Libertad!

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sábado, 21 de junio de 2008

Rafael Diaz Casanova // Volver al terruño


Nos hemos tomado unas vacaciones. Sueña extraño que una persona que está retirada de las actividades que lo mantuvieron, durante tantos años y que ha tenido quince años en los cuales se ha ocupado de lo humano y lo divino, hable de tomarse vacaciones.
Efectivamente, durante cuatro semanas nos hemos desconectado -como si fuera posible- del acontecer diario de Venezuela. Durante las dos primeras navegamos en un barco excepcional, desde Atenas hasta Dover. Hicimos escalas en Taormina, en Málaga, en Cádiz, en Lisboa, en Oporto, en Burdeos y recalamos en el Reino Unido. Las otras dos las compartimos entre las maravillosas capitales de Francia y de España.
Una primera conclusión. Caracas es una de las ciudades más sucias del mundo. Creemos que competimos con ventajas con las ciudades de África, donde las calles son el basurero público. Cualquiera de las ciudades visitadas nos invitó a disfrutar de su limpieza y de su orden. Los ciudadanos de todas ellas se encuentran orgullosos de sus limpias calles y de sus mantenidas fachadas. La comunidad aprecia que sus visitantes encuentren un lugar acogedor y donde la calidad de la vida sea muy importante.
No nos atrevemos a comentar situaciones recientes de Venezuela pues apenas nos hemos enterado de muy pocas de ellas y no nos hemos formado una opinión. Pero hemos revisado lo que nos comunican periódicos de otras latitudes y hoy (jueves 19) nos ha sorprendido que la sección de Columnistas de La Nación de Buenos Aires, trae varios artículos que describen un paralelismo inusitado entre el gobierno de los esposos K y el régimen que nos atropella.
Tres títulos y tres autores: Nadie hizo tanto por dividir el país escrito por Joaquín Morales Solá; Cien días de irresponsabilidad, de Natalio R. Botana y Nervios en la Rosada, por Daniel Della Costa. Pareciera que no hace falta más lectura que los títulos. Al leerlos, encontramos un paralelismo sorprendente con lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos diez años.
El conflicto como método de gobierno. No es un tema nuevo. Recordamos que en los años ochenta aparecieron libros de manejo empresarial donde se pregonaban las bondades de manejar empresas a través de conflictos. Mas en el ámbito de las naciones, salvo cuando se ha hablado de guerras, pareciera que el primer objetivo y la primera obligación de un gobierno es la de procurar la mayor suma de felicidad para sus ciudadanos. Así lo proclamó Simón Bolívar.
La división y el enfrentamiento de sectores de la población. Venezuela ha sido un trágico ejemplo del sermón divisor de los distintos sectores de la sociedad. Ricos contra pobres, blancos contra negros, obreros contra empleados, empleados contra patrones, consumidores contra productores y el gobierno contra todos.
Así nos lo describen los tres columnistas de La Nación. Cada uno aborda un tema diferente. Todos coinciden y Morales Solá lo expresa de manera absoluta, que el gobierno argentino se está copiando, demasiado, el pobre estilo del nuestro.
Sirvan estas líneas a dos propósitos. El primero es el de deplorar que se estén ensayando métodos de gobierno que solo producen infelicidad en amplios sectores de las naciones. El segundo, que tratemos de parecernos a los sitios donde se vive mejor y no a quienes están fomentando, entre otras cosas, la guerra.
rafael862@yahoo.com

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