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lunes, 5 de mayo de 2008

Leopoldo Calvo Sotelo


Un estadista
JUAN ANTONIO ORTEGA DÍAZ-AMBRONA 05/05/2008

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Leopoldo Calvo-Sotelo ha sido, en la democracia española, un presidente del Gobierno singular. Fue quien ejerció la Presidencia por un periodo más breve (1981-82), tras la conmoción de la dimisión de Adolfo Suárez; el único de investidura exclusivamente parlamentaria, sin haber presentado su candidatura a elecciones generales; sólo él tuvo que hacer frente de modo perentorio e inmediato a las consecuencias de un intento de un penoso golpe de Estado.
Honores de Estado para despedir a Calvo-Sotelo
Tenía un agudo sentido del humor, fino ingenio y amor a nuestros clásicos
Fue también el más "europeo" de nuestros presidentes, quiero decir, con personalidad más homologable a la de un presidente francés o un canciller alemán. Dotado de una preparación e inteligencia sobresalientes se distinguió además por su profesión, ingeniero de Caminos, -y de los antiguos- por haber tenido protagonismo en la empresa privada -antes y no después de su presidencia- y por otros rasgos sorprendentes para quien no le conocía, como un agudo sentido del humor, fino ingenio, elegante pluma, sensibilidad para la música, amor a nuestros clásicos y admiración por Quevedo. Además, era gallego y ejercía.
Yo tuve el honor de sentarme bajo su presidencia a la mesa del Consejo de Ministros y aprecié siempre en él, aparte de lo antedicho, su honradez, su expeditiva capacidad de decisión, su aguante ante la adversidad y su modo directo de comportarse sin dobleces ni disimulos.
Ahora que todos sus amigos lamentamos su muerte estoy seguro de que cuando la historia le juzgue con perspectiva, llegará a la conclusión de que la trayectoria de Leopoldo Calvo-Sotelo ha sido la de un estadista y que su proyección política es de mucho mayor alcance que su breve mandato.
La preparación del ingreso de España en el Mercado Común debe mucho a su esfuerzo sólo bien conocido por historiadores. Él tuvo por cierto, antes que muchos otros, que ese paso tenía como requisito previo la entrada de España en la OTAN, decisión que adoptó a costa de su popularidad y que nadie rectificó. A él se debe también, junto con Alberto Oliart, el hilván de todos los delicados pasos que llevaron al juicio y condena de los golpistas, asunto que resultaba peliagudo visto de cerca y del que ahora tenemos poca conciencia.
Otras opciones políticas de Calvo-Sotelo tomaron una dirección que el tiempo ha respaldado, como la creación de canales privados de televisión, muy combatida a la sazón por los socialdemócratas de UCD. Y también en el plano del diálogo social pocos recuerdan la culminación en tiempos difíciles de un Acuerdo Nacional de Empleo pactado con empresarios y sindicatos. También está en su haber, aunque recibiera tantas críticas y el juicio adverso del Constitucional, en unos tiempos en que todos los magistrados eran independientes de las fuerzas políticas, su pacto con el Partido Socialista sobre el desarrollo del proceso de desarrollo autonómico.
Las decisiones de Leopoldo no fueron siempre populares ni exentas de aspectos criticables. Pero todas fueron adoptadas con la altura de miras de un auténtico estadista. Socavado en la UCD, no se sabe si más por la plataforma moderada, que decía apoyarle y andaba ya planeando su pacto con Fraga, si por los socialdemócratas, que preparaban su entrada en el PSOE o si por los centristas del CDS, Leopoldo dejó la Presidencia a Felipe González con elegancia y tras un proceso de transmisión de poderes ejemplar.
Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona fue ministro de Educación con Leopoldo Calvo-Sotelo.
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La muerte de Leopoldo Calvo-Sotelo FRANCISCO BUSTELO
El primo Poldo

