¿Por qué fracasa la “Revolución Bolivariana”?
Aún cuando estas líneas deberían titularse más bien: “¿Por qué fracasó el populismo del siglo XXI?” La respuesta es obvia. El régimen de Nicolás Maduro y su camarilla corrupta, ignorante, irresponsable, incompetente y sin escrúpulos pretende a rajatabla tratar de implementar un régimen no democrático inviable que estuvo desde un principio destinado al fracaso. Hágase lo que se haga no logrará mantenerse con vida el “ideal bolivariano” del fallecido teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, que ni es bolivariano, ni de izquierda, ni de derecha, ni de nada de eso porque sus dirigentes más destacados no tienen la más leve idea de qué es eso de izquierda, ni de derecha ni de ninguna otra corriente del pensamiento político. El chavismo es simplemente un delirio demencial paranoide de un militar que se creyó el escogido por la divina providencia la reencarnación del Libertador Simón Bolívar para imponer su régimen totalitario del siglo XXI que no tiene nada de bolivariano, ni tampoco tuvo la más leve idea de como gobernar un país, Solo trató de imponer un régimen autocrático comparable al caudillismo latinoamericano del siglo XIX; a las peores dictaduras del siglo XX; comparable con las dictaduras tristemente celebres del cono sur, el nazifascismo europeo, los regímenes africanos de Mugabe en Zimbabwe y el apartheid sudafricano… El chavismo no se trata de un simple mal gobierno del que se pueda salir de él en un período razonable, sino de un intento totalitario inviable de mantenerse en el poder, a golpe de tretas, ardides y todo tipo de corruptelas, hasta la eternidad. Tarde o temprano el régimen chavista, por la vía que sea, se derrumbará y pasará al basurero de la historia.
No hace falta ser jurista, economista, sociólogo ni politólogo, ni internacionalista para ver lo que es evidente. El régimen que agobia a Venezuela está haciendo agua en todos los frentes. El “señor” Maduro, quien pretende imponer una dictadura militar, sin ser militar, ni tener la más leve idea del régimen castrense; no es capaz de ver que su país se está derrumbando como un castillo de naipes, ni siquiera es capaz de darse cuenta de su desastrosa gestión porque él se cree el elegido por las divinidades del elíseo para mantener por los siglos de los siglos el ideal de su bien amado fuehrer tropical que le precedió.
En el plano económico, al igual que su predecesor, ha hecho todo lo que no debe hacerse en una gestión económica de gobierno. Entre todos los problemas y escándalos de corrupción en que el régimen está inmerso, ha tenido que dejar a un lado la gravísima crisis económica que deja a Venezuela hecha añicos. Es triste ver en los noticieros las largas colas para conseguir algo de comer, si es que se consigue algo de comida. Aún cuando traten de tapar el sol con un dedo y esconder las cifras económicas, no pueden ocultar el trágico escenario de hiperinfación con estancamiento que es más que evidente. Hay que ser demasiado ignorante o estúpido para creerse el cuento ese de que la crisis económica en Venezuela es consecuencia de la guerra económica que le tiene aplicado el eje Miami – Madrid – Bogotá. ¡La causa de la colosal debacle económica es la consecuencia lógica del ya fracasado modelo económico, Stalinista y Castro-comunista, que impone a los venezolanos, de controles de estado! Al final el régimen no termina controlando nada, la economía colapsa, el desabastecimiento aumenta y la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más grande hasta que la mayoría de la población pase hambre y todo tipo de calamidades. Venezuela no va hacia una crisis humanitaria ¡Ya está metida en una crisis humanitaria que empeora y empeora cada vez más!. Un país con una inflación de tres dígitos y una caída pronunciada del producto interno bruto no puede llegar a sobrevivir por mucho tiempo. ¡No existe país alguno que –con la excepción de Zimbabwe que aplicó los ajustes económicos más neoliberales existentes para reactivar su economía– perdure por los siglos de los siglos! Aún cuando llegase a sobrevivir ante tal escenario, el régimen entraría en una contradicción de su propia ideología gigantesca y la derrota del régimen es más que evidente. ¡La debacle económica, en gran parte, es el resultado y continuación de la desastrosa gestión de Hugo Rafael Chávez Frías que despilfarró una fortuna de billones de dólares americanos! ¿Con qué cara responderán estos individuos a todos los venezolanos cuando este régimen pase al lado oscuro de la historia de Venezuela?
