Rafael Muci-Mendoza
El comunismo trae desgracias para todos menos para los cercanos a la cúpula; pero por un ratico, mientras son aprovechables; luego serán execrados y torturados. Una de sus características es la acedia, vale decir, la anestesia de los sentimientos, la frialdad emocional y el despego psíquico insano. Esta frigidez afectiva produce un endurecimiento emocional que impide identificarse con las cuitas ajenas; no hay afecto ni compasión, sólo prepotencia y arrogancia. Esta apatía equivale al ¡No me importa nada...!, del mandón; explica entre otras muchas, la situación de violencia que nos aflige, las endemias y epidemias sin control, siendo la desgarradora cifra de cien mil casos de dengue del presente año y el injusto cierre de grandes hospitales generales, expresión del estupor emocional o bloqueo afectivo de los responsables que ya no experimentan afectos.
El mal, ya de larga data, no induce condolencia hacia los que sufren viendo sus males progresar, ni se inmutan por ausencia de quirófanos, salas de parto activas o soluciones ortopédicas para tanto baleado necesitado. El Hospital Vargas de Caracas, otrora semillero de ejemplos edificantes y médicos bien formados en el arte y en la ética, sumido hoy en el círculo vicioso de la indiferencia. Y el despego se contagia: murió Franklin Brito en medio de una sociedad contagiada.
En el Mitnal, infierno de los mayas, Hunhau era el señor de la muerte, príncipe de los demonios y ejecutor de tormentos a los condenados: hambre, frío, sed, cansancio y tristeza; las listas de Tascón y Maisanta ahítas de tormentos para los disidentes de allí provienen; pero todo tiene su contra, en la mitología griega Némesis hija de Zeus y de la Necesidad vengará, entre otros, el mal uso de las riquezas.
rafael@muci.com
Opinión
sábado 04 de septiembre, 2010
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