No haber sido un presidente más longevo le dejó cierto sinsabor
Antes de evolucionar hacia el centro, nunca fue franquista acérrimo ni persona intransigente, pero sí claramente de derechas. Recuerdo oírle decir en los años cuarenta que los principios del 18 de julio eran intocables. Fue juanista, de los de don Juan de Borbón, y un buen día llegó a casa de mis padres donde almorzaba todos los domingos con las gafas rotas tras una pelea con falangistas.
Su adolescencia no fue fácil al morir en 1932 su padre, brillante Letrado del Consejo de Estado y hermano del que luego sería el "protomártir", dejando en poca holgada posición a una familia numerosa de la que él era el único varón. Nuestro común abuelo Ramón Bustelo, banquero y político liberal, se arruinó durante la guerra y poca cosa dejó salvo la casa solariega de Ribadeo. Estimulado y ayudado por mi padre, que era de esa profesión, eligió la larga y difícil carrera de ingeniero de caminos, en cuya escuela ingresó con el número uno, entonces toda una hazaña, y en la que acabó también con el número uno. Me llevaba poco más de seis años y como conviví con él largas temporadas, le profesé la mucha admiración que se tiene hacia un hermano mayor fuera de lo común. No sólo fue un estudiante muy destacado sino también gran aficionado a la lectura, la poesía y el piano. Gracias a él leí a Machado y aprendí a apreciar a Brahms. Como ha reconocido el hijo de Adolfo Suárez, ha sido el presidente de la democracia intelectualmente más preparado y, añado yo, con mucho, el más culto. Ahora me vienen a la memoria minucias que lo acreditan. Una vez, ayudándome en los deberes escolares, me dibujó de memoria en el mapa de España el trazado exacto del río Tiétar, lo que hoy todavía me deja impresionado.
Luego la política nos separó y en la Transición se me achacó la frase, que si la dije, siento haberlo hecho, por ser del todo inexacta, de que "Ahora que es demócrata, se puede hablar con el primo Poldo". A decir verdad, siempre se pudo hablar con él.
Se ha dicho que era altanero, lo que le restaba simpatías, pero no lo era en el trato familiar y cercano. Irónico sí lo era y mucho, a veces acerbo, y quizá eso no le hizo muy popular. Sólo en una ocasión me disgusté con él, aunque no por cuestiones ideológicas, por las que siempre discrepamos y nunca reñimos; fue cuando en su libro Pláticas de familia criticó, a mi entender de modo injusto, a mi madre, "la tía Carlota", en un tiempo inmerecidamente famosa por sus supuestas influencias en la vida política y económica.
En perspectiva histórica, Leopoldo Calvo-Sotelo quedará como una de las personas principales de aquella UCD que contribuyó a que llegara la democracia, sacrificándose incluso en el empeño. Pudo haber sido un empresario de pro, pero le picó el gusanillo de la política, cualidad o defecto frecuente en las familias Calvo-Sotelo y Bustelo. Tenía la satisfacción de haber hecho historia y algo de sinsabor por no haber sido un presidente de Gobierno más longevo y por las críticas que se le hicieron entonces y después, inevitables como son en política, tanto más si no se figura entre los grandes triunfadores.
Cuando llega el momento de la despedida, no sólo familiares y amigos le lloran. Todos los demócratas, incluidos los de izquierda, debemos manifestar nuestro agradecimiento.
Francisco Bustelo ha sido dirigente del PSOE y de Izquierda Unida.
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Leopoldo Calvo-Sotelo
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Leopoldo Calvo-Sotelo

74º Presidente del Gobierno de España2º del periodo de la Constitución de 1978
Período
25 de febrero de 19811 de diciembre de 1982
• Partido político
Unión de Centro Democrático (UCD)
• Predecesor
Adolfo Suárez González
• Sucesor
Felipe González Márquez
Nacimiento
Madrid España, 14 de abril de 1926
Fallecimiento
Pozuelo de Alarcón, Madrid, 3 de mayo de 2008
Profesión
Ingeniero de caminos
Cónyuge
Pilar Ibáñez-Martín Mellado
Para el otro político español véase José Calvo-Sotelo.
Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo (Madrid, 14 de abril de 1926 - Pozuelo de Alarcón, Madrid, 3 de mayo de 2008), I marqués de la Ría de Ribadeo y Grande de España, Caballero de la Orden de Carlos III, Defensor de Saurí, fue un político español y ex Presidente del Gobierno.

