de su estatua ecuestre, el 7 de noviembre de 1874. El Instituto tuvo a bien laurear al autor, quien dedicó su trabajo al ilustrísimo señor don Miguel Rodríguez Ferrer (1815-1889), autor del libro Los Vascongados. La dedicatoria fue honrada con la siguiente contestación (fragmentos):
Madrid: 24 de enero de 1875,
Señor don Arístides Rojas
Con la sorpresa del agrado, y también con la de la honra, he recibido, por conducto de los señores D.J. y P.V. el precioso opúsculo que usted ha publicado en Caracas cual ofrenda de esa Universidad para cierta fiesta nacional. Lo he leído con afán y pronto he visto cómo sobresalen en él, no sólo sus conocimientos históricos, sino una crítica tan reposada y serena (no común en semejantes escritos), por todo lo que me apresuro a tributarle el mérito de su justicia y el abandono de su pasión. Usted proclama en sus páginas la influencia moral que han tenido los vascos en esa particular patria, como hombres de moralidad y trabajo. Pero al reconocerlo así, lógico es admitir también la no menos santa que tuvo esta metrópoli con tales hijos y los demás de sus provincias para roturar esos desiertos, para cultivar esos campos, multiplicar esos cuerpos, levantar sus monumentos civiles y religiosos, y enviar exploradores españoles que, como usted mismo dice,"debían servir de sólida base a las lucubraciones del gran Humboldt".

En la preparación de la obra, Arístides Rojas apelo a la erudición de un distinguido escritor español don Antonio Trueba (1819-1889), que versado en cuestiones de orígenes históricos, podían conducirnos hasta las fuentes más remotas de la familia Bolívar, Trueba con gallarda cortesía, supo corresponder a lo exigido, con un estudio que versa sobre los orígenes de la familia Bolívar, en la bella región de España que bañan las olas del mar Cantábrico.
En su libro Venezuela y los Vascos. Estudio de don Antonio de Trueba, publicado en la Ilustración Española y Americana, dos años más tarde (1786) dice lo siguiente (fragmentos):
"Cuando aparece en la América latina un libro en castellano correcto y puro, y no viciado con los galicismos indisculpables y los modismos locales mucho más digno de disculpa, que por regla general se advierten en la literatura moderna de aquellos países, cuando este libro tiene por principal objeto la resolución de cuestiones históricas que interesan lo mismo a los americanos que a los españoles, cuando su autor, a la par que de un gran fondo de instrucción, de buen gusto literario y de sano y profundo criterio, ha hecho noble alarde de otro gran fondo de imparcialidad y aun de amor al pueblo que llevó la fe religiosa, el idioma y la civilización a América …"
Este escrito de don Antonio de Trueba, junto al de don Miguel Rodríguez Ferrer, refleja el concepto que tenían los hombres cultos de la Madre Patria sobre don Arístides Rojas, en esa época.

En 1907 José María Rojas publicó en Paris Obras Escogidas de Arístides Rojas (I. vol. Granier Hnos) donde destaca en orígenes venezolanos El elemento vasco en la historia de Venezuela. Luego la Editorial América publicó en Madrid un volumen (1919) bajo el título de Capítulos de historia colonial de Venezuela, donde aparece el estudio El elemento vasco en la historia de Venezuela. Recientemente la Editorial Los Libros de El Nacional en su vol # 47 publica nuevamente Orígenes venezolanos, y el editor hace una descripción de Arístides Rojas que reafirma en forma clara, lo que ya se ha dicho de este gran escritor: "Creó un concepto singular de Libros de historia, con la ingeniosa mezcla de realismo histórico y recreación literaria que caracteriza su obra".

El artículo consta de tres partes, reproduzco textualmente la primera parte por ser imposible fragmentarla motivado a que perdería su valor y belleza literaria, la segunda y tercera parte la resumo comentando y citando los fragmentos más destacados.

Primera parte.

Hay un pueblo cuya historia remonta a la noche de los tiempos; cuyos hábitos, tradiciones y lenguaje no se han perdido al través de los cataclismos humanos; cuya nacionalidad, como un fuero de los antiguos privilegios, se ha conservado en el transcurso de los siglos, después de luchas sangrientas y de episodios sublimes que los anales del mundo registran, como los puros blasones de la raza primitiva que pobló en remotas épocas el suelo ibero. Ese pueblo es el vasco.

