Libertad!

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viernes, 3 de julio de 2009

El regreso del idiota: Hugo Chávez

Michael Rowan

Diez años atrás, tres distinguidos
escritores latinoamericanos,
Plinio Apuleyo
Mendoza, Carlos Alberto
Montaner y Álvaro Vargas
Llosa, se unieron para
escribir “El manual del
perfecto idiota latinoamericano”,
un libro que presenta
una reseña de los caudillos
idiotas que engañaron al
pueblo para obtener de éste
el poder absoluto, y de los
“intelectuales” aduladores
que los apoyaron en Occidente.
En la edición de mayo/
junio de Foreign Policy,
Álvaro Vargas Llosa retoma
la idea en “El regreso del
idiota”, donde arremete
contra Hugo Chávez y sus
amigos

Tal vez no haya nada sorprendente en el
poderoso regreso de las “especies de idiotas
responsables por el subdesarrollo de América
Latina”, tal como Álvaro Vargas Llosa describe
esa aberrante raza política; pero de cualquier
manera, es triste leer sobre ella. La región
todavía no ha logrado resolver el problema
de la pobreza y sus idiotas necesitan
un chivo expiatorio.
La visión que Chávez tiene de la pobreza
no se sustenta sobre ningún fundamento intelectual.
Cuando de pobreza y desigualdad
se trata, que según el idiota fueron impuestas
por los ricos sobre los pobres, Chávez no
percibe ni el problema ni la solución.
La pobreza y la desigualdad son producto
de la globalización únicamente en un sentido
muy limitado. Al incrementarse el número de
seres humanos a seis mil millones de personas
durante las siete generaciones desde
1820, dos mil millones de personas alcanzaron
un estilo de vida cómodo del que nadie
había disfrutado nunca antes y cuatro mil
millones de personas empezaron a vivir desde
el punto de vista material cinco veces mejor
que lo que los humanos habían vivido
antes en el planeta. El idiota no percibe esto
como un triunfo sino como un fracaso.
De hecho, la globalización inventó la pobreza
y la desigualdad porque antes de que
ella apareciera, la única experiencia universal
de vida era la pobreza; era una condición de
vida. Incluso emperadores y reyes del pasado
tuvieron niveles de vida con una calidad
muy inferior a la que se encuentra entre los
cuatro mil millones de “pobres” que actualmente
habitan la Tierra. Para Estados Unidos,
este hecho fue documentado en “The
Good Old Times, They were Terrible”, un trabajo
que describe cómo era en realidad vivir
en Nueva York sin ninguna de las comodidades
de la vida moderna.
Pero en el relativo, globalizado, frágil, complejo
e interdependiente mundo actual, la
oportunidad política del idiota reside no en el
hecho de que cinco de cada seis no existiría
si la globalización (y todos sus horrores) no
hubiera tenido lugar, sino en que a dos de
cada seis les está yendo mejor que al resto:
desigualdad relativa. Y es por esta razón que
la idiotez del populismo encuentra aceptación;
la gente desconoce la historia y la edad promedio
en América Latina no llega a 30 años.
Devolver el reloj de la globalización implica
regresar a un planeta con un mil millones de
habitantes, 99% de los cuales vivía una vida
salvaje, desagradable y breve. Pero ésta es la
solución idiota de un análisis idiota del problema
de la pobreza.

Chávez, a quien Vargas Llosa describe en
“El retorno del idiota”, no ve ni la más mínima
gota de ironía en el hecho de que sus
$100 millardos de ganancias inesperadas e
inmerecidas desde 2004, apenas una migaja
de los $45 billones de la economía global,
provienen de la posesión geológica accidental
que Venezuela tiene de un recurso que la
globalización necesita para mantener funcionando
el delicado motor del crecimiento.
Si Venezuela no poseyera ese recurso,
absolutamente nadie escucharía una sola
palabra de sus idiotas peroratas, las cuales
martillean los cerebros de los venezolanos
40 horas a la semana, y en aumento... “Socialismo
o muerte” en realidad significa
“muerte o muerte”.
Uno de los perversos placeres que ofrece
la lectura de Vargas Llosa es seguir su viaje a
través de las mentes de los intelectuales de
Occidente que apoyan a idiotas como Chávez.
Vargas Llosa escribe: “Nuevamente, importantes
académicos y escritores están proyectando
su idealismo, sus conciencias llenas
de culpa o sus quejas contra sus propias sociedades
sobre la escena latinoamericana (… )
propagando absurdos que moldean las opiniones
de millones de lectores y santifican al
idiota latinoamericano”. Amén.

