Libertad!

Libertad!

lunes, 25 de agosto de 2008

A CIERTA ALTURA DE LA VIDA



A cierta altura de la vida, la modestia en los anhelos hace que se viva con menos dramatismo. Quizás disfrutar el beso de un chiquillo embadurnado de helado, el apretón de mano de aquella compañera que compartió un concierto, una mirada de un anciano que agradece un gesto, un libro de poemas dulces, barrocos, estrictos, húmedos, una música de la infancia servida en estos tiempos o un juego de bolas con olor a parilla, el sabor de mar…

A cierta altura de la vida… Todo se vive a plenitud como si fuera el último día, hasta las tristezas se configuran por segundos, los dolores cobran la dimensión de sus espacios ni un minuto de más, como si el llanto tuviera su propia lógica y sabe que el instante es la única posibilidad de su presencia.

A cierta altura de la vida los proyectos no pasan de horas, ganar un día es una celebración por restarle un día a la muerte. La desesperación de la juventud produce risa y los grandes proyectos dan la impresión de juegos infantiles… Hasta la guerra parece una exageración de alguien que no aprendió los sentidos del amor. No. No se trata que se perdiera el sentido de la vida, sino que se encontró el placer de disfrutarla.

No es una batalla al interior de una búsqueda siempre insatisfecha de sí mismo, sino es el vagabundeo donde el reencuentro con aquello que somos se torna la experiencia maravillosa que se comparte con la comunidad donde se vive.A cierta altura de la vida, la patria es sólo un olor de cambur con ciruelas, una calle, un rastro tímido de unas trinitarias al borde de un río, es el sabor del barrio que huele a tambores, a cantos esdrújulos de niños barrigones, sueños de chicas derretidas en chocolates tristes, manos que respiraron fogosas un día de amor con sexo…

A cierta altura de la vida uno se percata del tiempo perdido, de los sueños truncados por arrebatos desesperados, el sin sentido de matarse por un par de ideas, por unos conceptos, por una creencia, por la existencia de dios, por el afán de gobernar… Quizás se perdió la sonrisa del hijo cuando tenía ocho años, no sintió las muñecas de la nieta, ni creyó más en el amor adolescente.

Cuando el temblor de los años conmueve el alma y la piel se hace sutil, como un papel pergamino a punto de reencontrarse con el viento… Todos los hombres empiezan a parecerse… El transcurrir, se presenta como un camino para la manifestación del sentido de la igualdad…. Aquello que llaman condición humana… donde la diversidad, la diferencia y los sentidos opuestos del vivir se confunden…

A cierta altura, cuando el aliento del existir comienza esfumarse, parece que el ser se reencuentra con la vida…. Y es entonces, cuando me pregunto: ¿Acaso el pensamiento, el horizonte teórico, ese esfuerzo por comprender la naturaleza, al hombre, las formas de interacción social, las maneras de organizarse, de vivir juntos, no podrá darnos una posibilidad de acercar esa cierta altura de la vida que se aproxima cuando se esfuma la existencia?
¿Qué sentido tiene el pensamiento para negar toda la existencia, cuando se niega uno mismo para la vida? ¿Qué sentido tiene luchar contra el dominio, sin ni siquiera intuir esa profunda pérdida tiempo, como experiencia sublime, que se experimenta a plenitud cuando el paisaje desborda la imaginación, cuando el cuerpo se llena en la contemplación de la vida como la alegría de una madre que con dolor y llanto, recibe el deseo de vivir al rozar la piel de su neonato?
La sabiduría del anciano, a veces, es más simple, no necesita de tantos conceptos últimos, ni de tanta tirantez de la existencia, ni de tanta indagación filosófica para saber cuando debe lanzar los dados, entregarse o resistir…. ¿Ese sentido del vivir, tendrá alguna posibilidad de ser tematizado como aprendizaje fundamental en nuestro sistema…?

¿Por qué algo tan fundamental se lo dejamos a los quirománticos… O lo colocamos en el lugar de los libros de autoayuda como para esa gente enajenada que sólo ve telenovelas…? ¿Acaso no se aprendió nada de Hiroshima, de Hitler, Musolini, Stalin…?

¿Acaso podemos seguir poniendo en un pedestal el pensamiento occidental divorciados de una vida que valga la pena vivir, una vida con menos pastillas y con más humor?Jonatan Alzuru Aponte

No hay comentarios: