La actuación del movimiento estudiantil en los próximos años se balanceará entre la resistencia a los abusos del gobierno y la actividad social. A futuro, también deberá ampliar sus propias bases
Por: David Ludovic Jorge
Fotos por: Ilich Otero
Un punto medio.
Esa es la meta que, en función de las elecciones por venir, deben alcanzar el movimiento estudiantil y los partidos en su relación política. Así se desprende de las críticas realizadas por los dirigentes partidistas en su trato con el movimiento estudiantil. "Si actuamos mucho, nos dicen que buscamos robarles espacio.
Si participamos menos, como en la campaña por el No, que los dejamos solos", se quejó el alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, el martes.Dicho punto medio, sin embargo, parece estar bastante claro entre los representantes estudiantiles. Para Juan Mejía, presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad Simón Bolívar, el movimiento debe asumir un rol protagónico al defender derechos y libertades fundamentales del país y apartarse cuando entren en juego espacios de poder, como ocurrirá este año en la elección de concejales y juntas parroquiales, o en las parlamentarias de 2010.
Por el contrario, Mejía explica que el movimiento asumió "un rol muy inteligente en 2008: entender que no éramos los protagonistas.Entendimos que era el momento de los candidatos". Este compromiso representó, incluso, la necesidad de llenar espacios vacíos en aspectos como la estructura electoral opositora algo que, asegura, continuarán haciendo en ocasiones venideras.Al respecto, Freddy Guevara, ex representante estudiantil y concejal metropolitano, también elogia la labor del movimiento estudiantil en el tema del monitoreo electoral.Sin embargo, aunque aclara que es perfectamente legítimo que los dirigentes estudiantiles tengan intereses políticos, también insiste en que la única manera de hacerlo es desde los partidos políticos, y de ninguna manera como outsi- ders. "No tiene que ser un partido tradicional. Puede ser uno fundado por ellos, o la refundación de alguno. Lo importante es que sea desde un grupo, que coincidan en propuestas y en principios ideológicos", aclara.Mejía coincide con Guevara en la legítima transición de dirigencia estudiantil a dirigencia juvenil de un partido, pues considera que eso forma parte del necesario refrescamiento de la política nacional.
El politólogo y profesor universitario, José Vicente Carrasquero, discrepa ligeramente de estas percepciones. "Los movimientos estudiantiles son de por sí políticos, porque toman una postura, bien sea apoyando o confrontando al poder", sostiene.
Para él, el rescate del quehacer político no tiene límite de edades, por lo que la actuación de los estudiantes, en la búsqueda de espacios de poder no es contradictoria. "Si lo importante es rescatar lo político, no tiene nada de malo que un estudiante sea diputado, incluso si quiere postularse de manera independiente", asegura.
Sin embargo, aunque no lo considera imprescindible, sí cree que es muy importante que los dirigentes juveniles con intereses políticos no le teman a la "mala fama" de los partidos y se integren, o conformen uno. "¿A dónde llegas sin un partido? Es difícil de decir, porque el partido te da estructura política necesaria", explica.Próximo paso: ampliar bases. En sustitución de la actuación meramente política y electoral desarrollada por los estudiantes desde la campaña por el No a la reforma constitucional en 2007, Mejía explica que el movimiento estudiantil ahora se ha decantado, de manera espontánea, en dos vertientes. "Por un lado están los interesados en la parte social y el trabajo con las comunidades. El otro, es el grupo de resistencia política.Cada dos o tres meses hay arremetidas contra la sociedad, como la llamada `Ley Sapo’, las 26 leyes de la Habilitante el año pasado, etcétera, y tiene que haber quienes luchen contra estas iniciativas", explica.Ambas vertientes coinciden en un objetivo común: hacer progresar y transformar el país. "El futuro no se puede dejar en manos de los demás.
Quizás ese fue el error de nuestros padres. La única forma de mejorar el futuro es que nosotros mismos formulemos cambios", finaliza Mejía.Para Carrasquero, tal "trabajo con las comunidades" debe ir más allá. De ahí que una de sus principales objeciones al movimiento sea el calificativo de estudiantil."Uno de cada cinco jóvenes en Venezuela es estudiante universitario.Si asumes el nombre de estudiantil, dejas por fuera jóvenes obreros, jóvenes madre solteras, etc. Uno de los primeros retos del movimiento es aumentar su base".Esto es necesario, sobre todo, para evitar que la situación de exclusión sea más grave cuando los ahora dirigentes juveniles se conviertan en los líderes políticos nacionales, sostiene.
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