Indómito, guerrero, generoso y altivo, con sus tradiciones seculares, con sus costumbres austeras, con sus luchas escritas con la sangre de sus hijos en las rocas de sus montañas, él representa en todos los tiempos de la historia, a la luz o a la sombra, la nacionalidad por excelencia, la independencia sin trabas, el espíritu de la libertad civil y de la voluntad popular.

Al levantarse los pirineos, límite de los dos pueblos a quienes por muchos años debía de pertenecer el imperio del mundo, se formo el Golfo Cantábrico, donde el Océano Atlántico está rechazado por una masa de rocas que se opone desde entonces a la conquista de las aguas. La naturaleza parece que destinaba esta región inaccesible, pobladas de picos almenados, de riscos y sitios escondidos, para último baluarte de la raza oriental que, en sus excursiones al Oeste , debía poblar, en los primitivos días de la historia del hombre, el suelo ibero. En aquel baluarte de trincheras inabordables debía reposar el vasco indómito, después de su peregrinación de siglos para fundar los gérmenes de esa civilización que se conserva aún a pesar de la labor de los siglos.

¿Cuál es la cuna de ese pueblo sin mezcla que ha resistido a la acción absorbente del tiempo, que domina la Nación española, que combate desde su origen, y que altanero levanta su erguida frente a la alturas de sus Pirineos para decir a cada generación que viene: "Soy tan antiguo como el mundo". Buscadlo en las regiones del Cáucaso donde vivieron los antiguos iberos del Asia; seguidlo en sus excursiones de este a oeste en las regiones de Europa y contempladlo finalmente en los declives del Pirineo Occidental a orillas del mar Cantábrico, su última estación. Ahí está, después de haber rechazado el yugo de Cartago y de Roma. Cuando Pompeyo lo somete en parte y Augusto lo abandona; cuando la Europa sucumbe ante la ciudad de Tíber, el vasco se inclina aparentemente ante el vencedor, como para rendir su homenaje a la gloria. Lucha después con el celta, con el visigodo, con el sarraceno, y orgulloso de sus triunfos tramonta sus cordilleras y se establece en el antiguo país de Ausai donde funda la Gascuña francesa y domina pueblos extranjeros. Desde entonces, está sólo, incrustado en el suelo de España, e independiente y libre, porque ante que español el vasco es vasco. Cuando llega el derrumbe de los antiguos privilegios y la pluralidad de los reyes desaparece como fantasmas que se evaporan; cuando cada reino de la España caballeresca se hunde en el polvo con sus fueros, sólo el vasco, que tiene sus montañas por broquel y el océano inmenso que le pertenece por campo de conquistas, se pone en pie para conservar en toda su plenitud su historia de siglos. "Debéis saber que nosotros datamos de mil años atrás", decía un Montmorency a uno de los vascos. "Y nosotros, respondió el vasco, nosotros no datamos".

Pero lo que más sorprende, no es tanto su amor a la libertad, su altivez, su carácter, como su lengua que ha podido conservar después de tantos siglos. Con raíces semejantes en todos los pueblos de uno a otro extremo de la tierra, la lengua vasca es única; y derívese de las lenguas célticas, de las tártaras o de las fenicias, ella es el tormento de los etnólogos que aún no han podido descifrar el enigma. La lengua vasca, como el pueblo que la habla, parece ser un extranjero en el suelo de España.

El vasco es la nacionalidad triunfante: es el Araucano de los Pirineos, siempre vigilante, siempre atento al rugido de la tempestad. No hay aldea, no hay roca, no hay árbol que no haya sido testigo de sus proezas desde las más remotas épocas. Diecinueve siglos han pasado, y ahí está como atalaya del mar Cantábrico, inmutable, sereno y temible en su lucha, si ve en peligro su nacionalidad y sus fueros, que él está dispuesto a sostener a costa de la sangre de sus hijos. ¿Quién nos contara la historia de aquella madre que prefiere sacrificar a su hijo ante que dejarle prisionero en la garras del romano? ¿Quién nos relatará la historia de aquel padre que ordena la muerte de uno de los suyos para salvar a sus primogénitos encadenados? Cuando en Aljubarrota el rey Don Juan se ve cercado de enemigos y en momento de sucumbir, un vasco se apea del caballo que monta y se lo presenta al soberano para que escape, y poniéndose de blanco a los enemigos y ofreciéndose como víctima, salva con su vida la del Monarca.

