En medio de nuestro proceso político, enrumbados hacia unos comicios locales y regionales, con nuestra dirigencia demócrata que en lugar de enfatizar las inocultables ventajas que representaría el contar con alcaldes y gobernadores de esa ideología, vista la honradez y eficiencia administrativa cónsona a los regímenes democráticos de libertades, demuestran por el contrario, mayoritario esmero por obviar la omnipresencia de un régimen CHÁVEZ-FARC, que todo lo condiciona en su particular interés.Incoherencias que menoscaban la credibilidad y el respeto por nuestra dirigencia, que explican de algún modo la permanencia ilegítima del régimen antedicho.
Prueba de ello, el descrédito por nuestro sistema electoral a partir del RR, no superado a la fecha, ni aun con el ¿¿triunfo?? del pasado 2D, evento electoral del que parece no merecemos ni resultados totales.
De Perogrullo afirmar que nuestro presente político, más que accidente sociológico, se explica como etapa previsible y también superable. Y tal como la partidocracia y sus vicios, constituyeron génesis para la actual hecatombe, el buen ejemplo y la virtud, lo serán de nuestro porvenir.En tal sentido, creo muy pertinente el sopesar recientes acontecimientos internacionales de índole política, que estimo contribuyen a la configuración del perfil requerido en la dirigencia demócrata venezolana calificada para conducirnos en la restauración de la constitucionalidad democrática.
Uno de tales acontecimientos, lo es sin dudas la reciente proclamación de John McCain y de Sarah Palin como candidatos del Partido Republicano a ocupar los cargos de Presidente y Vicepresidente de EEUU, respectivamente.La destacada trayectoria en el servicio público del primero, y el intachable expediente en defensa de los valores familiares y de la ética política por parte de Sarah Palin, los hacen paradigmas indiscutibles para quienes creemos en los valores de la ética cristiana como factor inherente a las mejores políticas públicas.
El paradigma de la honradez, la solidaridad y el trabajo, también se abre paso en nuestra América Latina al ritmo de los indiscutibles éxitos de un Álvaro Uribe Vélez en la República de Colombia, o bien de un Felipe Calderón Hinojosa en México, quienes día a día, bajo las premisas de la democracia, los derechos humanos y la economía de libre mercado, van dejando atrás las rémoras del populismo en esta región.
La honradez, la sapiencia y el éxito político no tienen porqué reñir entre sí, por el contrario armonizar, cuando pretendemos alcanzar el desarrollo sustentable, propio del bien común.
ORA Y LABORA.
caballeropercival@cantv.net
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