El ministro que no sabe… y que no cree Efrén Rodríguez Toro Caracas, 12 de octubre de 2009 ¿Qué pensaría usted de un ministro de educación que desconoce el número de escuelas existentes en su país? Pues bien, el pasado mes de septiembre, ante la pregunta de una periodista sobre cuántas escuelas estarían en condiciones para iniciar el año escolar, el ministro de educación de Venezuela, Héctor Navarro, señaló que en la patria de Bolívar habría “unas casi 30.000 escuelas” y, que de esas escuelas, 6.000 corresponderían al sector privado. Adicionalmente, señaló, desde la sede de su partido político, que para este año escolar estarían inaugurando “429 escuelas espectaculares”. Lo cierto es que, de acuerdo con la Memoria y Cuenta del Ministerio del Poder Popular para la Educación correspondiente al período 2007-2008, dirigido por el ya mencionado Navarro, el número total de centros educativos en Venezuela es de 26.025, de los cuales 4.456 pertenecen al sector privado. Es decir, según datos oficiales.
Pero aún otorgándole el beneficio de la duda al ministro Navarro por una eventual confusión, lo realmente desconcertante fue su reacción frente a las denuncias formuladas por José Luis Farias, Coordinador de la Comisión de Educación de la Mesa de Unidad, quién apoyándose en los mismos datos oficiales encontró que, entre los períodos 2006-2007 y 2007-2008, un total de 606 planteles públicos cerraron sus puertas. ¿Cuál fue la respuesta del ministro? “A ese señor, yo no le creo nada”. Puestas así las cosas, con un ministro que no sabe y que tampoco cree, la educación venezolana no sólo sigue siendo un gigantesco fraude sino que se ha convertido en un auténtico drama. Nuestra educación ha dejado de ser, desde hace ya mucho tiempo, útil, significativa y pertinente.
Hoy, con la visión militarista de la facción gobernante, más bien es considerada como una plaza que debe ser conquistada. Ante el anuncio de contar para este año con “429 escuelas espectaculares”, el ministro Navarro debería saber que de los 26.025 centros educativos existentes sólo unos 4.500 cuentan con primer año de educación media para la prosecución de estudios, que más de 3.000.000 de niños y jóvenes están excluidos del sistema educativo y que menos del 20% de los niños que ingresan a la educación inicial logran obtener el título de bachiller.
Por su parte, las misiones educativas, ideadas inicialmente para atender parte de esta realidad, han mostrado su verdadero rostro: espacios para la sumisión y la dependencia, con estudiantes obligados a marchar de rojo en apoyo al régimen e impedidos de expresar críticas a la gestión gubernamental so pena de ser excluidos.
La ignorancia, el descreimiento, la sumisión y la dependencia no son las mejores herramientas para impulsar una “revolución” educativa. Necesitamos, para comenzar, 5.000 nuevas escuelas y un acuerdo educativo mínimo que, como su nombre lo indica, deberá ser fruto del consenso y no de la imposición. En el próximo artículo, hablaremos sobre ello.
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