Libertad!
viernes, 29 de agosto de 2008
Diego Bautista Urbaneja // El enemigo más hábil
Todas esas leyes son la saga de una gran equivocación que se le quiere imponer la sociedad
Estamos presenciando un nuevo episodio de esa carrera que constituye la trama de la política venezolana de los últimos años. La carrera entre, por un lado, un Chávez que concentra poder y más poder, para disponer de instrumentos de control y represión que le permitan enfrentar el gran malestar que se va acumulando; y, por otro lado, la constitución de una mayoría adversa al proyecto político de ese personaje.
En cada uno de esos episodios, Chávez ha ido subiendo la apuesta. Los poderes de los que en cada oleada se dota parecen en cada ocasión definitivamente abrumadores. "Ahora sí que llegamos al llegadero"; "ahora sí que llegó el comunismo"; "ahora si que pasamos la raya amarilla". Es una manera de verlo. Otra manera es contemplar cómo cada uno de esos avances lo que deja es un gran vacío por detrás.
Que cada uno de esos movimientos que parece correr más allá la línea de lo que el gobierno controla, no significa en realidad que Chávez y su círculo consolidan sus posiciones, sino que multiplican mucho más allá de sus verdaderas capacidades los trozos de terreno que supuestamente toman bajo su control, con el resultado de que en realidad no controlan bien casi ninguno.
Una permanente huida hacia delante que, en términos militares, lo que hace es alargar mucho las líneas, haciéndolas frágiles y quebradizas, debilitando cada vez más cada uno de los eslabones. La ineficiencia se transmite, se contagia y se potencia a lo largo y en el interior de esa red con una gran rapidez, con crecimiento exponencial.
Estatizan Cemex, pero el Ministerio de la Vivienda sigue siendo un emporio de ineficiencia. Lo será más, en la medida en que estatizar Cemex obliga a trasladar a la gerencia de esa empresa cuadros rojitos que escasean de lo lindo. "Impresionante" la estatización del caso, pero el resultado neto es que Cemex trabajará peor y lo mismo ocurrirá con el pobre ministerio. ¿Es eso verdadero poder? Otra: le quiere quitar a las gobernaciones y alcaldías facultades, para concentrarlas en el poder central, que se responsabilizará así de problemas que no va a poder resolver, justamente por haber centralizado su solución.
No ocurre del mismo modo en todos los sectores. El sector empresarial, por ejemplo, ve cómo en efecto se acumulan requisitos, controles, trámites, que lo cercan, lo maniatan, lo amenazan. Pero su reacción natural, no invertir, no arriesgar, protegerse como puede, tiene como consecuencia obligar al gobierno a multiplicar su presencia, regular más, intervenir más, crear más "empresas", diseminar, difuminar, sus pobrísimas reservas de talento.
Proliferan así las protestas por motivos que no hacen sino crecer en número y variedad, ante un gobierno que se las arregla para disminuir día tras día su capacidad de resolver los problemas que dan lugar a ellas y al que esas protestas sociales desorganizan y dispersan todavía más.
De esto no se debe concluir que hay que dejar que el gobierno entonces "avance" y se debilite. Ni hablar. Afortunadamente, no es así como ocurre la cosa. A cada paso que Chávez da, el país que adversa ese proyecto se coloca a la altura del nuevo episodio y presenta el combate que corresponde. No como producto de ningún plan de resistencia, o de alguna estrategia especialmente diseñada. Es la reacción de una sociedad democrática cuyo instinto le dice que debe combatir. Pero el que ello ocurra es esencial para que esa dinámica debilitadora a la que hacía referencia tenga lugar.
Que el gobierno no dé ni un paso en su afán de controlarlo todo, sin que encuentre el desafío, la resistencia, la denuncia, la demanda, el vituperio, la protesta, la exasperación si es el caso, que el país logre poner en pie en cada momento. Sin perder de vista las grandes ocasiones: el 23 de noviembre será uno de esos días donde toda esa cadena de insatisfacciones, de malestares, podrá expresarse concentradamente.
Todas esas decisiones, todas esas leyes de Chávez son la saga de una gran equivocación en marcha, que se le quiere imponer a una sociedad que no la admite. La carrera de la que hablaba al principio la tiene perdida este mandón, porque los problemas del país son reales, mientras que la capacidad del gobierno es una entelequia que, mientras más extiende su dominio nominal, en más anémica se convierte.
La tiene perdida Chávez, porque quiere ir contra la realidad de esta sociedad. Y, como leí en Proust el otro día, "la realidad es el más hábil de los enemigos".
dburbaneja@gmail.com
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