El Método del Discurso
Quítense la musaraña de la cabeza, los partidos están vivos y coleando; en cada elección forman filas a sus puertas quienes buscan ser incluidos en sus listas. Los que se han postulado por su cuenta o se presentaron como independientes han desaparecido en la noche de los tiempos.
Chávez rompió esta regla, y ya vemos como nos fue. Caldera, un fundador de la IV república apoyado por una disidencia copeyana y grupos de izquierda, también llegó a Miraflores en los estertores de la IV república.
Hoy en la oposición ¿desgraciadamente? no hay un Chávez ni un Caldera, pero quizá nacerán nuevos líderes después de las elecciones legislativas. El Congreso de 1999 produjo a Franceschi, le dio un escenario a Primero Justicia y la constituyente proyectó nacionalmente a Gerardo Blyde, esta Asamblea ha sido la gran oportunidad de Ismael García.
Los partidos necesitan escenarios, la abstención los dejó cuatro años sin la gran tribuna: el parlamento, es decir, la Asamblea.
Ahora es necesario que asista a las reuniones de la Mesa de la Unidad Leopoldo López, un líder carismático que ha malgastado su capital político, ha sido utilizado por otros en vez de preservarse por encima del debate y apostar al futuro.
Hoy en Venezuela la votación de Ledezma representó la fortaleza de los socialdemócratas, y la de Pérez Vivas de los socialcristianos, y quizá sea justo decir lo mismo de Ocariz y de Capriles Radonski Sin los partidos no hay vida. Al bipartidismo lo derrotaron en Alemania, pero surgieron nuevos partidos.
Mundialmente los partidos están en entredicho, cambiando para renacer.
Sólo en las encuestas existen esos seres imaginarios, los ni-ni, en las chiquitas, a la hora de votar, los electores votan por sus candidatos o se abstienen, como ocurre en todas las elecciones donde el número de abstencionistas fluctúa según la trascendencia de los comicios.
Ni en España, ni Alemania, y tampoco en Estados Unidos los electores militan en los partidos, pero votan sistemáticamente en una dirección o en otra. Los militantes forman una minoría.
Nadie inventará una nueva tarjeta electoral para las elecciones de la Asamblea.
Los críticos de los partidos quieren que los incluyan en las listas y obviamente hay que tomarlos en cuenta, a pesar de que disparen a matar contra la Mesa de la Unidad.
Si fracasa la Mesa de Unidad, si el Gobierno divide a la oposición por mampuesto, tendremos Chávez for ever, porque entonces sólo una explosión social que arrasase con el país marcaría el final de Chávez, a quien un posible 27 de febrero no lo agarrará de sorpresa y que también cuida como la niña de sus ojos al Ejército. Fuera de los partidos no hay salvación y sólo queda el camino del infierno, cuyo camino está empedrado por los abstencionistas y los antipartidos.
fausto.maso@gmail.com
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