Recuerda a Chávez “publicitando” el libro “Hegemonía o
supervivencia. La estrategia imperialista de Estados Unidos”
de Noam Chomsky, en su discurso en la ONU, cuando Chávez
llamó “diablo” a George W. Bush, y a Chomsky alabando el
éxito de Chávez contra el analfabetismo, las enfermedades y la
pobreza en Venezuela, cosa que es falsa de toda falsedad, pero
Chomsky nunca verificó los hechos. Las alabanzas que
Chomsky hace de Chávez por haber enfrentado el desastre de
la pobreza venezolana, de hecho, equivalen a los elogios que
Bush merece por la forma como enfrentó el desastre del huracán
Katrina en Nueva Orleáns.

Vargas Llosa menciona a premios Nobel que adoran a los
idiotas latinoamericanos: La opinión de Harold Pinter de que
Estados Unidos derrotó a los sandinistas en Nicaragua cuando
en realidad hay que agradecérselo a los electores. La idea que
tiene Joseph Stiglitz de que Chile alcanzó el éxito gracias a que
el Estado era propietario y controlaba la economía, cuando en
realidad las políticas de libre mercado son una mejor explicación.
Lo que piensa Günter Grass de que los cubanos no se han
percatado de la ausencia de derechos humanos porque se sienten
orgullosos del comunismo, cuando, en realidad, la historia
de los derechos humanos allí es una perenne atrocidad que
Grass prefiere ignorar. La ideología juega malas pasadas a la
mente, similares a una neurosis.

Vargas Llosa también podría haber agregado a la lista a los
amantes de la idiotez: Jimmy Carter, Joseph Kennedy, Jesse
Jackson, Jack Kemp, Rudy Giuliani, Dennos Kucinich y Chriss
Dodd, presidenciables de Estados Unidos, quienes admiran a
Chávez, o su dinero, con efusiva reverencia. Mientras la gente
en Estados Unidos se apresura a denunciar la idiotez del asesino
autor de la masacre en Virginia Tech., algunos encuentran
espacio para alabar a los idiotas que cometen sus actos violentos
sin que nadie los vea. En Venezuela mueren más personas a
diario que en cualquier otro lugar, salvo en Irak.
“Este lapsus intelectual sería prácticamente inocuo si no tuviera
consecuencias”, escribe Vargas Llosa. “Mas, por el hecho
de que legitima un tipo de gobierno que está en el corazón
del subdesarrollo económico y político de América Latina, este
lapsus constituye una forma de traición intelectual”. No se trata
precisamente del tipo de traición que conduce a muchos a las
cárceles en Venezuela y Cuba hoy en día, lo que puede atestiguar
un gran número que cree en los derechos humanos y la
libre expresión.
Este lapsus intelectual también oscurece la principal amenaza
a la seguridad que enfrenta Estados Unidos actualmente. Ya
sería suficientemente malo que la idiotez de Chávez estuviera
confinada únicamente a Venezuela, o América Latina. Pero no
es así. Chávez ha logrado infiltrarse en el sistema estadounidense
de una manera tal que podría sabotearlo, y pronto.
La idiotez de combatir la inflación eliminado tres ceros a la
moneda, o combatir la escasez de alimentos instalando gallineros
verticales en los techos de las casas, o de luchar contra el
desempleo creando una reserva armada de un millón de personas
leales únicamente al caudillo, o de enfrentar la pobreza en
Catia subsidiando petróleo para Boston, es una cosa. Pero ¿qué
podría hacer el idiota con los misiles antibuque BrahMos, los
que de hecho tal vez sean parte de su lista de compra de armamento
militar por $5 millardos para 2007?
El BrahMos supersónico es un misil de fabricación india/
rusa que se lanza desde tierra, mar o aire y vuela rozando la
superficie a una velocidad de Mach 3 con una ojiva de 650
libras y un alcance considerable, promocionado por sus fabricantes
como “el misil crucero supersónico universal”. Con un
costo de $2 millones cada uno, estos misiles están fuera del
alcance de la mayoría de los idiotas, pero no de uno que ha
tenido un extra de $100 millardos de ganancias petroleras adicionales
desde 2004.
Un idiota que cree en el “¡socialismo o muerte!” y que tiene
$5 millardos de nuevos juguetes militares, control absoluto sobre
un gobierno soberano, tanto petróleo como los sauditas (si
se cuenta el crudo pesado), tanto dinero como Bill Gates y más
presencia en los negocios, la política y la TV estadounidense
que cualquier extranjero en el planeta no es simplemente una
amenaza para América Latina; así como no es una simplemente
amenaza para el Medio Oriente, el otro idiota que cree que el
“Holocausto es un mito” y que “Israel debería ser borrado de la
faz de la Tierra” y que está desarrollando armas nucleares.
Precisamente qué se considera intelectual es el tema de Vargas
Llosa.

