Cada vez que nos acercamos a un proceso electoral empiezan a propagarse por Internet y los medios, las más diversas e incluso truculentas especies acerca del CNE y el fraude que ya estaría montado para favorecer, obviamente, al gobierno.
Con la difusión de estas informaciones, objetivamente se crea un clima de zozobra y de alarma entre la población opositora, sobre todo, la que tiene acceso a aquellos medios y está muy sensibilizada y con razón.
Es muy fácil, por supuesto, creer en tales rumores, que se nutren de verdades, medias verdades o simplemente falsedades. Lo lamentable es que no todos sepan discriminar entre unas y otras, lo cual puede llevar a errores de enfoque y a conductas que pueden afectar negativamente el logro de los objetivos políticos buscados.
Así las cosas, resulta casi obligante dar crédito a todo tipo de declaraciones, particularmente, cuando sabemos quiénes dirigen el CNE, de qué lado cojean y su pasividad más que demostrada frente al ventajismo del gobierno y sus tracalerías. Y aunque algunos de ellos, a la chita callando, manifiestan sus divergencias con el mandamás de Miraflores, al final del día, se inclinan ante él, permitiéndole cualquier desaguisado o violación a la Constitución y las leyes.
Sin embargo, y a pesar de los pesares, quienes estamos en la acera democrática y deseamos salir del drama que vivimos de la forma más rápida, con menos costos sociales y políticos, y pacíficamente, no podemos menos que preocuparnos por el alarmismo de ciertos sectores que se dicen de oposición, y que creen que con la publicación de sus "hallazgos" y conjeturas, sobre la base de "modelos teóricos" cuestionables, le hacen un gran favor a ésta, cuando en los hechos, desafortunadamente, es lo contrario.
En días recientes han circulado por Internet unos supuestos resultados fidedignos del referéndum del 2D. Se dice que tal información ha sido suministrada por gente del propio CNE, dando crédito, incongruentemente, a unos funcionarios que son todos-según los mismos denunciantes- chavistas.
Entre las perlas de la información divulgada encontramos datos tan inverosímiles, que sólo personas desprevenidas o desconocedoras del tema pudieran creerlos. Allí se habla de que hubo, por ejemplo, una abstención del ¡ 10% ¡ Es decir, fueron a votar alrededor de ¡15 millones ¡ de personas; cuando sólo, al "ojímetro", esa cifra es claramente desproporcionada. Igualmente, se señala que el "SI" habría obtenido 3.3 millones de votos, y el NO ¡10.5 millones¡
A la vista está que estas cifras no resisten ningún análisis o confrontación con los hechos, pero hay algunos que las creen por el hecho de su difusión en medios masivos.
Del mismo modo, sin sustento fáctico concluyente, andan por allí unos técnicos electorales afirmando muy doctoralmente que los miembros de mesa o de juntas electorales que fueron elegidos aleatoriamente, con un software auditado por el equipo técnico de los partidos y organizaciones de la oposición, por cierto, del más alto nivel, estaría trucado y se habría hecho infringiendo normas legales.
Dicen estos académicos, que, por cierto, no bajan de su Olimpo a discutir sus "evidencias" con los demás técnicos opositores, ni se dignan a ir al CNE, a verificarlos, que aquella selección daría casi que ineluctablemente un triunfo al oficialismo.
Estas afirmaciones alegres, profusamente divulgadas, si bien en algunos casos son de buena fe, en otros, no, y si nos apuran un poco, podríamos decir que su fin no es acompañar a las fuerzas democráticas, suficientemente conscientes del ventajismo, en su pelea electoral y avanzar hacia la conquista de posiciones político-institucionales que hagan contrapeso al autoritarismo militarista, sino que, en la práctica, crean desasosiego y torpedean la compleja labor que en condiciones muy adversas han realizado desde hace varios años y sin pausa, los técnicos electorales de los partidos políticos y otras organizaciones de la sociedad civil.
El resultado que se obtiene de la conducta torpe, y a veces, arrogante, comentada, es el desánimo de la población opositora, lo que induce la abstención, por mucho que se diga que no es ésa la idea.
El fenómeno de la antipolítica/antipartidos, con su desprecio por los mecanismos democráticos, su impaciencia y su incapacidad para comprender el grave momento que se vive, debe ser combatido y derrotado. No tengo la menor duda de que en el tema de estas líneas, la antipolítica está jugando su papel.
No obstante, hay que tener presente que la recuperación y preservación de la libertad y la democracia venezolanas es una tarea política que debe ser conducida por políticos responsables apercibidos de su papel histórico. Quizás no todos los que tenemos al frente de esta lucha reúnan las condiciones deseadas, pero son los que tenemos, y con ellos habrá que marchar el largo o corto trecho que nos queda por delante.
