Libertad!

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lunes, 23 de marzo de 2015

Teléfono Rojo: muy malas noticias

 El País,España


Putin preside un desfile militar en el Kremlin en febrero
Putin preside un desfile militar en el Kremlin en febrero. / SERGEI KARPUKHIN (REUTETER)


“En la película Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, estrenada en 1964, el presidente de Estados Unidos [Peter Sellers] llama al presidente soviético. Tiene malas noticias. Y muy malas noticias. ¿Las malas? Ha habido un terrible error. Un avión militar estadounidense se dirige a la Unión Soviética con órdenes de lanzar una bomba nuclear. ¿Las muy malas? No hay manera de revocar las órdenes”.
Esta es la traducción de las palabras con las que sir John Sawers, recién retirado jefe de los servicios de inteligencia exteriores británicos (MI6), eligió iniciar una conferencia el mes pasado en la Universidad de King’s College (Londres). Como si hubiera querido replicar la sangre fría de M, versión ficticia en las películas de James Bond del papel que él interpretó en la vida real, Sawers adoptó un aire distendido para transmitir un mensaje alarmante: por primera vez desde el final de la Guerra Fría, a raíz de las tensiones creadas en Ucrania, planea sobre el mundo la amenaza de un choque nuclear entre Occidente y Rusia.
“La amenaza de confrontación militar nuclear, incluyendo un error de cálculo o simple mala suerte, aún está presente”, declaró Sawers en su conferencia. “Mantenemos esto en mente cuando tratamos con la Rusia de Vladímir Putin”.
La clave está en el matiz: error de cálculo o mala suerte. Ni siquiera durante los momentos de mayor tensión entre la Unión Soviética y Estados Unidos, como se demostró en la crisis de los misiles en Cuba de 1962, existió la intención por parte de las grandes potencias de iniciar una conflagración que les llevaría al aniquilamiento mutuo asegurado. Sería absurdo pensar que la mentalidad haya cambiado hoy. El llamado “equilibrio del terror” seguirá siendo la gran garantía de paz. Pero en el actual clima entre Rusia y Occidente, con el pronóstico de que se avecinan tormentas peores, crece el peligro de que la ley de las consecuencias imprevistas entre en juego una vez más, como en el guion de Teléfono Rojo.
Cuando Sawers habla en primera persona plural (“mantenemos esto en mente”) se refiere no solo a sus colegas en las altas esferas de la política exterior británica sino también a los de Estados Unidos y de la OTAN, con los que trabajó codo con codo durante los cinco años que estuvo al mando de MI6. El temor que comparten es que la actual crisis militar en Ucrania será el preludio de otra aventura rusa, esta vez en los países bálticos antes pertenecientes a la Unión Soviética, hoy miembros de la OTAN a los que la OTAN está obligada a proteger.
El riesgo de que Rusia intente anexionarse territorio en Estonia, Lituania o Letonia aumentará en función del desgaste de la economía rusa, azotada por las sanciones impuestas por los países de Occidente como castigo por la incursión en Ucrania y, aún más, por el desplome del precio del petróleo. Desde el final de la Guerra Fría, los rusos han aspirado a mucho más que la mera supervivencia. Al ver que sus expectativas se desvanecen, y el descontento aumenta, la alternativa tentadora que se le presentará a Putin para conservar la alta popularidad de la que actualmente goza, según entienden analistas como Sawers, será recurrir con mayor insistencia al populismo nacionalista, apelando al ancestral espectro de la amenaza que proviene de Occidente. Gideon Rachman, experto en política internacional del Financial Times, escribió a finales del año pasado que “el agresivo y autocompasivo nacionalismo que orquesta el señor Putin recuerda la política de Rusia y Alemania en los años treinta”. Chrystia Freeland, autora de un libro sobre la transición rusa del comunismo al capitalismo titulado La venta del siglo, comentó hace poco que la ruina económica podría hacer que Rusia se vuelva “más agresiva e imprevisible”.
La retórica rusa ya es más agresiva que en ningún otro momento desde la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov. La búsqueda de chivos expiatorios occidentales va acompañada por una tendencia, como la de un adolescente grandote pero acomplejado, a recordar al mundo que puede que Rusia sea un país sin modernizar pero posee un arsenal nuclear no solo colosal sino recientemente modernizado. El diario Pravda, portavoz soviético en su día y hoy vocero de Putin, tituló un artículo hace poco con las palabras “Rusia prepara sorpresa nuclear para la OTAN”. Varios políticos rusos se han hecho eco de una advertencia que lanzó Putin, ex alto cargo de la KGB, el año pasado: los de fuera no deben “meterse con nosotros” ya que “Rusia es una de las principales potencias nucleares”.

