Rafael Muci-Mendoza
El boletín de epidemias
A inicios de la década noventa gracias a la propaganda, Cuba trocaba en utopía su triste realidad: mar de felicidad con tiburones. Los mejores indicadores de salud del mundo, alimento seguro para todos, cero analfabetas. En 1993, durante la 46ª Asamblea de la OMS en Ginebra, Jorge Antelo, viceministro de salud pidió, lastimero, ayuda para resolver el laberíntico misterio: el hambre vuelta ceguera. Luego "renunció". La revolución corría peligro; los militares desplazaron a los médicos, tomaron el comando y sin muchas luces, forjaron el virus del imperio. Ninguno de la nomenklatura enfermó, el maná caía para ellos; la capa social más baja y sin conciencia de clase, el lumpenproletariat, pagó los lujos del dictador: 50 mil ciegos. Prensa libre: La mayoría de los cubanos nunca se enteró de que su penuria era trasunto de hambre.
Venezuela, julio 2008: El Boletín Epidemiológico Semanal, creado en 1938 por un médico de avanzada, Dr. Darío Curiel S., desaparece por orden militar. Allí cualquier profesional podía conocer de las epidemias en actividad, aprender sus comportamientos y su tratamiento, y más, nutrirse de medulosas revisiones. Yo la recibía por correo y más tarde, pasé a consultarla en la Internet. Como en Cuba, al pasar la salud a mano de un militar, la verdad de todos devino en secreto de Estado, espesa oscurana... Patria, socialismo y muerte a la inteligencia. En medio de la renta petrolera tenemos un "período especial" como el insular y hambre por decreto, heraldos de insalubridad.
Cuando es vox populi en el mundo y la presión muy grande, tres casos de Influenza A, H1N1 cantan la victoria, irrisión de la multitud. Ministro militar, reponga el Boletín, ¡la epidemia no es suya, es de todos los venezolanos!
rafael@muci.com
http://www.eluniversal.com/2009/06/09/opi_art_el-boletin-de-epidem_1416215.shtml
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