Libertad!

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jueves, 15 de mayo de 2008

MEMORIAS: EL TRIUNFO DEL 2 DE DICIEMBRE 2007

por Eduardo CASANOVA
Ofrecemos a nuestros lectores las reflexiones del crítico literario Roberto José Lovera de Sola, en las que analiza, con mención de varias obras que tratan sobre el tema histórico, lo ocurrido en Venezuela el pasado 2 de diciembre.

Por: R. J. LOVERA DE-SOLA
La jornada electoral del 2 de diciembre de 2007 está llena de mensajes positivos que hay que atender: el triunfo electoral del “No” es singular porque es la segunda vez en nueve años, la primera fue la elección sindical, cuando se quiso defenestrar a Carlos Ortega de la presidencia de la CTV (octubre 28,2001), que se obtiene un triunfo sobre el Comandante Chávez, logro que no es para nada pírrico.
Y ello especialmente porque de nuevo el gobernarte actual quería volver a cometer su más grande pecado: conspirar contra el sistema de vida de los venezolanos que es la democracia. La democracia es el sistema de vida elegido por los venezolanos desde el fin la Guerra Federal (1859-1863) con el llamado “Decreto de Garantías” del general Juan Crisóstomo Falcón (agosto 18,1863), ratificada cincuenta y ocho días después a la muerte de Gómez (febrero 14,1936) por multitudinaria manifestación que presidió un estudiante: Jóvito Villaba (1908-1989), quien como presidente de la “Federación de Estudiantes Venezolanos”(FEV) había sido el primer signatario de una carta de protesta enviada por los estudiantes al general López Contreras que se puede leer en la edición del diario La esfera de aquel 14 de febrero.
Al lado de Villalba caminó en aquella marcha el doctor Francisco Antonio Rísquez (1856-1941) maestro, venerable anciano aquel día y Rector entonces de la UCV. Esto tuvo un sentido: los jóvenes deben actuar pero también escuchar los mensajes de la experiencia.
Lo sucedido aquel día lo registró bien “La Esfera” (febrero 16,1936). “Día de la democracia” ha pedido Manuel Caballero que se llame aquella jornada (“Revolución, reacción y falsificación”, ed. 2002, p.198) la cual, si bien se inició a las puertas de la Universidad en la esquina de San Francisco, cuando llegó a la puerta de Miraflores el líder de aquella tarde fue invitado a pasar y reunirse con el presidente y presentar sus peticiones.
Aquel mandatario era un demócrata, el general López, quien sabía muy bien que el gobernante debe escuchar al pueblo. “Para qué quiere gobierno si no escucha”, dijo una voz, vieja lección para los venezolanos, siempre incumplida por Chávez, que nos viene desde la independencia, de 1812, gracias a una mujer, la madre de los próceres Montilla, doña Juana Antonia Díaz Padrón, tal como lo recogió Augusto Mijares (1897-1979) en “Lo afirmativo venezolano” (ed.1980,p.98-101). Así protestó aquella valiente dama, pidiendo la libertad de sus hijos presos, ante un dictador como Monteverde al pedirle cumpliera con lo acordado con Miranda en la Capitulación de aquel mismo año.
Así mismo la multitud paró ayer son sus votos el intento contra la democracia inserto en el proyecto de reforma y la idea de reelección continua del mandatario, a la cual no se atrevieron ni siquiera nuestros grandes dictadores. De haberse hecho realidad esto hubiera hecho de Chávez el “protodictador” (p.73) al que se refiere Freddy Muñoz en singular estudio político, escrito al alimón con Américo Martín, cuya estimulante lectura hacemos en estos días (“Socialismo del siglo XXI: ¿huida en el laberinto?”, Caracas: Alfa,2007.223 p.) .
Y el triunfo del “No” es hondamente válido así haya sido por solo tres puntos de diferencia.Lo sucedido nos enseña que es posible “derrotar” a Chávez pero que sólo puede hacérselo primero con una gran “avalancha” de votos, que impedirá el “fraude” desde el CNE, junto con la organización de un verdadero movimiento opositor que ahora tiene un fresco liderazgo en el movimiento estudiantil.
Pero es necesario que aquel con el cual se vencerá a Chávez al final de su período presidencial, en el 2013, cuando ya no podrá volver a ser presidente otra vez porque la Constitución de 1999 se lo prohíbe en su artículo 230: “El período presidencial es de seis años. El Presidente o Presidenta de la República puede ser elegido, de inmediato y por un sola vez para un período adicional”.
En el caso de Chávez su primer período fue 1999-2001, el segundo 2000-2007 y el tercero 2007-2013 como ha precisado Rafael Arráiz Lucca (“Venezuela: 1830 a nuestros días”, ed. 2007, p.215), le quedan pues cinco años y veinte y nueve días.
