Un pueblo con miedo aguanta hambre
7 Junio, 2016
Mitzy de Ledezma
Este gobierno está reducido a un triste circo sin pan. Después de agotar la colosal fortuna que ingresó a las finanzas públicas, por concepto de la venta del petróleo, lo que les queda a los autócratas erigidos en verdugos del pueblo, es aplicar terrorismo para detener con la fuerza del miedo los reclamos de cambio que muy justificadamente plantea la ciudadanía. Por eso, la sostenida represión por todos los medios y con los métodos más escalofriantes, además del descaro con que la aplican.
El colmo es que no hay divisas para importar alimentos, pero sí para comprar equipos antimotines utilizados para reprimir a estudiantes, a mujeres y hombres de todos los sectores del país que reclaman alimentos, que gritan, desesperadamente que tienen hambre, y en vez de comida les echan “gas del bueno”, tal como decía el fallecido presidente; les disparan perdigones y acomodan en sus espaldas duros peinillazos. Estos desmanes están a la vista de todos, y hay evidencias que inculpan a los responsables de tales agresiones violatorias de los más elementales derechos humanos. Buscan paralizar a la gente, y desde luego, previamente a sus dirigentes. Se valen de fiscales obedientes a las líneas gobierneras que actúan al alimón con jueces venales que les arriendan sus almas al diablo. Por eso, la realidad que nos muestra como un país donde hay más presos políticos que en la sojuzgada Cuba. Insólito ¿verdad?, pero rigurosamente cierto.
La receta que se está aplicando en Venezuela es la cubana. Se trata de la misma cantaleta con su menú de intimidaciones, y represalias, mientras se proclama la llegada del “hombre nuevo”. “Un pueblo con miedo aguanta hambre, es dócil”, piensan los culpables de esta desgracia. Y si sus dirigentes no se atreven a correr riesgos, más fácil todavía será someterlos. Y si los fraccionamos, mejor aún, por aquella máxima de Nicolás Maquiavelo: “divide y reinarás”. Es hora de una férrea unidad, transparente como el agua cristalina. Sin eso se fallará en la aplicación de una estrategia acertada. Se necesita cabeza fría, corazón caliente, buen juicio y muuuucho coraje, que son requisitos indispensables para dar la cara por Venezuela cuando la están rematando, si nosotros dejamos que lo hagan estos desalmados que nos desgobiernan. No podemos esperar que del cielo lluevan las soluciones; les toca a sus dirigentes asumir su rol, sin mezquindades ni agendas fuera de lugar.
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