Los ni-ni: franja dorada, culta, olorosa y crítica que desprecia a ambos grupos de palurdos
Las grandes escuelas de pensamiento tienen sus ideas-emblema. Aristóteles categoría, Platón topus uranus, Descartes cogito ergo sum, Leibnitz mónadas y Heiddegger dasein. Aquí tenemos ni ni. El conocimiento de su esencia está negado a aquellos que no comparten los abstrusos secretos de la t de student o de integrales y derivadas ("integra quien sabe, deriva quien puede" decían los de ingeniería y una ola de pánico recorría las sillas de extensión). "Aquí no hay paja. Esto es lo que dicen los números"¡Pobres de aquellos sordos ante la canción de los números parlantes! ¡Reconozcamos nuestra inverecundia y oremos!
Después que el sufragio dejó de ser obligatorio, comienza en Venezuela la tendencia común en las democracias del mundo: una media de abstención crónica del 40%, que durante la campaña se registra en no sabe - no contesta, por diversísimas razones, (que no le interesa, que tiene que ir a Miami, que odia a los políticos -político es todo aquél que sale en televisión). Según los sacerdotes de mathesis matemática, aquí no es así, sino que los electores estamos divididos en tres grandes porciones: dos grupos de tontos ignorantes, opositores y oficialistas, y una franja dorada, luminosa, culta, olorosa y crítica que desprecia a ambos grupos de palurdos y se refugia en un vortex por encima del bien y el mal (¿plaza Altamira?): los ni ni. Ellos dejarán de deshojar la margarita, sí y solo sí, los políticos lanzan candidatos del gusto de los sacerdotes del culto matemático. El argumento es que "se requiere algo nuevo para ganar a los ni ni", aunque en todas partes aparecen fenómenos nuevos sin que se altere la tendencia a la abstención (de monsieur Sarkozy hasta Mockus Ph.D y Obama).
La evidencia se cansa de desmentir tales supercherías. La calidad del raciocinio de los supuestamente luminosos abstencionistas, se aprecia en que mientras aquí se votaba agónicamente de 1998 a 2009 contra la guadaña totalitaria, ellos se encasquetaban en Miami un par de orejas de Micky Mouse o saboreaban mariscos y Muscadet en Brasserie Lipp. No "legitimarían al régimen" sacrificando unas ganadas vacaciones en Veil y se inspiran leyendo sus fogosos columnistas, también de asueto o radicados off shore. Y esa indiferencia de chorlitos tiene sus ideólogos que se esmeran en denigrar contra los que sí están luchando, los políticos democráticos.
Lo interesante del asunto es que entre los abstencionistas, más allá de los del grupo E por razones conocidas, brillan sectores medios altos ilustrados que históricamente han demostrado ser políticamente no aptos (recordar el clásico de Schumpeter sobre esto), valorativos, mojigatos y arrogantes, que tienen el doble y problema del burro que hablaba de corrido.
@carlosraulher
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