¡Cómo podríamos multiplicar los ejemplos de heroísmo patrio y de abnegación sublime de este pueblo sin rival para quien su independencia es su talismán y su gloria! Cuando suena la trompeta guerrera y el estandarte de Castilla flamea en las altas cimas, todas las aldeas echan a vuelo sus campanas, y como hilo telegráfico, el sonido va anunciando de pueblo en pueblo la hora del peligro. Entonces las familias se aprestan al combate, estremécense las montañas y se ven desfilar, por los collados inaccesibles, legiones humanas que solicitan el sacrificio; el movimiento bélico es entonces la vida de esos pueblos del mar Cantábrico, y los apóstoles de la nueva cruzada, como los antiguos vascos reunidos bajo la sombra del viejo árbol de Guernica, evocan los recuerdos de lo pasado y alientan con su ejemplo la falange joven que deja el arado por los arreos del militar.

¿Quién ayudará a los nuevos combatientes? ¿Quién los socorrerá en sus horas de peligro? Están solos; pero tienen por escudo la gloria de sus progenitores, por divisa su nacionalidad, y por retirada sus montañas. La memoria no los abandona, y al registrar las páginas inmortales de España recordarán que el vasco que el vasco pertenece a todas las glorias y a todos los lugares. Recordarán que estuvo en las Navas de Tolosa, y en el Salado, y en Lepanto. Vasco es el que vence a Carlo Magno en Roncesvalles y vasco el que conduce la enseña glorioso en el puente roto de Castilla. El vasco figura en los muros de Gibraltar y en los de Granada; vasco, en fin, es el que hace prisionero a Francisco I en los muros de Pavía.

Sacadlo del campo de batalla, y lo encontraréis como el primer explorador de la ballena en los mares de Groenlandia y de Terranova, y conocedor de todos los océanos. Dueño del mar Cantábrico, fueron ellos los que inspiran a Colón el descubrimiento de América, y cuando el celebre genovés endereza sus naves en dirección del nuevo Mundo, vascos le acompañan. Bien merecían seguir en solicitud de América los dominadores de las olas, los roedores del mar, como los llama Michelet. Otro hubiera sido el destino de aquella "armada invencible" de Felipe II, si los almirantes vascos que la mandaban no hubieran sido retirados para confiarla a un almirante de Castilla. Cuentan que cuando éste, consternado y abatido, se presenta delante del Monarca, "Duque, le dice el Rey, yo os lo había enviado a pelear contra los ingleses y no contra los elementos".

El pueblo vasco ha tenido hombres notables en todos los episodios de España, en todos los países del globo. Vasco hubo en el descubrimiento de América, y en las conquistas de España en Asia, vasco finalmente es aquel Sebastián de Elcano, el primero que da la vuelta al mundo. Compañero de Magallanes, a él sólo estaba reservada la gloria de llevar en sus armas aquella divisa que le concedió el Rey: Primun me circumdedisti. Ninguna gloria más completa para España, que ser la primera en dar la vuelta al mundo que ella acababa de complementar con el descubrimiento de América.

¡América! Hemos escrito este nombre tan glorioso en toda época ¡Cuánta honra para España y cuánta honra para los vascos que tuvieron parte en la conquista y continuaron después en la colonización del continente! No es sólo en Perú y en México donde el vasco se inmortaliza con sus hechos. Existe también una hermosa sección del continente, done a las aventuras dramáticas se hermanan las ideas civilizadoras; donde numerosas familias de origen vasco se conservan como heredera de grandes virtudes cívicas y privadas, y donde la más pura gloria irradia sobre España de una manera admirable. Nos referimos a Venezuela.

