Las fuerzas democráticas cuentan con todos los demócratas de Venezuela
Nos acercamos a una campaña electoral que va a ser extremadamente desigual, en cuanto a los recursos de los que van a disponer el oficialismo por un lado, y las fuerzas democráticas por otro. El ventajismo económico, de medios, de aparato, va a ser descomunal. Eso es un hecho.
Ello hace de esta campaña electoral algo más exigente que lo habitual para el ciudadano. Los mensajes de las fuerzas democráticas no pueden ser transmitidos en cadena nacional, ni se contará para su distribución con todo el aparato del Estado puesto al servicio de las candidaturas del oficialismo. Seguramente que las fuerzas democráticas harán su mayor esfuerzo para superar esas desventajas, pero el público "receptor" tiene una tarea adicional que cumplir. El ciudadano va a estar expuesto a un volumen de mensajes provenientes de ese sector, que va a ser menor que el que proviene del otro. Así que deben ser oídos con atención, con disposición a escuchar que se dijo algo y qué fue eso que se dijo, y a reconocerlo así. Que si la Unidad se pronuncia, denuncia, propone, no se siga pensando y propalando que la Unidad "no dice nada, está ausente de los problemas". Hay que abrir un compás positivo, que valore lo que se hace, que deje atrás la insatisfacción sistemática.
De la misma forma, el ciudadano que quiere luchar por las libertades democráticas y por el logro de una Asamblea Nacional equilibrada, capaz de fiscalizar, investigar, interpelar, debatir, legislar en función de todos, tiene una tarea activa que cumplir que va más allá de la que le corresponde en tiempos "normales".
Lo que tengo en mente es lo que designo con ese nombre de activismo general. La conversión de cada ciudadano en un activista de la democracia, en el ámbito que esté a su alcance personal. Las fuerzas democráticas sin duda que instruirán y entrenarán voceros y activistas, en el mayor número posible. Pero además de eso, y a partir de lo que se diga y lo que se oiga en las tomas de posición de la Unidad o de los voceros de todo nivel, el ciudadano tiene que convertirse en interlocutor de aquellos que estén indecisos o que piensen votar de otra manera, para inclinarlos al lado democrático. Es por cierto en ese nivel de la conversación cotidiana, donde mejor puede ponerse en práctica un estilo persuasivo y convivial, democrático y venezolano, donde ciudadanos de este país cambian opiniones y exponen fidelidades, de una manera comprensible para ambos, y donde la descalificación y la amenaza están fuera de lugar.
Cuando tanto se habla de que se viven momentos cruciales, no se puede actuar como se actúa en momentos que no lo son. No es cuestión de dejar que la tarea de convencer a quienes no están decididos a votar del lado democrático caiga en los solos hombros de los activistas o los dirigentes de la Unidad. Son todos los que ya están de ese lado los que tienen que compartir esa misión, pues ahora no se trata de votar por un color u otro, sino de la salvación de la democracia venezolana. Todo el ventajismo oficial carga con un tremendo lastre: el fracaso de este gobierno, la convicción cada vez mayor de que, como dice un amigo mío, "por ahí no es". Pero ese fracaso no actúa electoralmente por sí solo, ni el hecho de que un gobierno haya fracasado asegura que no se vaya a votar por él de nuevo, si no hay una alternativa disponible y creíble. Para que la sensación del fracaso de este gobierno no se adormezca, sino que se mantenga viva e informada, y para que la convicción de que este país puede ser gobernado de una manera distinta, y de que, en particular, puede tener una Asamblea Nacional muy superior a la que ha tenido, es necesario que todos nos activemos en la transmisión de ese mensaje, al nivel y en el ámbito de cada quien, cogiendo las señas que nos envíe la Unidad y estando pendiente de ellas.
Una vez una oyente del programa de radio que conduzco, llamó y me dijo: "yo tengo mi plan político: convencer a dos amigos chavistas que tengo". A estas alturas del juego, es inconcebible una llamada en sentido contrario. Alguien que dijera, "voy a convencer a dos amigos que tengo de las bondades de este gobierno". La tarea del gobierno es perder la menor cantidad de votos posible. La tarea de las fuerzas democráticas es ganar la mayor cantidad de votos posible. Para lograr su objetivo el gobierno cuenta con Chávez y sus cadenas, el aparato partidista-estatal y el dinero del petróleo. Para lograr el suyo, las fuerzas democráticas cuentan con todos los demócratas de Venezuela.
dburbaneja@gmail.co
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