Lo que no pudimos entender, pese a ser una decisión de la Corte Suprema de Justicia es que esta haya ordenado (abril 4,2001) que el período, como consecuencia de la nueva Constitución, se iniciaba el 10 de enero de 2001: ¿dónde quedaban entonces los dos años antes gobernados por el mismo mandatario? ¿en el limbo de la memoria venezolana?.
Esta decisión, empujada por razones políticas y por inusitadas presiones, ha sido la que ha hecho posible al presidente Chávez gobernar durante ocho años seguidos, casi nueve desde el próximo enero. ¿Esto tiene sentido? ¿Sólo los grandes dictadores nuestros gobernaron durante tanto tiempo, a veces, como Guzmán Blanco (1870-1886), diez y seis años, o Gómez (1908-1935), veinte y siete años, a través de otras personas, los llamados, por la socarronería caraqueña, “presidentes del Presidente”.
El período presidencial venezolano debe volver a ser de cinco años y en un futuro parlamento democrático debe pensarse no en estatuir la reelección inmediata, como ha sido siempre en Venezuela desde la Constitución de 1830, cosa que el general Páez, con ser un caudillo, respetó.
Y los intentos de prolongar el período, como lo viene intentado Chávez, ha traído graves situaciones: cuando lo hizo José Tadeo Monagas terminó en un golpe de Estado y en el inicio de la Guerra Federal; cuando Raimundo Andueza Palacio logró romper la paz cuidadosamente lograda por Guzmán Blanco, se inició entonces la “Revolución Legalista” (1892) de Joaquín Crespo.
Y el intento de Pérez Jiménez con el “Plebiscito” aunque lo ganó no prosperó. En lo adelante habrá que perfeccionar todo esto: eliminar los seis años, volver al gobierno de cinco años, que ya es bastante, y prohibir explícitamente en la Constitución para siempre la reelección de cada presidente: que cada mandatario sólo pueda ejercer por una vez un solo período, ningún otro.
Hacia allí íbamos cuando se comenzó a debatir, bajo la llamada Cuarta República, la reforma y actualización de la Constitución de 1961 a partir del proyecto que a petición del congreso preparó una comisión que presidió el doctor Rafael Caldera. Debe haberse discutido y aprobado esa reforma por el propio congreso, porque no había necesidad de convocar una Asamblea Constituyente, era lógico que las fuerzas pensantes de la política y los intelectuales hubieran abogado entonces, como lo hizo Jorge Olavaria desde las columnas de su revista “Resumen” con suficiente antelación, por la prohibición absoluta de la reelección.
Ya no bastaba con obligar a los ex-presidentes a esperar diez años para volver a presentar sus candidaturas. No había razón que volver a ser presidente, cosa que prometió, en su último mensaje y cumplió el presidente Luis Herrera Campíns (1925-2007) hace pocos días fallecido.
Pero volvamos a hoy: el triunfo cantado esta madrugada fue producto de una sabia organización política que desde ahora, eso es lo que podemos ver a pocas horas del triunfo de ayer, debe ser encabezado por el movimiento estudiantil, surgido al calor del cierre de RCTV (mayo 28,2007), que fue el que puso en pie de lucha a los estudiantes, a quienes debemos que se haya logrado torcerle el pescuezo al intento anti constitucional intentado ayer: presentado por Chávez y aprobado por Asamblea Nacional cuyas decisiones son írritas por ser sólo una reunión de empleados públicos, muy cuestionables: hay diputados en ella que fueron elegidos con solo doscientos votos.
Ello sucedió así por culpa de la irresponsabilidad de la llamada “Coordinadora democrática”, anoche plenamente derrotada, de pedir a los candidatos opuestos al chavismo que no presentaran sus candidaturas.
Así, lo que era lógico, dar la pelea en el parlamento, aunque fuera en condiciones de desventaja, así sólo tuvieran la palabra, con voces de jóvenes autorizados y bien preparados como Gerardo Blyde o Liliana Hernández, cedió el lugar al congreso de asalariados, situación que los venezolanos habíamos creído cancelada desde la caída del general Medina (1945), superada desde los días, en 1946, de la “Revolución de Octubre”, cuando se convocaron las elecciones parlamentarias para formar la “Asamblea Constituyente” que, bajo la presidencia de Andrés Eloy Blanco y con la presencia de todas las fuerzas políticas de la época, aprobó la Constitución de 1947.
Tantas, significativas, a tener en cuenta, son las lecciones de ayer

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