Amenaza rusa

EL PAÍS, Madrid
El embajador ruso en Copenhague, Mijail Vanin, advirtió el sábado de que Moscú podría atacar con misiles nucleares a barcos daneses si ese país, miembro de la OTAN, se une al sistema antimisiles de la Alianza. Si ocurre, “corremos el riesgo de considerarnos mutuamente enemigos”, dijo al diario Jyllands-Posten.
El ministro de Exteriores danés, Martin Lidegaard, que se esforzó ayer en que no subiera la tensión entre ambos países, declaró que los comentarios de Vanin son “inaceptables” y le acusó de haber “cruzado la línea” roja al decir que cualquiera que se una a la Alianza puede ser objetivo de misiles balísticos rusos.
Hace 15 días, Putin fue citado en un documental de la televisión rusa diciendo que cuando se inició la crisis en Ucrania hace un año estaba dispuesto a poner sus armas nucleares en disposición de combate “porque allí viven rusos”. En semejante contexto, la reciente intrusión de dos bombarderos rusos capaces de lanzar armas nucleares muy cerca de la costa del suroeste de Inglaterra no fue, como comentó un diplomático británico a este diario, “ninguna broma”. “El peligro de que un malentendido, o un incidente a primera vista inocuo, desate un conflicto catastrófico siempre existe”, dijo el diplomático, como Sawers cuando advirtió del riesgo que podría proceder de un error o de la mala suerte.
Putin juega con fuego. Sin que ni él ni nadie lo quieran, se puede generar una dinámica parecida a la que buscan los terroristas islamistas, cuyo objetivo es utilizar el miedo para sembrar indignación y rabia en los países occidentales y así provocar respuestas desproporcionadas y contraproducentes, como ocurrió en Irak tras la caída de las Torres Gemelas. El caos y la confusión pueden provocar malas decisiones y terribles accidentes. Y más si llegase al poder en Estados Unidos una figura como el vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, lo más parecido que se ha visto en Washington al demencial Dr. Strangelove, protagonista de Teléfono Rojo.
“La crisis de Ucrania no solo tiene que ver con Ucrania. Se trata ahora de una crisis mucho mayor y más peligrosa entre Rusia y los países occidentales”, dijo en su conferencia sir John Sawers, que posee más información sobre el balance geopolítico actual que casi nadie. Y agregó: “No habrá convergencia entre Rusia y Occidente mientras Putin siga al mando… Gestionar las relaciones con Rusia será el problema que definirá la seguridad de Europa durante varios años más”. Ante la posibilidad, de la que también advirtió Sawers, de que el sucesor de Putin podría representar un peligro incluso mayor, la alocada tesis de Teléfono Rojo vuelve a cobrar relevancia.
Con buena suerte y con los cálculos bien hechos por los que controlan los botones nucleares nunca ocurrirá, pero sí existe la posibilidad de que dentro de no mucho tiempo volvamos a convivir, como nuestros padres o nuestros abuelos, con el miedo latente de que nos matemos todos.

viernes, 20 de marzo de 2015

Fracaso en la OEA. Editorial del Nacional



Como era de esperarse, Venezuela y su histriónica canciller salieron con los platos rotos en la cabeza de la reunión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos. A estas alturas, los cancilleres están muy amolados y no comulgaron con ruedas de molino, y mucho menos con una fantasía inventada desde Cuba para que Venezuela no quedara tan mal ante el cúmulo de evidencias que Estados Unidos ha acumulado sobre las profundas implicaciones que tiene el gobierno en las actividades de narcotráfico desde nuestro territorio.
+Las autoridades estadounidenses y los medios de comunicación habían advertido sobre la gravedad de este problema, pues al producirse una regresión de las actividades ilegales llevadas a cabo por los grupos guerrilleros en suelo colombiano resultaba lógico que estos trasladarían parte de su negocio hacia territorio venezolano.
No estaban muy equivocados quienes en su momento advirtieron sobre el peligro que no sólo se cernía sobre Venezuela, sino que también afectaría a Brasil, Argentina, Bolivia, Perú y desde luego Guyana, que constituye hoy por hoy uno de los puertos de abastecimiento y embarque hacia Europa y África. Recordemos que el hijo del presidente de Surinam acaba de ser condenado por tráfico de drogas desde su país hacia Estados Unidos.
La canciller venezolana se quedó hablando sola sobre una invasión y una guerra que solo existe en la mente hueca de la cúpula rojita, como bien pueden explicarlo con suficientes argumentos los generales chinos y el alto mando militar ruso. Estas fantasías propias de mentes descocadas y producto de una escasa formación profesional no la iban a aceptar las delegaciones y los cancilleres presentes.
La verdadera amenaza para Venezuela no está en el poderío militar estadounidense ni en su fortaleza económica, sino en la propia debilidad que está demostrando el gobierno nacional al conducir al país a la ruina, la escasez y la violencia. Al degradar su condición de Estado organizado pone en evidencia su debilidad y su incapacidad de enfrentar con valentía y coraje al enemigo, como lo hizo Bolívar en los momentos en que la patria tenía enemigos por doquier. El gobierno de Nicolás se atreve a desafiar a un país poderoso y experimentado, sabiendo que apenas cuenta con el apoyo de 20% de la población. Olvida Maduro y sus rollizos militares que la defensa de un país es una responsabilidad de todos y cada uno de los ciudadanos y no solo de un partido. Son tan ignorantes que llegan al punto de olvidar nuestra historia patria y las hazañas que se cumplieron para expulsar a los ocupantes del suelo venezolano.
Como bien lo trasmitieron ayer las agencia internacionales de noticias, la “mayoría de los Estados miembros de la OEA llamó a un diálogo entre Estados Unidos y Venezuela”. Fue un verdadero fracaso para Delcy Rodríguez pues la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, convocada para escuchar a la canciller venezolana no resultó en ninguna declaración formal del organismo.