Con la difusión de estas informaciones, objetivamente se crea un clima de zozobra y de alarma entre la población opositora, sobre todo, la que tiene acceso a aquellos medios y está muy sensibilizada y con razón.
Es muy fácil, por supuesto, creer en tales rumores, que se nutren de verdades, medias verdades o simplemente falsedades. Lo lamentable es que no todos sepan discriminar entre unas y otras, lo cual puede llevar a errores de enfoque y a conductas que pueden afectar negativamente el logro de los objetivos políticos buscados.
Así las cosas, resulta casi obligante dar crédito a todo tipo de declaraciones, particularmente, cuando sabemos quiénes dirigen el CNE, de qué lado cojean y su pasividad más que demostrada frente al ventajismo del gobierno y sus tracalerías. Y aunque algunos de ellos, a la chita callando, manifiestan sus divergencias con el mandamás de Miraflores, al final del día, se inclinan ante él, permitiéndole cualquier desaguisado o violación a la Constitución y las leyes.
Sin embargo, y a pesar de los pesares, quienes estamos en la acera democrática y deseamos salir del drama que vivimos de la forma más rápida, con menos costos sociales y políticos, y pacíficamente, no podemos menos que preocuparnos por el alarmismo de ciertos sectores que se dicen de oposición, y que creen que con la publicación de sus "hallazgos" y conjeturas, sobre la base de "modelos teóricos" cuestionables, le hacen un gran favor a ésta, cuando en los hechos, desafortunadamente, es lo contrario.
En días recientes han circulado por Internet unos supuestos resultados fidedignos del referéndum del 2D. Se dice que tal información ha sido suministrada por gente del propio CNE, dando crédito, incongruentemente, a unos funcionarios que son todos-según los mismos denunciantes- chavistas.
Entre las perlas de la información divulgada encontramos datos tan inverosímiles, que sólo personas desprevenidas o desconocedoras del tema pudieran creerlos. Allí se habla de que hubo, por ejemplo, una abstención del ¡ 10% ¡ Es decir, fueron a votar alrededor de ¡15 millones ¡ de personas; cuando sólo, al "ojímetro", esa cifra es claramente desproporcionada. Igualmente, se señala que el "SI" habría obtenido 3.3 millones de votos, y el NO ¡10.5 millones¡
A la vista está que estas cifras no resisten ningún análisis o confrontación con los hechos, pero hay algunos que las creen por el hecho de su difusión en medios masivos.
Del mismo modo, sin sustento fáctico concluyente, andan por allí unos técnicos electorales afirmando muy doctoralmente que los miembros de mesa o de juntas electorales que fueron elegidos aleatoriamente, con un software auditado por el equipo técnico de los partidos y organizaciones de la oposición, por cierto, del más alto nivel, estaría trucado y se habría hecho infringiendo normas legales.
Dicen estos académicos, que, por cierto, no bajan de su Olimpo a discutir sus "evidencias" con los demás técnicos opositores, ni se dignan a ir al CNE, a verificarlos, que aquella selección daría casi que ineluctablemente un triunfo al oficialismo.
Estas afirmaciones alegres, profusamente divulgadas, si bien en algunos casos son de buena fe, en otros, no, y si nos apuran un poco, podríamos decir que su fin no es acompañar a las fuerzas democráticas, suficientemente conscientes del ventajismo, en su pelea electoral y avanzar hacia la conquista de posiciones político-institucionales que hagan contrapeso al autoritarismo militarista, sino que, en la práctica, crean desasosiego y torpedean la compleja labor que en condiciones muy adversas han realizado desde hace varios años y sin pausa, los técnicos electorales de los partidos políticos y otras organizaciones de la sociedad civil.
El resultado que se obtiene de la conducta torpe, y a veces, arrogante, comentada, es el desánimo de la población opositora, lo que induce la abstención, por mucho que se diga que no es ésa la idea.
El fenómeno de la antipolítica/antipartidos, con su desprecio por los mecanismos democráticos, su impaciencia y su incapacidad para comprender el grave momento que se vive, debe ser combatido y derrotado. No tengo la menor duda de que en el tema de estas líneas, la antipolítica está jugando su papel.
No obstante, hay que tener presente que la recuperación y preservación de la libertad y la democracia venezolanas es una tarea política que debe ser conducida por políticos responsables apercibidos de su papel histórico. Quizás no todos los que tenemos al frente de esta lucha reúnan las condiciones deseadas, pero son los que tenemos, y con ellos habrá que marchar el largo o corto trecho que nos queda por delante.
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