Libertad!

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lunes, 26 de enero de 2015

VENEZUELA: TIEMPO DE ESPERANZA Y CAMBIO





Por Carlos Alarico Gómez*
 
Hace 57 años se produjo un movimiento cívico-militar que puso fin a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, la cual tuvo la virtud de restaurar el experimento democrático abortado el 24 de noviembre de 1948, fecha en la cual fue derrocado el escritor Rómulo Gallegos, primer presidente electo por el pueblo en forma universal con  el respaldo del 74,45% de los votos. Ese movimiento es conocido en la historia como El 23 de enero, el cual no es un hecho aislado en la historia de Venezuela. De hecho, Venezuela ha estado siempre en una lucha constante para lograr su seguridad social y su estabilidad política, tal como lo señaló Bolívar en el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819. La libertad se logró en Carabobo, pero la igualdad se obtuvo en 1854 con el decreto de José Gregorio Monagas en el que le dio la libertad a los esclavos y con la concesión de los derechos políticos a la mujer, lo cual se concretó en 1946 durante el primer gobierno de Rómulo Betancourt.
No obstante, la igualdad y la libertad han tenido sus altibajos y aún hoy se observa una chocante discriminación por razones políticas contra aquellos que no comparten la ideología del partido gobernante. Las causas de esos altibajos deben ser buscadas en el contexto histórico, tomando en cuenta los intereses grupales y la actitud de los líderes de cada proceso, que son variables recurrentes en una buena parte del ayer, en lo que pasa hoy y ojalá que no lo sean en los escenarios factibles del mañana. Entre las principales causas que han provocado esos altibajos debe señalarse el uso desmedido del poder y el deseo de permanencia en el gobierno para dominar al pueblo. La primera experiencia se vivió en los albores de la Cuarta República en 1830 cuando el crecimiento institucional fue roto por un grupo ambicioso, sin contenido ético, dirigido por el general Santiago Mariño, quien acaudilló la Revolución de las Reformas contra el sabio Vargas en 1835. Posteriormente el país avanzó en lo económico, pero carente de libertad, pero el año 1945 trajo la novedad de que por primera vez en el siglo XX un civil presidía el gobierno, con el anunciado propósito de que sería para dirigir un proceso eleccionario que le permitiera al país tener un presidente electo por el pueblo en forma universal, directa y secreta.
La promesa fue cumplida y el cambio bien recibido, especialmente por las mujeres, quienes ejercieron el derecho al voto por primera vez, pero lamentablemente una nueva dictadura se erigió a partir de noviembre de 1948, derrumbando el recién electo gobierno de Rómulo Gallegos que solo estuvo nueve meses en el poder, siendo sustituido por un triunvirato militar integrado por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. Dos años más tarde es asesinado Delgado Chalbaud y para suplirlo es llamado a Miraflores el abogado Germán Suárez Flamerich, quien se presta para actuar como títere de Pérez Jiménez.
A partir de ese momento se instala una dictadura férrea y para darle visos de legalidad se crea una nueva Constitución en la que establece que el período de gobierno duraría cinco años. Al acercarse al fin del mandato se organiza un plebiscito para mantener al dictador en el poder, lo que provoca una rebelión que lo derroca el 23 de enero de 1958. Los hechos que permitieron renacer la democracia se inician a las cinco de la mañana del primero de enero de 1958 cuando un avión de guerra tripulado por el mayor Néstor Rodríguez sobrevoló la ciudad de Maracay secundado por una escuadrilla, mientras que grupos de paracaidistas fuertemente armados tomaban la sede de la Seguridad Nacional, que era la policía política del régimen. Las acciones de los amotinados fueron efectuadas de manera coordinada y en pocos minutos tomaron los cuarteles de la ciudad y los medios de comunicación social. Radio Maracay fue ocupada por el mayor Luis Evencio Carrillo y Radio Girardot por el teniente Hugo Montesinos Castillo, quienes se dirigieron al pueblo aragüeño en nombre del Frente de Liberación Nacional, informándole que tenían todo el país bajo su comando. Las acciones no se concentraron solo en Maracay. A las seis de la mañana dos aviones F-86 tipo vampiro piloteados por los mayores Luis Viana Lama y Edgar Suárez Mier y Terán entraron en el cielo caraqueño y se dirigieron hacia el cuartel de la Seguridad Nacional al cual le arrojaron bombas.