 Editorial del Nacional

20 de marzo 2015 - 

lunes, 16 de marzo de 2015

DIARIO DE UN KAMIKAZE VENEZOLANO...


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DÍA UNO:
La invasión es inminente. Mañana comienza el entrenamiento. Los panas nos organizaron una fiesta de despedida. La rumba estuvo burda de buena. Bailamos hasta altas horas y nos dimos  durísimo con la caña, para preparar nuestra alma para el destino que le espera. El jefe nos garantizó que en el más allá la rumba continuará y entonces  tendremos 10 botellas de 18 años sin estrenar para cada uno. Al final de la reunión,  Yefelson, John Fisyerald, Washinton Rodríguez y yo quemamos una bandera de Los Estados Unidos para irnos poniendo ya en actitud.

DÍA DOS:
Hoy no fuimos al entrenamiento.

DÍA TRES:
Hoy retomamos la cosa en serio. Tuvimos problemas con el vestuario, porque la cooperativa que fabrica los chalecos endógenos en los que se van a colocar los explosivos se cogió los reales y no los hizo. El comandante del escuadrón dice que no importa, que nos pegamos los cartuchos con tirro directamente en la barriga y nos colocamos encima un poncho andino para pasar desapercibidos. Lo que pasa es que a mí me toca la refinería de El Palito y yo no me voy a meter en ese calorón con un poncho andino.

DÍA CUATRO:
Los técnicos explosivistas  todavía no nos han traído los cartuchos. De todas maneras, hoy hicimos un ensayo general y cortamos varios palos de escoba en rolitos para simular la vaina. La sensación es burda de incómoda.

DÍA CINCO:
Por fin llegaron los explosivos (entre ellos muchos Bin laden) y los ponchos. Como los gringos solo deben encontrar cenizas, comenzamos ya a prenderle candela al país con incendios forestales aprovechando el calorón imperante.

DÍA SEIS:
Hoy tuvimos una falsa alarma de invasión, debido a que una paloma activó el sistema de defensa antiaéreo. De  vainita no destruimos los pozos petroleros. Menos mal que la mayoría de nosotros nos quedamos dormidos y, a los pocos que acudieron, los explosivos no les funcionaron.

DÍA SIETE:
Se acerca la hora…Morderán el polvo de la derrota. Ya todo el equipo está listo y operativo, pero tenemos tres días que no nos llega comida al campamento. Hoy nos reunimos. Si mañana no llega comida, vamos a trancar las vías de acceso a los pozos y, si nos echan a la Guardia, pensamos usar los explosivos y aplicarles a ellos el plan de tierra arrasada. Yo estoy comenzando a creer que la Guardia Nacional está controlada por la CIA.

DÍA OCHO:
Hoy nos trajeron unas hamburguesas de Mc Donald’s. Estaban bien sabrosas. Estamos pensando que, aunque se vuelen los pozos petroleros, los Mc Donald’s deben quedar en pie. Como no tenemos mucho más que hacer, luego de comer hicimos una caimanera.

DÍA NUEVE:
Como hoy  tiene pinta de que los gringos no van a llegar, nos fuimos al río a hacer un sancocho. De todas maneras, nos llevamos el equipo porsia. Llegó el gobernador de Miranda en visita sorpresa y Jeferson casi lo implota, porque pensó que era gringo por lo de los ojos claros. Menos mal que estaba comiendo y él un plato de sancocho no lo suelta ni por la patria.

DIA DIEZ:
Hoy es el día. Nos fuimos a la playa a esperarlos. Estuvimos hasta las diez de la mañana y no vinieron. Yo creo que nos cogieron miedo, porque nos miraron desde el satélite y vieron que la vaina iba en serio. Menos mal que nos trajimos el dominó y una cava de cervezas para matar el tiempo, que también es un invento gringo.