Eduardo Gautreau de Windt
Yo, fugitivo de la noche, de pasiones irredentas lleno,
como el silencio, callado y sigiloso vengo a ti.
Desnudo como el viento.
Furtivo a tu lecho me apersono,
para ser tuyo de nuevo, en el espacio-tiempo de tu cuerpo.
Que me arrebata y me arremolina,
y en su torbellino
me lleva al epicentro de tu pasión sin límites.
Pasión en espiral,
circular que va y vuelve a mí,
total, completa, insoslayable.
Ahí soy dócil zángano que liba para ti
entregado consciente a un dulce morir.
Por eso no resisto estar fuera de él
sin deslizar mis dedos por tu piel satinada;
no importa que sea lunes, laborable y perfecto,
no importa que un torrente de mayo este cayendo.
Me escapo en la noche, escondido entre sombras,
para acudir a ti y a tu furtivo amor.
Discurro cual la luz, sin aspavientos,
no hago ruidos en mi rasante vuelo al ir por las penumbras.
Por eso, en la posología de este amor
dosifico cada día lo que debo darte
por prescripción precisa, apretada y perfecta,
sin carencias ni excesos,
para no alerta tus nocirreceptores,
para no provocarte sus efectos nocivos.
Sin lesionar tú yo.
Pues la pasión en demasía tetaniza el corazón y este fibrila
Canto a tu cuerpo con todas mis caricias,
obturando en el tiempo los canales de olvido.
Los sello para que dejen de existir
y sin dolor y padecimiento ruede está pasión
al extremado límite de acendrado placer,
en el que furtivo y en penumbras, el remolino gira.
* Médico poeta dominicano.
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