Un factor importante que va a contribuir grandemente al éxito de la sublevación fue la creación de una Junta Patriótica que se movilizó con rapidez, sin importarle que gran cantidad de oficiales fuesen detenidos, al igual que numerosos políticos y directores de medios, entre los cuales estuvieron Miguel Ángel Capriles de Últimas Noticias y el padre Jesús Hernández Chapellín de La Religión. Sin embargo, la SN no pudo evitar que circulara en Caracas un comunicado de la Junta Patriótica en el que se decía que “Ha desaparecido del escenario venezolano el llamado gobierno de las Fuerzas Armadas y ahora ya no hay otro que el dejado en manos de Pedro Estrada, Vallenilla y Pérez Jiménez”. La insurrección del 1 de enero fue vencida por la dictadura, pero las consecuencias no se hicieron esperar. El jefe del Estado Mayor, general Rómulo Fernández provocó la militarización del gabinete con una especie de golpe interno y como consecuencia fueron destituidos el ministro del Interior y el director de la Seguridad nacional, sin que esas medidas le permitieran al dictador controlar la compleja situación existente, la cual se complicó el día 13 cuando se produjo la expulsión de Rómulo Fernández, quien apenas estuvo tres días en el cargo de ministro de la Defensa. Su salida causó el último cambio de gabinete del régimen de Pérez Jiménez. El 15 circuló la Declaración de los Intelectuales y el 16 hubo una fuerte manifestación estudiantil.
El miércoles 22 se veía inminente la caída de Pérez Jiménez. Miraflores respondía de cuando en cuando el fuego que le hacían desde Pagüitas, Agua Salud y El Calvario, pero en las primeras horas de la noche, los destructores Zulia y Aragua comenzaron a lanzar humo por sus chimeneas y ese hecho le preocupó al dictador de tal modo que decidió telefonear a su esposa y le dio instrucciones de asilarse en la Embajada del Paraguay. Minutos después se enteró del alzamiento de la Escuela Militar, lo que no le dejó otra alternativa que dispararle a los cadetes o abandonar la lucha. Tomó la primera opción, pero no se entregó. A la 1,15 de la madrugada del 23 de enero Pérez Jiménez abandonó el despacho presidencial escoltado por el capitán Pedro Villarroel Ordosgoiti, encargado de comandar el grupo militar que lo condujo hasta La Carlota, donde al poco tiempo llegó su esposa en compañía de sus hijas y de la madre de Pérez Jiménez. También viajaron en la nave Luis Felipe Llovera Páez, Antonio Pérez Vivas, Pedro Gutiérrez Alfaro, Raúl Soulés Baldó, Alberto Paoli Chalbaud y Fortunato Herrera. Hacia las tres de la madrugada  el pueblo de Caracas sintió un avión de gran potencia surcar el cielo hacia un destino ignoto. La dictadura había llegado a su final.

*Carlos Alarico Gómez realizó sus estudios superiores en Venezuela, Italia y Estados Unidos. Obtuvo su título de doctor en historia en la UCAB donde se graduó Cum Laude. Ingresó en la docencia universitaria en 1983. En la actualidad es profesor titular. Es autor de más de 30 publicaciones entre las cuales destacan: El Bloqueo de 1902; El origen del Estado democrático y El último dictador. Sus libros han sido editados en España, Venezuela y Amazon.com. Ha recibido el Premio Municipal de Periodismo, Municipio Sucre (Mención Docencia e Investigación), 1990; Premio Municipal de Periodismo, Municipio Baruta (Mención Radio), 1991; Premio Iberoamericano de Periodismo, 1996.