Paulina Gamus
Sábado, 18 de julio de 2009
La gente suele creer por haber sido alguna vez dirigente política y parlamentaria, tengo acceso a la fórmula mágica para “salir de Chávez” o para saber “hasta cuándo durará esto”. Son las preguntas más frecuentes que me hacen en la calle, supermercado, cine, fiestas y cualquier lugar público o privado donde se concentren más de cuatro personas.
La gente suele creer por haber sido alguna vez dirigente política y parlamentaria, tengo acceso a la fórmula mágica para “salir de Chávez” o para saber “hasta cuándo durará esto”. Son las preguntas más frecuentes que me hacen en la calle, supermercado, cine, fiestas y cualquier lugar público o privado donde se concentren más de cuatro personas.
Dejé de caminar en el Parque del Este, antes Rómulo Betancourt, no por la borrada del nombre sino por el fastidio de los acosadores políticos de la oposición, siempre con sus preguntas imposibles de responder. Los kilos de exceso por la falta de ejercicio, los acepto como compensación por la paz que me da no tener oír a personas que insisten en buscar un desahogo a costas de ahogarme.
Sin embargo cuando surgen esas preguntas que hasta cuándo y que cuándo se va y que por qué no surge un líder, tengo una respuesta ya etiquetada: Chávez caerá cuando lo tumben los chavistas. En otras palabras, cuando ese pueblo que se volcó a adorarlo o a creerlo uno de los Tres Reyes Magos, reconozca que ha vivido engañado por un encantador de serpientes que luego las deja sueltas para que envenenen el alma y la salud física y mental de los venezolanos. Lo que menos quisiera en revivir viejas polémicas sobre si perdimos o ganamos el referéndum revocatorio en 2004 y la elección presidencial de 2006, los presuntos fraudes, etcétera, pero no hay que ser un genio de la política ni de las matemáticas para entender que mientras un presidente mantiene todas las instituciones en un puño y goza además de un 50 o 60% de aceptación o popularidad, resulta casi imposible derrotarlo.
Sin embargo cuando surgen esas preguntas que hasta cuándo y que cuándo se va y que por qué no surge un líder, tengo una respuesta ya etiquetada: Chávez caerá cuando lo tumben los chavistas. En otras palabras, cuando ese pueblo que se volcó a adorarlo o a creerlo uno de los Tres Reyes Magos, reconozca que ha vivido engañado por un encantador de serpientes que luego las deja sueltas para que envenenen el alma y la salud física y mental de los venezolanos. Lo que menos quisiera en revivir viejas polémicas sobre si perdimos o ganamos el referéndum revocatorio en 2004 y la elección presidencial de 2006, los presuntos fraudes, etcétera, pero no hay que ser un genio de la política ni de las matemáticas para entender que mientras un presidente mantiene todas las instituciones en un puño y goza además de un 50 o 60% de aceptación o popularidad, resulta casi imposible derrotarlo.
Eso sería viable en el momento en que sus seguidores dejaran de votar por él o por sus propuestas, como ocurrió el 2 de diciembre de 2007 con el rechazo a la reforma constitucional y el 23 de noviembre de 2008 con la elección de gobernadores y alcaldes de oposición en territorios que resultaban claves para el chavismo.
A pesar de esas derrotas, Chávez decidió avanzar como un Panzer IV aplastando la decisión de los electores que rechazaron propuestas violatorias de sus derechos y libertades y su voluntad de elegir democráticamente a candidatos no impuestos por el dedo presidencial.
A pesar de esas derrotas, Chávez decidió avanzar como un Panzer IV aplastando la decisión de los electores que rechazaron propuestas violatorias de sus derechos y libertades y su voluntad de elegir democráticamente a candidatos no impuestos por el dedo presidencial.
Hoy tenemos encima un conjunto de leyes que liquidan lo poco que nos quedaba de civilismo y democracia y, además, desde el Presidente hasta los más diminutos funcionarios del oficialismo, se vuelcan a atropellar a gobernadores y alcaldes que no pertenecen al círculo de sirvientes del mini Stalin de Sabaneta.
Nadie, ni los más prestigiosos futurólogos, acuciosos astrólogos o videntes tocados por la gracia divina, pudo advertirnos jamás que aparecería un presidente de Petróleos de Venezuela, la empresa bandera del país, transmutado en el jefe de una secta de fanáticos que expresa su odio por quienes no estén arrodillados a los pies del comandante Chávez y amenazando con sacar a patadas al legítimo gobernador del Táchira.
¿Quién habría de imaginar hace algunos años que un presidente de PDVSA, el mismo que debe representar nacional e internacionalmente a la única surtidora de divisas que tiene esta república dizque bolivariana, encabezaría una marcha de forajidos gritando consignas amenazantes y pintando grafitis injuriosos en el Despacho del gobernador Pérez Vivas a quien ha jurado desalojar de su cargo. Y sin embargo ese sujeto es uno de los que canta en el coro de lamentaciones chavistas por el derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras.