Biografía [editar]
Nació en Madrid en 1926. Terminó sus estudios de ingeniero de Caminos en 1951, doctorándose por la Universidad Politécnica de Madrid en 1960. Más tarde pasó a ocupar diversos cargos directivos como la presidencia de Renfe en 1967. Tres años después fue nombrado consejero delegado de Unión Explosivos Riotinto, S.A. Posteriormente elegido procurador en Cortes como representante de los empresarios de industrias químicas, puesto que ocupó durante cuatro años, hasta que en 1975 fue designado ministro de Comercio en el primer Gobierno de la Monarquía, que presidía Arias Navarro y del que formaban parte como ministros Adolfo Suárez o Manuel Fraga entre otros.
Al ser nombrado Suárez presidente, fue nombrado ministro de Obras Públicas, en julio de 1976.
Dimitió del cargo para presentarse a las primeras elecciones democráticas (1977) y concentrarse en la organización del nuevo partido que habría de ganarlas: la Unión de Centro Democrático (UCD), del presidente Suárez. Su carrera política continuó en ascenso: portavoz de UCD en el Congreso (1977-78), ministro para las relaciones con la Comunidad Económica Europea (1978-79), vicepresidente del Gobierno para Asuntos Económicos (1980-81)
Durante la votación a su candidatura como Presidente del Gobierno (23 de febrero de 1981), irrumpieron en el Parlamento varios guardias civiles armados que, bajo el mando del teniente coronel Antonio Tejero, pretendían dar un golpe de Estado militar, intento que hoy conocemos como 23-F. El gobierno de Calvo-Sotelo nacía pues en unas fechas en que las manifestaciones populares en contra de una involución política, el paro y la debilidad de la coalición política permanente protagonizaban la actividad pública española.
Su mandato además de iniciarse con un golpe de estado finalizó con el desmantelamiento de la Conspiración golpista para el 27 de octubre de 1982, que estuvo mejor preparada que la del 23 F, pero que con la colaboración de los principales medios de comunicación y para no crear alarma social, fue minimizada.
Durante su mandato, la decisión más relevante fue la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que fue muy disputada por la oposición dirigida por el Partido Socialista Obrero Español (aunque más tarde y una vez en el poder, el Gobierno socialista convocó - y ganó - un referéndum a favor de la permanencia en la OTAN en 1986). Además como Ministro de Relaciones con la CEE, logró restablecer definitivamente un vínculo estable para la negociación de entrada y como Presidente se cimentó el preambulo definitivo de adhesión al Mercado Común, que culminaría con la entrada en algo más grande, una Unión Política; la UE durante el mandato de Felipe González.
Fue también, durante unos meses, presidente de la UCD.
En 1982 ocupa el segundo puesto en la lista electoral de dicho partido por Madrid, que encabezaba Landelino Lavilla, se produce la debacle electoral de UCD, pasando de ser el partido del gobierno a tener una docena de diputados. Calvo-Sotelo solo consigue ser diputado por la dimisión de Lavilla.
Tras esto, es elegido miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 1983 y eurodiputado en el Parlamento Europeo en 1986, integrado en el Partido Popular Europeo. Dos hijos suyos han sido secretarios de Estado con los gobiernos de José María Aznar.
El 25 de junio de 2002 el Rey Juan Carlos I le concedió el título de Marqués de la Ría de Ribadeo con Grandeza de España.
Era tío de Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, ministra de Educación en la VIII Legislatura de España y sobrino carnal de José Calvo-Sotelo, el que fuera ministro de Hacienda durante la Dictadura (Directorio Civil) de Miguel Primo de Rivera, "protomártir de la Guerra Civil" y fundador del Bloque Nacional durante la Segunda República Española.
Ha escrito varios libros: Pláticas de familia (2003), Papeles de un cesante (1999) y Memoria viva de la transición (1990).

Leopoldo Calvo-Sotelo, en la ceremonia de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas ante el rey D. Juan Carlos I.
El 3 de mayo de 2008 falleció a los 82 años de edad en su domicilio de la localidad de Pozuelo de Alarcón (Comunidad de Madrid) por una parada cardiorespiratoria. El ex-presidente no sufría ninguna enfermedad. Pocos meses antes sufrió una caída de la que no llegó a recuperarse en su totalidad y que le provocó un progresivo empeoramiento de su estado de salud.
En su capilla ardiente, instalada en el Salón de los Pasos perdidos del Palacio de las Cortes y presidida por Sus Majestades los Reyes de España, el presidente del gobierno y por su familia, le fue impuesto a título póstumo el collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. [1] [2]

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