La batalla de las tarjetas
Una tarjeta única, cuya relevancia ahora se explica por sí sola, con la llamativa batalla de los partidos
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 17 de septiembre de 2010 12:00 AM
El Gobierno se esmera en impedir que sus contrarios conquisten un amplio espacio en la Asamblea Nacional. Su alto mando asume que los resultados -sean cuales sean, aun los más magros- significarán un avance en el proceso de "empoderamiento" y legitimación de sus adversarios. También reconocen en el chavismo que una oposición bien representada en el Parlamento apuntalaría la autoestima del país democrático que -al reconocerse con potencial de victoria para el 2012- redoblará su entusiasmo, soporte de un trabajo exitoso en política
Por modesta que ella sea, una nueva correlación de fuerzas constituirá el inicio de un forcejeo inevitable, en el cual quedarán expuestos, con mayor nitidez, los esfuerzos del oficialismo por ocultar las desviaciones del "proyecto". Para ese escenario se ha preparado el Gobierno, al reeditar el instructivo empleado en todas sus cruzadas electorales. El propósito, como siempre, es reducir al mínimo a quienes no convalidan el modelo cubano para Venezuela. Su campaña, por tanto, no es distinta a las anteriores: un mensaje, un color y una propuesta, aunque ésta experimente la decadencia ocasionada por los mohos del tiempo.
Así, el oficialismo emplea lo que antes le ha sido eficiente, aprovechando los recursos del Estado y, desde luego, las fallas, omisiones y egocentrismos de sus oponentes. El carnaval en que se ha convertido la pugna de los partidos de la unidad -interesados en hacer de esta estación parlamentaria una suerte de "medición primaria" entre ellos-, contribuye poco a que los ciudadanos perciban una unidad que trascienda del simple propósito electoral.
Una campaña "paraguas" -que consiguiera el aprovechamiento eficiente de recursos limitados, que debieron destinarse a robustecer las circunscripciones débiles y no a reforzar lo que ya está ganado- habría sido de gran ayuda para enfrentar a la mole oficialista. Lo mismo que una tarjeta única, cuya relevancia ahora se explica por sí sola, con toda esta llamativa batalla de los partidos, a favor de sus propias tarjetas, más que en beneficio de la Unidad.
El asunto producirá consecuencias, porque se plantea que las más votadas se disputarán luego la jefatura hegemónica de la oposición. Obvio es que la escogencia de los ciudadanos tendrá gran impacto. No todas las tarjetas de la Unidad significan lo mismo. Y al elector le tocará hacer el trabajo de proyectar cuál de ellas es en realidad la más conveniente para construir una genuina alternativa a Chávez... Desde hace años se dice que todos deben caber; que la propuesta debe mirar hacia el futuro; que todos los factores son necesarios: los electores dirán cuán coherentes son sus aspiraciones y cuánta comprensión tienen con las del otro país. Ese que hay que conquistar.
argelia.rios@gmail.com
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