He aquí el tema de este estudio: el elemento vasco en la historia de Venezuela, en nuestra conquista y en los días de la Colonia; la virtud austera en el corazón de nuestros hogares; el elemento vasco como heredero de los grandes hechos, contribuyendo a la emancipación de Venezuela, a la celebridad de sus hombres, a la independencia y sostén de la patria y a la gloria inmortal del primero y más grande de sus hijos.

Al terminar aquí la primera parte de su narración, Don Arístides Rojas agrega un apéndice bastante completo sobre la "Oveja Negra" que nunca puede faltar, el cual fue El Tirano Lope de Aguirre. Dado que no es la esencia de este maravilloso trabajo, tal como lo da a demostrar el autor, pasamos a reproducir fragmentos de la segunda y tercera parte de esta narración.

Segunda parte (fragmentos)

Arístides Rojas comienza esta parte, haciendo énfasis en la "Compañía Guipuzcoana", dice lo siguiente: La Compañía Guipuzcoana que a principio del siglo XVIII, siembra los gérmenes de la riqueza venezolana e interviene durante media centuria, como principio político, en la suerte de Venezuela. La Historia será siempre justiciera para conceder a los vascos establecidos en Venezuela la gloria de haber sido los primeros innovadores y los verdaderos creadores de la industria agrícola. Más adelante comenta que era la primera aristocracia mercantil fundada en el Nuevo Mundo. Pero no fue sólo en el cultivo de la tierra y en el incremento del rebaño donde ostentó el vasco su pujanza. Puerto Cabello, refugio de los piratas, sitio de chozas de pescadores, por donde se efectuaba el comercio clandestino, se transforma de pronto, y el vasco, construyendo hermosas casa y almacenes espaciosos, hace de un lugar despreciable el primer puerto de Venezuela: desde entonces data su importancia mercantil. No fue Puerto Cabello el único pueblo que estos levantaran; en los ricos y pintorescos valles de Aragua, las aldeas ascendieron al titulo de villas, y caseríos que apenas eran chozas pajizas, en la dilatada zona de bosque que se extiende desde el lago de Valencia hasta la orilla del Portuguesa y del Apure, recibieron el impulso asombroso que debía convertir regiones selváticas en centro de movimiento y de lucro.

A pesar de tantos males como se imputan a la Compañía Guipuzcoana, produjo bienes inestimables. Los escritores que tan mal la juzgan no se remontan a las causas políticas y naturales que imposibilitaban a España a entrar de lleno en el camino de las sabias reformas. Al juzgar el elemento vasco durante los cincuenta años que dominó a Venezuela, participamos del juicio formado por uno de nuestros más distinguidos publicista:

"La Compañía Guipuzcoana a la que tal vez podrían atribuirse los progresos y los obstáculos que han alternado en la regeneración política de Venezuela, fue el acto más memorable del reinado de Felipe V en la América. Sean cuales fueren las increpaciones que dirigió la opinión del país contra este establecimiento, no podrá negarse nunca que él fue el que dio gran impulso a la idea que planteó la conquista, y organizó el celo evangélico. Los conquistadores y los conquistados reunidos por una lengua y por una religión, en una sola familia, vieron prosperar el sudor común con que regaban, en beneficio de la madre patria, una tierra tiranizada hasta entonces por el monopolio de la Holanda"
Andrés Bello: Recuerdos de la historia de Venezuela.

Tercera parte (fragmentos)

En esta última parte, Arístides Rojas resalta a la familia vasca desde la fundación de la Provincia de Venezuela, y refiere que con un vasco, el mariscal Emparan, termina en aquel memorable día (19 de abril de 1810) la larga serie de capitanes generales que, desde Alfínger en 1528, se había sucedido sin interrupción por espacio de tres siglos. Comenta la entrada en la sala capitular del canónigo Madariaga, de origen vasco: carácter definido, audaz, hombre de acción, que deshace con sus palabras todas las promesas de Emparan y lleva a feliz término los acontecimientos iniciados. Así comienza la Revolución de 1810.
Narra en forma magistral la ascendencia vasca del Libertador, y todos los lugares del País Vasco que llevan el nombre de Bolívar. En el caso de los nombres vascos, como dice Don Antonio de Trueba: " El apellido bolívar, que es clásicamente éuscaro equivale a Pradera de molino , como compuesto de bol , radical de bolu, bolu-a, molino, y de ibar, ibarr-a, pradera, la pradera"
Bolívar se escribe con b la última sílaba y no con v, porque la v, es puramente latina y extraña al éuscaro. Recuerda al vasco que salvará a Bolívar en los momentos de peligro: Francisco Iturbe, se presentará a Monteverde y exigirá el pasaporte para el vencido de Puerto Cabello. Era Iturbe uno de aquellos espíritus rectos, pacíficos y pundonorosos, de nobilísima alma y para quienes la amistad es culto.