La institucionalidad y el estado de derecho no existen en ninguno de sus ámbitos. Los poderes públicos dejaron de ejercer las funciones para las cuales fueron asignadas por la misma constitución “bolivariana”, hecha a la medida del dictador que le precedió, para convertirse en entes rastreros al servicio del caudillo tropical. No cesan los intentos para bombardear los poderes que por voluntad popular no le son afectos al régimen. En el caso del poder legislativo, donde el oficialismo fue derrotado apabullantemente el pasado diciembre, cualquier ley o proyecto es escamoteado de una u de otra forma a través de los otros poderes públicos con decisiones que no resisten el más mínimo análisis de legalidad. Incluso el régimen se ha atrevido a decir que “la Asamblea Nacional perdió su legitimidad”. Esto es simplemente una falta de respeto a la mayoría de la población que votó en contra del régimen. Con un cinismo increíble él poder ejecutivo introdujo un amparo ante el Tribunal Supremo de Justicia, que probablemente dé a lugar, para solicitar protección ante un posible golpe de estado de parte de la Asamblea Nacional. ¿Cómo puede un poder público legítimamente elegido por su pueblo dar un golpe de estado? Este amparo tiene toda la pinta de ser un auto-golpe al estilo del peruano Alberto Fujimori para anular la Asamblea Nacional; pretende que el ejecutivo haga lo que le venga en gana y pasarse a la torera cualquier decisión del poder legislativo. No vengan con el cuento de que la revolución está por encima de la constitución –violada constantemente sin ningún reparo. Tampoco vengan con el cuento de que las instituciones deban estar al servicio de la mal llamada “revolución bolivariana”. La llamada “supraconstitucionalidad” no es más que un invento demagógico del predecesor caudillo para hacerse del país y hacer lo que le dio la gana en su momento.
La política exterior del régimen es un desastre y uno de los ejemplos más claros de como dejar al país que representa lo más mal parado posible hasta obtener el rechazo internacional. La insultadera grosera y soez a jefes de estado, de gobierno o destacados dirigentes que adversan al régimen “bolivariano” solo demuestra el nivel cultural del dictadorzuelo chavista y de sus acólitos. No hay cumbre o conferencia internacional donde los delegados del régimen no vomiten una verborrea de barbaridades para defender lo que es indefendible. Es muy dudable que esos delegados se crean lo que ellos mismos dicen. La política de dádivas y compra de conciencias, para conseguir los votos con el fin de obtener el aval internacional está dejando de funcionar. Dicho aval se va en picada porque el país se queda cada vez más sin recursos y argumentos para sostenerse. Actualmente, ante la petición de aplicación de la Carta Democrática Interamericana por parte del Secretario General de la OEA, Venezuela cuenta con solo nueve votos duros de los veinticuatro necesarios para lograr que dicha petición no dé a lugar. Los países con mayor peso político del continente americano están a favor de la aplicación de dicho instrumento. Aún cuando no se llegara aplicar la carta , por abstención de varios de los países convocados, al no tener suficientes votos, Venezuela saldría derrotada de forma contundente y eventualmente quedaría aislada ante las naciones del mundo. Cuando Venezuela contaba con recursos para exportar su “revolución”, el régimen chavista pudo salirse con la suya en los países más inestables; pero la doctrina de exportar la supuesta revolución es inviable. En el caso del proyecto de PODEMOS en España; que fue gestado y financiado en Venezuela por el régimen chavista a través de la fundación CEPS, es poco probable que llegue a buen puerto. Puede que obtengan varias escaños y una gran votación, inclusive superar al PSOE en votos y escaños; pero al final no llegarán al poder. Si por alguna razón los podemitas llegasen al poder, no durarían mucho tiempo. Es improbable que los españoles cometan tal insensatez al ver la miseria y la constante violación de los más elementales derechos humanos en el otro lado del Atlántico. ¡El ejemplo de Venezuela es un pésimo ejemplo a seguir en cualquier parte del mundo!
Lo más responsable y sensato que podría hacer Nicolás Maduro es aceptar y acatar el referendo revocatorio de su mandato lo más pronto posible sin ponerle más trabas. Debería entablar un diálogo de buena fe y sin trapacerías con sus adversarios para buscarle una salida civilizada al desastre que él y su predecesor llevaron a la pobre Venezuela. De lo contrario, podría terminar con una gran explosión social de consecuencias impredecibles o una guerra civil que terminaría con una gran cantidad de muertos y su eventual caída. La brutal represión que Maduro ejerce contra su propio pueblo desarmado solo le muestra al mundo la crueldad del régimen y podría llevarle al Tribunal Penal Internacional de La Haya. Cuando, más temprano que tarde, se haga justicia y el régimen pase a la historia; el régimen será recordado como una mancha muy oscura en la historia. Generaciones venideras de venezolanos se preguntarán cómo pudieron haber llegado a esto. A la pesadilla de Maduro le está llegando su fin, pero dejará al país que “gobernó” en ruinas.
Pablo Figueredo Casanova
No hay comentarios:
Publicar un comentario