José Ignacio Acevedo L.Domingo, 13 de julio de 2008
Observamos en Latinoamérica un replanteo de viejas tesis populistas o consignas proteccionistas al más rancio estilo medieval, donde existe un nebuloso respeto a la propiedad privada y a la libertad de expresión e información que nos llevan a tomar una definición muy real en cuanto a que éstas copian en la forma el estilo constitucional francés pero en la práctica aplican un modelo ugandés a la usanza del tristemente recordado tirano Idi Amin Dada.
Pensamos que la democracia como un modo de convivir políticamente va obviamente mas allá que eso, pues se trata de un fenómeno cultural; de un hábito plural, flexible pero rígidamente justo y destinado a satisfacer la demanda colectiva.
Las organizaciones políticas y de lucha social que sirvieron durante décadas como soporte de las democracias en América Latina se han derrumbado y actualmente pasan por una severa crisis de apoyo y credibilidad. Partidos políticos tradicionales como el APRA en Perú (ahora en recuperación), el PRI en México, ACCIÓN DEMOCRÁTICA y COPEI en Venezuela están prácticamente al borde de la bancarrota.
Las organizaciones políticas y de lucha social que sirvieron durante décadas como soporte de las democracias en América Latina se han derrumbado y actualmente pasan por una severa crisis de apoyo y credibilidad. Partidos políticos tradicionales como el APRA en Perú (ahora en recuperación), el PRI en México, ACCIÓN DEMOCRÁTICA y COPEI en Venezuela están prácticamente al borde de la bancarrota.
Las tesis programáticas que los convirtieron en paladines de las libertades públicas y de la propia democracia, de la reivindicación histórica del campesinado y los trabajadores, del nacionalismo y hasta del antiimperialismo fueron superados por los cambios que ellos mismos impulsaron con el consecuente error que en el transcurrir del tiempo no fueron actualizadas ni adaptadas a las variables sociales, políticas y económicas que fueron apareciendo y lo que es mas grave aún, tampoco fueron reemplazadas por otras de mayor vigencia y aplicabilidad.
Los hechos reflejan un adormecimiento progresivo de la dirigencia por no decir embriaguez ante el cúmulo de recursos y la fastuosidad que generaba un estado económicamente poderoso, dejando de lado sus quehaceres políticos y la asistencia social al ciudadano.
En Venezuela particularmente los partidos, otrora acoplada orquesta, se quedaron sin partitura y cada quien intentó tocar su propia melodía y hasta formar su particular grupo musical. El liderazgo al igual que las organizaciones se vio severamente afectado por el virus del “PAIS RICO” convirtiendo a estas instituciones en franquicias electorales y no en movimientos para la reivindicación social y la lucha por el bienestar de todos.
Al perderse las metas comunes y sobretodo el interés de la mayoría, estos comenzaron a perder vigencia, solidez y fundamento, quedando cuestionada su soberanía, sobretodo su propio destino y el de la democracia misma. Es por ello que nuevamente cabe la incómoda interrogante de: ¿Qué fuerza ética podría tener una organización o una dirigencia como la que hemos descrito para enfrentar la tentación de la súbita riqueza proporcionada por el temporal poder del estado? ¿No estará allí la clave de todo este proceso de descomposición moral de los partidos y hasta que punto no será ésta una explicación por demás injustificable de la crisis ética del estado venezolano actual?
Por estas y otras tantas razones se deben adaptar con la urgencia y seriedad del caso las tesis y conducta de los partidos a los retos y objetivos que genera la nueva misión, entendiendo que un buen manejo de la autoridad, democracia interna y libertad serán sin duda las llaves del éxito. No se concibe una democracia plena sin el accionar de organizaciones políticas que sepan y puedan interpretar las diversas manifestaciones del pensamiento humano para darle sentido y orientación en el difícil contexto de satisfacer las necesidades más apremiantes y sentidas de la sociedad. Es imperativo poner en práctica un programa político moderno a cumplirse mas allá de sus propias fronteras promoviendo la armonía y solidaridad entre sus miembros, convirtiéndose a la vez en escuelas de alta política para tender puentes de intermediación entre el ciudadano común y los centros de decisiones de políticas públicas, como promotores fundamentales del proceso de transferencia de las organizaciones intermedias a la sociedad civil, para lo que será necesario transformarse en un ente mas modesto y limitado en número de militantes, flexible, dinámico y basado fundamentalmente en un auténtico liderazgo colectivo.
mailto:joseignacioacevedo@yahoo.com
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