Los intelectuales de Occidente tienen una inmensa capacidad
para tolerar el disenso y la crítica, lo que representa un
rasgo admirable cuando el intelectual es honesto. ¿Dónde está
la crítica intelectualmente honesta de Chávez? Él mismo no es
un intelectual; sus citas, desde Jesús hasta Bolívar, sugieren
que nunca ha leído más allá de la carátula de un libro, pero
Chomsky, Carter, Pinter, Belafonte, el New York Times, y una
buena parte del pensamiento occidental, deben jugar según
reglas intelectuales imparciales.
Es profundamente deshonesto que los intelectuales occidentales
legitimen a Chávez sin realizar una búsqueda rigurosa de la
verdad sobre lo que dice y hace en Venezuela, América Latina,
Estados Unidos y el mundo, e incluso las estaciones de gasolina
donde llenan sus autos o en sus televisores donde Joe Kennedy
dice “la ayuda está en camino” refiriéndose a Chávez.
Si cualquiera que se precie de intelectual se tomara la molestia
de buscar, encontraría suficiente evidencia de que Chávez
no es lo que dice ser, sino todo lo opuesto. “El último Rey de
Escocia” no es simplemente una película sobre Idi Amin, es
una metáfora sobre Chávez que resuena con gruñidos y carcajadas
histéricas desde el fondo de los venezolanos de todos los
colores políticos.
Los hechos están allí para que cualquiera los evalúe: Chávez
no es un demócrata. No ha sido elegido con transparencia ni
con imparcialidad. No está combatiendo la pobreza ni la desigualdad.
No está defendiendo los derechos humanos, la paz o
la estabilidad.

No es más que una persona agresiva, habilidosa para torcer
la verdad. Es más experto en engañar que cualquier otro gobernante
de cualquiera otra nación soberana en el mundo. “Causa
un placer secreto muy especial”, dijo una vez Adolfo Hitler,
“ver cómo quienes nos rodean ignoran lo que les está pasando
realmente”.
He aquí un desafío intelectual para aquéllos que se interesan
en analizar la capacidad de las armas militares, económicas y
políticas en la guerra asimétrica, el juego planteado por Chávez.
El Presidente venezolano es el único idiota del mundo que puede
poner en marcha e intensificar una provocación militar estratégica,
un pánico petrolero, una crisis de los mercados y una
recesión mundial, todo esto junto y al mismo tiempo. Con Bush,
el complemento propagandístico perfecto para el idiota, fuera
del Gobierno en enero de 2009, la ventana de oportunidad para
el ataque del idiota se extiende desde ahora hasta finales de
2008. Piénsenlo. ¿Cuándo es el momento perfecto para que ataque
el corazón del capitalismo, el imperialismo y el colonialismo?
¿Cuándo es el momento para llame a sus amigos en Estados
Unidos para que lo apoyen? Y, por supuesto, se estará
defendiendo de un ataque de Estados Unidos, pueden estar
seguros de este engaño.
Álvaro Vargas Llosa nos ha hablado sobre la idiotez. Y el
propio Chávez ha agregado una advertencia. “Los que piensan
que estoy improvisando… están muy equivocados”, aseguró
hace apenas unos meses. ¿No es momento de que el mundo
occidental someta a Hugo Chávez al mismo escrutinio intelectual
al que ha sometido a George W. Bush?

Gobierno y Política
VenEconomía Mensual / Mayo 2007
Nota del Editor: Los lectores de VenEconomía Mensual pueden
tener acceso al texto completo del artículo “The Return of the Idiot”
de Álvaro Vargas Llosa en la página web de “Foreign Policy”: http://
www.foreignpolicy.com/story/cms.php?story_id=3805

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