Libertad!

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jueves, 5 de marzo de 2009

VITALICIOS.

El Mariscal Tito –verdadero militar victorioso, cuando el ejército soviético llegó a Yugoslavia ya ellos la habían liberado- hizo que su Asamblea Popular lo proclamara Presidente Vitalicio. No se andaba con tonterías: gastos electorales, nada de Jorge Rodríguez o Tibisay Lucena ya que resultan innecesarios. Simplemente se proclamó vitalicio y ya. Josip Broz Tito era un estadista, raro entre los comunistas.
Apenas Chou En Lay, Ho Chi Ming, Palmiro Togliatti y Enrico Berlinguer podrían aspirar a ese calificativo. Los demás fueron activistas del aparato del partido, o que se partieron el pecho en alguna lucha armada, o que tuvieron mucha suerte como el camarada actual venezolano.
Lo cierto es que Tito unificó Yugoslavia en Los Balcanes, creó un solo estado, que duró mientras él estuvo vivo, luego como en todos los comunismos, herido de muerte, aquel estado se desgajó en medio de horribles guerras civiles.
Vitalicios también fueron Stalin, Mao Se Dong, Kim Il Sung, Enver Hoxha, Todor Yivkov y por supuesto Fidel Castro. Es el modelo comunista que le gusta a Chávez, bueno para una Venezuela con él en el poder. Jean Claude Duvalier, conocido como Papa Doc se declaró vitalicio. Machaconamente repetía que sin él no había ninguna garantía para que Haití progresara y no se sumiera en el caos.
Tampoco necesitaba un CNE de empleados suyos, para ganar; le bastaba con tener comprado y bajo férreas manos al ejército y a sus grupos de choque –los tontons macoutes- aterrorizando y asesinando en las calles. Aún más dejó a su hijo Babi Doc la herencia del gobierno. De aquella larga dictadura del padre y del hijo lo que quedó fue un Haití mas pobre que nunca.También Franco fue vitalicio, generalísimo y comandante en jefe, murió en la cama. Durante muchos años España pagó el retraso de no estar a la altura del progreso europeo.
En América, la que habla en español, Trujillo y Strossner fueron vitalicios; lo mismo Porfirio Díaz y el General Gómez. También lo fue el Dr. Francia en Paraguay y Robert Mugabe, el amigo apreciado, en Zimbabue, espera serlo. Se dice que estos tiranos tenían vocación de poder, un apego casi inhumano al poder personal.
El autócrata venezolano de hoy no ha podido impedir las elecciones, es el precio que no ha podido dejar de pagar. Su ideal sería la presidencia vitalicia sin el fastidio de tener que amañar consultas, pagarles bien a los que se las preparan. Se añora como paradigmas a Fidel y al General Gómez. Unos verdaderos maestros en materia de presidencias vitalicias. Lastima que los tiempos cambian: el imperio soviético se derrumbó sin disparar un tiro, sin ninguna invasión externa, solo con movilizaciones populares.
Al General Stroessner le bastó que otro general, consuegro suyo, le dijera que se marchara. Aunque los autócratas tienen vocación de vitalicios, la vida es breve como el poder.
VICTOR HUGO D’PAOLA.

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