A comienzos de año, en una entrevista televisiva se me inquiría sobre si EEUU estaría maduro para un Presidente negro o mujer.
En la pregunta se advertía el escepticismo sobre el tema cuando de EEUU se trata; sin embargo, respondimos que a pesar de la fuerte tradición de ese país, en las últimas décadas muchos cambios se habían producido allí en el alma y la opinión de sus ciudadanos, y que esta nación, por su gran vitalidad, siempre sorprendía al mundo, todo lo cual nos hacia pensar positivamente sobre el asunto.
Pasado el tiempo, hoy sentimos que el desarrollo de los acontecimientos está corroborando lo que apreciábamos: EEUU pareciera estar maduro para un Presidente mulato.
Aunque no podemos determinar cuál será el resultado definitivo de las elecciones presidenciales en el Norte, a medida que pasan los días y conocemos las encuestas, las posibilidades de Obama se hacen más ciertas después de realizar una extraordinaria campaña interna que es de admirar.
Lo más seguro es que ya está en liza un candidato demócrata mulato enfrentando a un republicano que ya tiene cierto tiempo montado solo en el ring y cuenta con el apoyo de Bush y de importantes sectores, incluso de simpatizantes de Hillary, pero también carga con un muy pesado fardo: el descrédito del mismo Bush.
Así las cosas, no es ocioso empezar ya a preguntarse cómo sería una presidencia de Barack Obama.
A mi juicio, a pesar de la marcada retórica de cambio que sobre diversos temas hemos oído en la campaña demócrata, no creo que con Obama en política exterior se vaya a producir un viraje de 180 grados, una suerte de revolución, como algunos podrían pensar. Pero sí representará un mensaje poderoso para el mundo que podría producir la recuperación del lugar y la imagen que por mucho tiempo ostentó EEUU. Un estilo más dialogante y de preocupación sobre los problemas de los países pobres es de esperar de Obama.
Respecto de nuestro hemisferio, en lo sustantivo, no habría un gran cambio.
Es posible que la redefinición drástica de las relaciones comerciales internacionales planteada en la campaña interna no llegue a hacerse realidad, y la orientación de apertura al libre comercio, con matices, se mantenga.
Aunque habrá alguna modificación de políticas respecto de temas como el cambio climático o de la pobreza en el mundo, sobre otros temas más espinosos (IRAK, IRAN, Conflicto Palestina-Israel, el terrorismo) no pareciera que Obama pueda hacer un giro copernicano, aunque lo deseen algunos de sus asesores. Es muy probable que comience un retiro progresivo, no muy acelerado, de tropas estadounidenses de IRAK. Nada espectacular se podrá dar en este campo.
Independientemente de la simpatía o aversión que podamos tener por el que hoy se perfila como el candidato con mayor opción para próximo Presidente de EEUU, una sacudida cualitativa y sustantiva ya ha tenido lugar en EEUU, y eso debe registrarse como positivo.
Sólo resta ver cómo se configura la dupla electoral demócrata, punto éste crucial que puede determinar el triunfo o la derrota demócrata. La compactación demócrata no requerirá necesariamente que Hillary Clinton sea la candidata a vicepresidenta, aunque la participación activa de ésta la necesiten para ganar en ciertos sectores reacios a Obama.
La oportunidad de los demócratas de llegar a la Presidencia se hace cada vez más cierta. Obama ha logrado capitalizar un sentimiento de hartazgo hacia los políticos tradicionales de Washington, que lo expresan, sobre todo, los jóvenes. Las torpezas del gobierno de Bush lo han ayudado mucho. De allí que McCain la tenga difícil, a pesar de que ha tratado de distanciarse de aquel. El apoyo manifestado a este último por un grupo de Hillary no luce muy fuerte ante el impulso que trae Obama.
Sea lo que sea que resulte de estas elecciones, esperamos del próximo Presidente norteamericano un mayor diálogo y una integración hemisférica que nos permitan acometer las acciones de interés mutuo con vista a la realización de las tareas de desarrollo y de seguridad colectiva pendientes. -- Emilio Nouel.