"He aquí el más grande de los descendientes vascos en ambos mundos"

Familias vascas en Venezuela desde la colonia hasta la primera mitad del siglo XIX.

Entre las familias de origen vascongado que hay en Venezuela, la más antigua parece ser la de Bolívar (1588). Inserta una lista de patronímicos vascos con sus significados en español que datan de los siglos XVI, XVII y muchos del siglo XVII, en los días de la Compañía Guipuzcoana, 1730 a 1780: otros pocos pertenecen a la primera mitad del siglo XIX. Al publicar esta lista. Don Arístides Rojas da las gracias al señor don J. M. Echeverría, vicecónsul de la nación española en Puerto Cabello, quién tuvo la cortesía de corregir y ensanchar la lista que fue sometida a su examen.

Patronímicos Significado en español
Aguerrevere o Aurrevere Quemar eso arriba también
Aguirre o Auerre Quemar eso
Albizu o Albezu Si le es posible
Altuna Lo posible
Alustiza Parece que es así
Alzuru (corrupción de Aitzburu) Cabeza de peña
Amiana o Arriana Araña
Amundarai (contracción de Amaondara) Al lado de la madre
Anzoátegui o Aunzategui Lugar de las cabras
Anzola (corrupción de Anzuela) Que tenían allá
Arambarri Ciruelo nuevo
Aramburu Cabeza de ciruelo
Aramendi He allí el monte
Aranguren Antojadizo de ciruela
Aranzadi Lugar de abrojos
Aranzamensi Monte espina (espinar)
Aranzazu Tu en las zarzas
Arbide Camino de piedra
Arguindegui o Argiendegui Hágase la luz
Arismendi Monte de robles
Aristeguieta Lugar de robles
Ariza Roble
Arostegui Carpinteria
Arrameide o Arraibide Camino del pescado
Arrechedera He ahí casa hermosa
Arregui Paraje de gusanos
Arrieche Casa de piedras
Arrieta A las piedras
Arriaga Pedregal
Arrillaga (de Arriaga)
Arrobarrena Fanfarrón para dentro
Arteaga Rama de encina
Ascune Tiene mucho
Aurrecoechea Casa de enfrente
Azparren Mediante la hermana
Baraciarte Entre la huerta
Barrenechea Casa de adentro
Berrío De nuevo
Berrizbeitia Otra vez abajo
Berroterán (Berrateran) ¿si será el mismo?
Betesagasti Siempre manzanal
Bolívar. Pradera de molino
Cegarra ¡Qué llama!
Cosgaya ¡Qué proyecto!
Chapellin Fabrica de sombreros
Echeandia Casa grande
Echeazu A tu casa
Echegarai Galán de la casa
Echegarreta Casa a las llamas
Echenagucia Amo de casa
Echenique No tengo casa
Echezuría Casa blanca
Echeverría Casa nueva
Egui Verdad
Eguzquiza Debajo del sol
Elitzecheaa Casa de la iglesia
Elizalde o Eleizalde Hacia o cerca de la iglesia
Elizondo Junto a la iglesia
Erazo Bebed
Erroteverea Propietario del molino
Escurra Bellota
Escute Escondido
Espelosín. Hecho de astilla
Esquiaga No es humo de palo
Galárraga Palo o vara
Garaicoechea Casa de la victoria
Garmendia (Garramendian) Llama en el monte
Gasteloarena Del castillo
Gavarain (Gavaorain) Es de noche ahora
Goenaga Estoy arriba
Gogorza Rigor
Goicoechea Casa de arriba
Goiticoa El de arriba
Gori (Gorri) Colorado
Gorrochategui Lugar para sordos
Gorrondona Lo mejor es ser sordo
Guruciaga. Cruz de palo
Herrequena Del riachuelo
Ibarra Valle o pradera
Ibarrolaburu (contracción de Ibarra) Jefe de la ferrería del valle
