Para tener confiabilidad en las encuestas es necesario un código de conducta
En la década de los sesenta se inició el uso de la encuesta para conocer el comportamiento electoral. Método científico que retroalimenta la actividad política. Útil para definir políticas y estrategia. ¡No hay evidencia científica que influye en la intención del voto!
Una encuesta es una fotografía. Toma la superficie. Mapea la población, en sus opiniones, intención de voto, preferencias y percepciones. Sabemos que la opinión pública cambia de un momento a otro. Se evalúan por la precisión de sus resultados. En Venezuela, es ostensible su descrédito. Casi nadie cree en sus resultados.
Algunas, con grandes espacios mediáticos, salieron del campo científico y profesional y se convirtieron en actores políticos. Perdieron la objetividad y nadan en la simulación. Ofrecen "encuestas a la carta", y hacen análisis opináticos en base a intenciones y conjeturas personales.
Maquillan el estudio para crear matrices de opinión como estratagema. Predicción que se usa para lavar cerebros y crear confusión. Con pocas excepciones, la empresa encuestadora falsea la verdad y viola el derecho a estar verazmente informado. Desinforman y vulneran la ética de su misión.
Levantan información donde se conoce cómo piensan los ciudadanos. Cargadas de omisiones y falsedades. Hacen preguntas inducidas (direccionadas) como ¿Está usted de acuerdo a que se divorcien dos seres que se quieren? O ¿La FARC, es criminal, narcotraficante y terrorista, está de acuerdo que Chávez los respalde?
Patético, el caso de la oposición que elegirá sus candidatos por encuestas y manifiestan desconfianza general de ellas. ¡Así habrán mentido! A fin de recuperar la confiabilidad en las encuestas será necesario un código de conducta o una regulación legal. Para recobrar la confianza. Reconquistar la ética perdida y echar del sector a quienes la violen.
efe_ce_pe@hotmail.com
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