En la pregunta se advertía el escepticismo sobre el tema cuando de EEUU se trata; sin embargo, respondimos que a pesar de la fuerte tradición de ese país, en las últimas décadas muchos cambios se habían producido allí en el alma y la opinión de sus ciudadanos, y que esta nación, por su gran vitalidad, siempre sorprendía al mundo, todo lo cual nos hacia pensar positivamente sobre el asunto.
Pasado el tiempo, hoy sentimos que el desarrollo de los acontecimientos está corroborando lo que apreciábamos: EEUU pareciera estar maduro para un Presidente mulato.
Aunque no podemos determinar cuál será el resultado definitivo de las elecciones presidenciales en el Norte, a medida que pasan los días y conocemos las encuestas, las posibilidades de Obama se hacen más ciertas después de realizar una extraordinaria campaña interna que es de admirar.
Lo más seguro es que ya está en liza un candidato demócrata mulato enfrentando a un republicano que ya tiene cierto tiempo montado solo en el ring y cuenta con el apoyo de Bush y de importantes sectores, incluso de simpatizantes de Hillary, pero también carga con un muy pesado fardo: el descrédito del mismo Bush.
Así las cosas, no es ocioso empezar ya a preguntarse cómo sería una presidencia de Barack Obama.
A mi juicio, a pesar de la marcada retórica de cambio que sobre diversos temas hemos oído en la campaña demócrata, no creo que con Obama en política exterior se vaya a producir un viraje de 180 grados, una suerte de revolución, como algunos podrían pensar. Pero sí representará un mensaje poderoso para el mundo que podría producir la recuperación del lugar y la imagen que por mucho tiempo ostentó EEUU. Un estilo más dialogante y de preocupación sobre los problemas de los países pobres es de esperar de Obama.
Respecto de nuestro hemisferio, en lo sustantivo, no habría un gran cambio.
Es posible que la redefinición drástica de las relaciones comerciales internacionales planteada en la campaña interna no llegue a hacerse realidad, y la orientación de apertura al libre comercio, con matices, se mantenga.
Aunque habrá alguna modificación de políticas respecto de temas como el cambio climático o de la pobreza en el mundo, sobre otros temas más espinosos (IRAK, IRAN, Conflicto Palestina-Israel, el terrorismo) no pareciera que Obama pueda hacer un giro copernicano, aunque lo deseen algunos de sus asesores. Es muy probable que comience un retiro progresivo, no muy acelerado, de tropas estadounidenses de IRAK. Nada espectacular se podrá dar en este campo.
Independientemente de la simpatía o aversión que podamos tener por el que hoy se perfila como el candidato con mayor opción para próximo Presidente de EEUU, una sacudida cualitativa y sustantiva ya ha tenido lugar en EEUU, y eso debe registrarse como positivo.
Sólo resta ver cómo se configura la dupla electoral demócrata, punto éste crucial que puede determinar el triunfo o la derrota demócrata. La compactación demócrata no requerirá necesariamente que Hillary Clinton sea la candidata a vicepresidenta, aunque la participación activa de ésta la necesiten para ganar en ciertos sectores reacios a Obama.
La oportunidad de los demócratas de llegar a la Presidencia se hace cada vez más cierta. Obama ha logrado capitalizar un sentimiento de hartazgo hacia los políticos tradicionales de Washington, que lo expresan, sobre todo, los jóvenes. Las torpezas del gobierno de Bush lo han ayudado mucho. De allí que McCain la tenga difícil, a pesar de que ha tratado de distanciarse de aquel. El apoyo manifestado a este último por un grupo de Hillary no luce muy fuerte ante el impulso que trae Obama.
Sea lo que sea que resulte de estas elecciones, esperamos del próximo Presidente norteamericano un mayor diálogo y una integración hemisférica que nos permitan acometer las acciones de interés mutuo con vista a la realización de las tareas de desarrollo y de seguridad colectiva pendientes. -- Emilio Nouel.
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