El Panzer IV iba avanzando sin obstáculos en la vía, hasta que los mismos chavistas o el soberano o los pobres o el proletariado o como se les quiera etiquetar, decidieron que hasta aquí llegamos. Ya no se trata solo del malestar que une -sin distingo de color político- a los trabajadores atropellados de las industrias del aluminio y del acero en el estado Bolívar. La cosa no se queda en el grave conflicto laboral que el gobierno tiene planteado con el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros y con otros gremios.
El Panzer IV iba avanzando sin obstáculos en la vía, hasta que los mismos chavistas o el soberano o los pobres o el proletariado o como se les quiera etiquetar, decidieron que hasta aquí llegamos. Ya no se trata solo del malestar que une -sin distingo de color político- a los trabajadores atropellados de las industrias del aluminio y del acero en el estado Bolívar. La cosa no se queda en el grave conflicto laboral que el gobierno tiene planteado con el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros y con otros gremios.
Ahora es la gente llana, de diferentes edades y seguramente de distintas posturas políticas pero que sufre en carne propia la arremetida constante de la delincuencia desbordada, la que ha decidido que con sus policías no se metan. La semana pasada la población mirandina de Caucagua se alzó en protesta contra el alcalde que pretendió desalojar a la policía estadal de su sede de siempre. La razón muy clara es que esa policía depende el gobernador Henrique Capriles Radonsky que es de oposición y el alcalde es chavista. En vista de los enfrentamientos entre defensores y detractores de la arbitraria medida del alcalde, éste tuvo la inteligencia suficiente para llegar a un acuerdo con ambos bandos y permitir que el inmueble en disputa fuese compartido por la policía y algunas dependencias de la alcaldía.
Y entonces pasó lo de Curiepe, esta población también mirandina y barloventeña se movilizó para impedir que la alcaldesa chavista hiciera lo que le han ordenado hacer o lo que su condición de guapa y apoyada le aconseja: tomar la sede de la policía, desalojarla y ubicar dependencias que se esconden bajo los falsos nombres de Participación ciudadana y Cultura. La decidida posición de los vecinos en defensa de sus derechos, fue confrontada por la Guardia Nacional con equipamiento para guerra nuclear. Hasta el momento en que escribo esta nota, jueves 16 de julio, hay decenas de heridos y asfixiados por gases lacrimógenos.
Hugo Chávez que aún procura mostrarse al mundo como un demócrata, está en la misma posición del Ayatolá Alí Jamenei y de toda la sarta de clérigos, santones y matones que gobiernan en Irán, los que han convalidado un fraude electoral para mantener en el poder a su títere, el payaso maléfico Mahmud Ahmadinejad. ¿Qué han hecho aquellos? reprimir al pueblo que protesta y que reclama sus derechos, con una fuerza militar que no conoce el respeto a la integridad humana. Veremos si estos hipócritas que nos gobiernan, los que ahora intentan enjuiciar al ex ministro de la Defensa Italo del Valle Alliegro por los muertos en el Caracazo de febrero de 1989, se acuerdan de que los derechos humanos existen para todas las personas, incluso las que son odiadas por el ventrílocuo de la República y por su muñequito Rafael Ramírez, presidente de PDVSA.
paugamus@intercable.net.ve
Y entonces pasó lo de Curiepe, esta población también mirandina y barloventeña se movilizó para impedir que la alcaldesa chavista hiciera lo que le han ordenado hacer o lo que su condición de guapa y apoyada le aconseja: tomar la sede de la policía, desalojarla y ubicar dependencias que se esconden bajo los falsos nombres de Participación ciudadana y Cultura. La decidida posición de los vecinos en defensa de sus derechos, fue confrontada por la Guardia Nacional con equipamiento para guerra nuclear. Hasta el momento en que escribo esta nota, jueves 16 de julio, hay decenas de heridos y asfixiados por gases lacrimógenos.
Hugo Chávez que aún procura mostrarse al mundo como un demócrata, está en la misma posición del Ayatolá Alí Jamenei y de toda la sarta de clérigos, santones y matones que gobiernan en Irán, los que han convalidado un fraude electoral para mantener en el poder a su títere, el payaso maléfico Mahmud Ahmadinejad. ¿Qué han hecho aquellos? reprimir al pueblo que protesta y que reclama sus derechos, con una fuerza militar que no conoce el respeto a la integridad humana. Veremos si estos hipócritas que nos gobiernan, los que ahora intentan enjuiciar al ex ministro de la Defensa Italo del Valle Alliegro por los muertos en el Caracazo de febrero de 1989, se acuerdan de que los derechos humanos existen para todas las personas, incluso las que son odiadas por el ventrílocuo de la República y por su muñequito Rafael Ramírez, presidente de PDVSA.
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