Tiempo de palabra
. "¡Cueva, Socialismo y Muerte!"
Arde el KremlinEl Zar de todas las Rusias se apelotona sobre sí mismo en Miraflores ante la hemorragia de noticias que se cuelan debajo de pesados portones y celosos centinelas.
Oye pero no escucha. En medio de edredones y del rumor untuoso que producen los adulantes, le llega el murmullo de los de abajo y un olor a chicharrón piche se infiltra en cortinajes, recámaras y totumas. A tanto llega el desatino, que hasta los miembros de la Corte musitan sobre los males que afectan el seso del prócer.
No es para menos, hay susurros desde los más remotos confines, y un ambiente de caos ya reina en la comarca. En la tribu se comienza a producir un calentamiento global de los espíritus y los deditos acusadores se tuercen hacia las alcobas del Zar. Él no entiende.
Tantas buenas intenciones que lo adornan y los súbditos no lo reconocen. Se desespera. Hasta hace poco culpaba a los de la IV República, ahora comienza a culpar a sus siervos, tan malagradecidos que no se percatan de los sacrificios que hace por complacerlos, servirlos, quererlos y vaciarlos.
El crimen impune, los pleitos cívico-militares, el caos que poco a poco paraliza a las ciudades -especialmente Caracas-, la comprensión tardía de que el agua no fluye por las tuberías ante la orden de un general, y que la generación de electricidad no es obediente a las demandas de un caudillo lujurioso, descubren lo que siempre se supo: los dinosaurios gigantes no pueden sobrevivir al torbellino de polvo y oscuridad que su agitación enloquecida levanta.
El carromato bolivariano alcanzó velocidad de crucero porque iba en bajada; ahora, cuesta arriba y con los de abajo insolentes, la carroza ya no aguanta la corte de los milagros encaramada, incapaz de responder a la clásica demanda de los zagaletones en el Carnaval: "¡Aquí es! ¡Aquí es!".
Ahora el Zar promueve la vuelta al Precámbrico Inferior, cree que sin luz y sin agua se vive mejor. El Hombre Nuevo va a resultar el Hombre de Neanderthal, gozoso en su madriguera, ocupado de vagabundear entre la recolección de mangos para comer y el retrete al lado para descomer. "Cueva, Socialismo y Muerte", todo a la vez. "Ugh, Hagg, Chxzxc, nogh, sehg, vhaggg...".
El Crimen.
Las bandas criminales son un instrumento del orden que se ha impuesto en Venezuela, en el campo y en la ciudad. En las zonas urbanas las bandas organizadas cumplen la función de mantener a la población bajo toque de queda, atemorizada, contando los cuentos del terror, y también la función de ser los agentes de las expropiaciones revolucionarias: le quitan a los ciudadanos sus computadoras y carros, celulares y carteras, cuando son generosos; la vida, cuando no lo son tanto.
El Gobierno se ocupa de la confiscación de la propiedad de unos millones para arriba; el crimen se ocupa de unos millones para abajo. Todos redistribuyen los bienes. Todos acaban con la vida civilizada e introducen a los venezolanos en el mundo del abandono.Escriben a esta columna: "En La Guaira hay una banda que llama a los comerciantes para ponerlos a pagar vacuna. A uno de estos pequeños empresarios lo están tarifando en 150.000 bolívares fuertes. Tenía de plazo hasta el sábado para pagar.
No quería pagar, pero ese mismo sábado otra persona, el señor L. G., de un mayor de licores en Catia La Mar, se opuso y le metieron un tiro en la cabeza. Lo enterraron el domingo pasado. Se habló con un militar de la Guardia Nacional de rango más o menos alto quien dice que es una banda de puros funcionarios incluyendo miembros de la GNB. A éstos se les levantan expedientes y en Caracas la mano peluda logra perdonarlos.
El alto oficial propuso ponerle escolta al comerciante pero le advirtió que él no puede garantizarle si los guardias que mandaría no están también en la jugada. El nombre que le dan a la banda es 'los poli'". El crimen no es un azar del bochinche bolivariano sino de sus más sofisticados productos.
Los Militares.
Con la reciente reforma de la Ley de la Fuerza Armada se consagra la existencia de la Milicia Nacional, constituida por la Milicia Territorial -voluntarios en todo el país- y los Cuerpos Combatientes -formados en las instituciones públicas-. La Milicia depende directamente del Zar.
Es un cuerpo ideologizado, al servicio del proyecto político del régimen, en el cual no tiene cabida el venezolano común sino el militante bolivariano. Es la consagración legal de la destrucción de la institución militar.
Lo que las revoluciones en América Latina, la cubana y la nicaragüense, hicieron de un tajo en 1959 y 1979, respectivamente, el fandango bolivariano lo ha hecho en cámara lenta.
El objetivo ha sido idéntico, el de reemplazar la Fuerza Armada institucional por cuerpos militares al servicio del caudillo y cuya misión real es la de someter la revuelta popular que puede venir.Hasta 2002, los militares institucionales tenían más o menos la sartén por el mango. Después de la renuncia y regreso de Chávez, hubo purga y desmoralización por un tiempo; ahora pareciera que hay cierta resistencia.
Hay cuatro niveles de resistencia.
El primero es el que deriva de la controversia permanente entre los oficiales que se dicen "revolucionarios" y los que se consideran "institucionalistas". Muchos de estos últimos han sido retirados o están sin cargo, pero representan el profesionalismo dentro de la FANB y tienen una carrera que los hace relativamente influyentes.
El segundo nivel de resistencia es derivado del choque entre oficiales cubanos y oficiales venezolanos. Hay oficiales de la FANB de muy alta jerarquía que no toman decisiones a menos que tengan el respaldo de sus jefes cubanos para obtener la legitimidad "revolucionaria" de sus actos.
Esta situación provoca furia contenida.
El tercer nivel deriva del conflicto entre oficiales y tropas profesionales de carrera, de un lado, con las milicias, del otro lado. Las milicias y los cuerpos de combatientes se han convertido en fuente de tensión permanente, lo que ha dado lugar a peligrosas situaciones como la ocurrida esta semana (El Nacional, 29.10.09). El cuarto nivel resulta de la pugna entre los beneficiarios de puestos, bonos y regalías, y la mayoría de los oficiales que reciben un sueldo devaluado. Colapso de Servicios. Todo se cae. Casi nada sirve.
Hace pocos días, en la urbanización El Paraíso, miles de personas oyeron el rugir de la tierra, no era terremoto, pero sonaba a cataclismo. Se había roto un tubo inmenso de agua y se desparramaba por calles, avenidas y casas, llevándose bolsas de basura y restos de la miseria urbana. No hay agua en los barrios ni en la Maternidad.
Hay que vivir a la cubana, con racionamiento de la electricidad. Los carros están desbaratados por los huecos de las calles.
Las escuelas y centros de salud se caen. Entretanto, el Zar se revuelve ebrio con la fortuna del país y acaricia los baúles repletos que viajan a alquilar -como en los tristes lupanares del camino- un poco de amor urgido y bolivariano.www.tiempodepalabra.
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