Alejandro Pietri
Es exagerado el caradurismo de estos “líderes” robolucionarios cuando intentan justificar ante una opinión pública supuestamente ignorante, si no imbécil, las violaciones a la libertad que a diario comenten o las agresiones verbales y físicas que constantemente dirigen a la mayoría de la población venezolana que los rechaza.
Hoy oía a un miembro del partido comunista, por cierto un diputado captado en un video en el campamento del narcoguerrillero Raúl Reyes, disertando sobre las expresiones “latifundio mediático” y monopolio, y escogiendo este último término como el correcto por que se identificaba más con aquello de la “dialéctica”, que lo describe como una forma más de dominación a través de mensajes, que por algún efecto mágico de organización y de contenido infernalmente capitalista, insertan en la mente de esos mismos imbéciles e ignorantes a los que supone dirigirse, los vicios burgueses que se oponen a la felicidad y al justísimo mundo socialista que él y los otros con la estúpida y ridícula suficiencia de los verdaderos ignorantes, han decidido después de sus únicas lecturas sobre marxismo-leninismo, deben ser impuestos a troche y moche a toda la población de este y de todos los países latinoamericanos, y luego, lógicamente, al resto del mundo.
No deja de asombrar la propiedad con la que se refieren a lo que debe hacer toda la sociedad, a la forma de pensar única, tubular y focal y a los “nuevos valores” que debe adoptar para transformarla en nueva, es decir, de hombres nuevos (y mujeres también, suponemos, aunque no las nombran) que conformarán su futuro comunismo décimonónico, obsoleto, fracasado y genocida como todos. Y es asombroso, por que es precisamente un pequeño, muy pequeño, sector de la sociedad, es decir, unos cuantos, que no tuvieron a la mano otra alternativa que leer unos libracos viejos, seguramente recibidos de manos de agentes del comunismo internacional, ya sólo cubano (sin olvidar a la hambrienta Norcorea) -por que es el último que queda, gracias a Dios (no a Marx)-, cuando lamentablemente no tuvieron, o les fue negado, el acceso a una literatura estimulante y constructora de ideas, de pensamiento y de creación. Pasaron de la ignorancia al conocimiento aislado de lo único que puede abrir un camino en este mundo para el ejercicio del poder sea como sea a mentes tan dañadas, tan resentidas y tan ignorantes: la administración del terror.
Con disertaciones bobas como la referida pretenden desviar la atención de lo central: el control férreo de los medios de comunicación y su transformación en instrumentos de propaganda robolucionaria.
A la pregunta de un periodista respecto al fallido monopolio comunicacional del régimen, lo justificó por el contenido necesaria y vitalmente robolucionario de sus emisiones, indispensable para el proceso, digo yo ahora, de imbecilización social en el que ponen todo su empeño, por no decir su rabia, su resentimiento y sus deseos de venganza en contra de una “oligarquía” cuya principal riqueza consiste en algo contra lo cual están y estarán siempre totalmente incapacitados para luchar: conocimiento.
Y digo esto en una forma completamente objetiva, sin entrar en aquello de la educación que tan mal ha sido manejado en nuestro país, aunque nunca tanto como en el régimen chavista que ha dispuesto, a su vez, de increíbles cantidades de recursos como para transformar la educación en lo que verdaderamente debe ser: un método para mejorar la vida de los venezolanos y para conducir al país al verdadero desarrollo. Al contrario, ha hecho denodados esfuerzos para realizar su ansiado proyecto de aplastamiento y homogeneización cerebral imprescindible para asegurar la sumisión pinnípeda que casi a diario tristemente exhiben sus ruidosos y entusiastas aplaudidores en el Jaló Presidente, o en cualquier otra de sus habituales peroratas.
Sólo la ignorancia puede convencer a alguien de tener el derecho y el poder de decidir la forma de vivir de una sociedad y someterla, y sólo ella puede producir los sujetos y los elementos necesarios para intentar realizar proyectos inevitablemente totalitarios como el que se pretende imponer en nuestro país. Es esa ignorancia y esa brutalidad que siempre la acompaña, las que les impiden entender que invariablemente el tiempo de esos regímenes está contado, y que el de éste está finalizando.
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