Illaramendi Monte de las arvejas
Insaustri Nogal
Insurrazi Hágase con frecuencia
Iradi Tu pariente
Iraegui Verdadera ciudad
Iriarte Hasta la ciudad
Iribarren o Uribarren Urbano
Irigoyen o Urigoyen Ciudad de arriba
Isava Tía
Isturi o Ish
Iturbe (por Iturrigaba) Sin fuente
Iturbide Camino de la fuente
Iturralde Hacia la fuente
Iztueta Y tiene palabra
Jáuregui o Jáuregui Demasiado señor
Llanda Heredad
Landaeta A las heredades
Larrain De las zarzas
Larralde Hacia la zarza
Larraiscan Oferta dezarza
Larrazábal Zarza ancha
Lecumberri Lugar nuevo
Lecuna Buen lugar
Legorburu Cabeza seca
Leiziaga Casa de Leiza
Lizarraga Rama de fresno
Loiznaz. Soñoliento
Madariaga
Martiarena De Martín
Mendía Monte
Mendiri Al monte
Michelena De Miguel
Miquelarena De Micaela
Mujica (Múxica) Durazno
Olaechea Casa de madera
Olaisola Así es la palabra
Olavarría Tabla nueva o ferretería nueva
Ortiz (Ortie) De ahí
Otamendi. Monte de argoma
Ovarzábal u Olazábal Cama ancha
Sagarzazu Toma la manzana
Salaberría Sala nueva
Sarría (contracción de Suarria) Pedernal
Sistiaga
Sorazábal Heredad ancha
Sorondo Junto a la heredad
Ucelay-Urcelay Pradera con agua
Ugarte Isla
Unda ¿dónde está?
Urbina De dos aguas
Urdaneta En todas las aguas
Uriarte Hasta la ciudad
Uribe (por Urigabe) Sin agua
Urosa Agua fría
Urrecheaga Casa de avellanos
Urristazu Agua de mar
Urroz (Uroz) Agua fría
Urrutia Lejano
Uzcátegui Lugar en que se niega
Uztariz Abundancia de yugos
Veitía Abajo
Veracoechea Casa de abajo
Vizcarrondo Junto al hombro
Zabala Ancho
Zabaleta Y es ancho
Zaldua Vendido
Zárraga Palo viejo
Zubiburu Cabeza de puente
Zubillaga Puente de ramas
Zuloaga Hueco de la rama
Zuloeta A los agujeros
Zumeta Al lugar de mimbres

Para concluir, Arístides Rojas hace el siguiente comentario: De un pueblo de esclavos no salen los hombres de la revolución de 1810 a 1830, ni los ingenios que figuraron al frente de nuestros comicios y asambleas, ni los adalides que lucharon y vencieron en los campos de batalla. Ni el odio ni la venganza debía interponerse entre España y América, sino el océano, límite natural entre dos pueblos que conservan para uno y otro mundo iguales tradiciones, lenguajes, costumbres y comunes gloria. Lo que España había realizado en el siglo XV, lo complementaban sus descendientes en el siglo XIX: elocuente corolario de aquella época inmortal. La familia era la misma, pero en regiones distintas.

Bolívar es también gloria de España. Mengua hubiera sido entregarse al extranjero, a nuevos invasores que hubieran ahogado al trabajo de tres siglos, haciendo desaparecer raza, costumbres, lenguaje y tradiciones. Pertenecía a América continuar la obra y conservar la historia de la familia.


Elaborado por Gerónimo Alberto Yerena Cabrera, para la sección Caracas de Antaño del Blog Venezuela Libre .
Dedicado a todos los vascos que han vivido, o aún viven en Venezuela.
Correo: yerena.gerónimo@gmail.com.
Caracas 30 de marzo 2008

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