Las fuerzas democráticas tienen pendientes una serie de tareas elementales que llevar a cabo
Las fuerzas democráticas del país tienen una preocupación: cómo llegar a los sectores que, aunque todavía respaldan a Chávez, deberían estar cada vez más descontentos con su gobierno. Se piensa que ese voluminoso contingente de votantes no se decide a dar el paso definitivo porque no siente que en el lado democrático hay una propuesta lo suficientemente atractiva en sus propios términos, que vaya más allá del rechazo al comandante.
Así que proposiciones van y vienen respecto a que hay que hacer esto o lo otro, para resolver ese terco asunto. "La oposición debería... etc., etc.". No hay que buscar a Dios por los rincones. Las fuerzas democráticas tienen pendientes una serie de tareas elementales que llevar a cabo. Mientras no las aborden con decisión, cualquier otra cosa es un consejo abstracto e inviable.
Hay una crisis económica y social en desarrollo, producto de la desastrosa gestión gubernamental. Que la enfrente el gobierno.
En el terreno político, no habrá ningún diálogo y las fuerzas democráticas no deben gastar un minuto de su tiempo ni un gramo de sus energías en estar pendientes de un tema de fantasía. Lo que les corresponde es hacer su tarea, de modo de estar allí, lista para el relevo, de lograr aparecer ante los venezolanos como una opción de relevo creíble, confiable, factible.
Las faenas pendientes son muy sencillas de describir. Afinar la máquina electoral, a partir de un cuidadoso estudio de las cifras electorales, para detectar dónde hace falta más presencia de testigos, dónde hace falta que el mensaje democrático llegue de alguna manera. Luego, establecer con tiempo esquemas, criterios, procedimientos unitarios para la selección de candidatos de cara a los próximos eventos electorales, de modo de poder actuar la máxima eficacia electoral, en un contexto donde existen las morochas y hay que enfrentar un adversario unificado bajo la voz de mando de su mandamás. Además, formular una plataforma programática democrática que enmarque la solución de los problemas del país y de su gente en una visión de largo plazo y que, a la vez y dentro de ese marco, contenga propuestas concretas y viables para enfrentar las calamidades que afligen a la población en su día a día.
Propuestas que han de estar a la altura de lo que la evolución política del país hoy por hoy exige: han de ser, pues, incluyentes, de fuerte acento social, de la mayor calidad técnica alcanzable... La simple mención de apenas esas tres tareas, ya nos da idea del esfuerzo organizativo, la energía intelectual y la altura de visión política que hay que desplegar para llevarlas a cabo.
Esto es lo programable, lo que amerita la concentración del esfuerzo organizado de los partidos, la sociedad civil, los movimientos de opinión, el estudiantado. De resto, como lo impone la política cotidiana, seguir de cerca el transcurso de la crisis y de los errores gubernamentales, y hacerse presente en cada uno de sus momentos, lo más unitaria y coherentemente que sea posible. No estaría de más organizar una amplia mesa de seguimiento de la crisis o algo así, para cumplir esa tarea de acompañamiento.
En cuanto al tema del líder que pueda encabezar todo esto, es necesario que los aspirantes pongan en juego sus talentos, sin cortapisas, a ver cuál "llega" más, quién es un comunicador más cálido y efectivo del mensaje democrático. Para eso no hay recetas, pero sin ese componente personal de liderazgo y comunicación que al final encarne todo el esfuerzo aquí descrito, este no será políticamente eficaz.
Hacer la tarea, resuelve de paso un problemita que también ha dado que hacer. ¿Se confronta o no se confronta con Chávez? La fórmula es confrontación con alternativa. Si se carece de una propuesta de relevo, la confrontación adquiere un carácter puramente personal y negativo, de poca eficacia para amplios públicos cada vez más insatisfechos con el barinés. Pero si hemos hecho la tarea y nos mostramos unidos y pro positivos, la confrontación adquiere un nivel superior, se puede confrontar a Chávez cuanto se quiera, pues el enfrentamiento ya no es con la persona como tal, sino como encarnación de una visión y una política ruinosa, frente a la cual tenemos algo mucho mejor que ofrecer.
Lo que el futuro pueda deparar a la alternativa democrática no es predecible, pero para poder enfrentar bien lo que el porvenir traiga, hay que haber hecho la tarea. Hagámosla y tal vez descubramos que, como se dice, "todo lo demás os será dado por añadidura". dburbaneja@gmail.com
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