La bandera de una paz a medias ha sido enarbolada para engañar
El siglo XXI comenzó con guerras en el mundo. Al parecer el diálogo no basta para hacer este planeta quizás más habitable, y las cuestiones mundanas del "capitalismo salvaje" obligan a los gobiernos a hacerse parte del juego entre la política y la economía que representa la guerra.
Aprovechando la convulsión, el Presidente se pronuncia por la paz. Ha declarado a Caracas como "capital antiimperialista y mundial de la paz", hecho paradójico siendo la ciudad más violenta de Latinoamérica. Esta bandera de una paz a medias ha sido enarbolada para engañar, pues en realidad el Presidente prefiere la guerra para sobrevivir.
Días seguidos al comienzo de la guerra en Irak, el Presidente lanzó toda clase de improperios hacia "El Imperio", y se declaró en contra de la misma. Ha forjado toda clase de relaciones con gobiernos de dudosa reputación democrática de esa región y con esto ha dado lugar a provocaciones. Todo esto trajo como consecuencia que hoy tengamos un barril petrolero a 120 dólares. No sería ilógico preguntarse si de verdad al Presidente le conviene más la paz que la guerra.
Luego vino "la guerra" en la que íbamos a entrar si no se aprobaba su sueño de reforma constitucional; reinó la paz, aunque en nuestros sectores populares la guerra no ha parado, generando saldos de caídos de dos dígitos cada fin de semana. De seguidas, estuvimos a un tris de una guerra con Colombia. Hubo movilización de tropas, y Venezuela vio duramente afectadas sus relaciones comerciales.
Ahora emprende otra guerra: quien vote por sus candidatos, votará por la paz; quien vote por la oposición, lo hará por la guerra. Pero, ¿cuál guerra, Presidente? ¿Será acaso que los próximos gobiernos eficientes que profundicen la descentralización lo colocan a usted en una guerra de conciencia interna?gonzalei@ucv.ve
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