Libertad!

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lunes, 17 de noviembre de 2014

Tras las huellas de los héroes venezolanos en la Gran Guerra / Médicos y poetas en batalla


Investigaciones revelan que 12 de los soldados murieron en combate | Foto: Cortesía Clemnte Balladares
Investigaciones revelan que 12 de los soldados murieron en combate | Foto: Cortesía Clemnte Balladares
Alrededor de 40 voluntarios se alistaron en las filas de los ejércitos que combatieron durante el conflicto europeo, de ellos 25 lo hicieron del lado francés
Erguido sobre el asiento trasero de bombarderos franceses, el guaireño Mario Velásquez sabía a lo que se enfrentaba como artillero. Debía permanecer así, inmóvil, en una cabina desnuda, para defender la retaguardia de su biplano de los cazas alemanes que intentarían derribarlo.
Apenas tres meses antes, familiares de su madre, que vivían en Francia e Inglaterra, habían escrito para pedir voluntarios a la causa aliada por las bajas en las filas. Mario Velásquez fue el único pariente en Venezuela que respondió al llamado en 1915.
Archivos militares de Francia indican que, a los 30 años de edad, Velásquez era un mecánico de La Guaira, pero una vez en Europa recibió entrenamiento militar.
Solo combatió tres meses, pero se calcula que estuvo en más de 80 misiones y enfrentó a las mejores uni­dades de caza alemanas, el fuego antiaéreo y el frío del otoño europeo. Según los registros franceses, voló casi todos los días finales del conflicto, hasta que el 7 de noviembre fue herido en una pierna. Cuatro días después se firmó el armisticio.
De regreso en Venezuela, fue periodista y escritor de cuentos y ensayos, pero nunca dejó nada por escrito sobre su experiencia en la Gran Guerra, cuyo centenario se conmemora este año.
Al igual que Velásquez, se calcula que alrededor de 40 venezolanos participaron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Veinticinco lucharon del lado francés, cuatro de ellos en la Legión Extranjera. Una placa en la plaza principal del Colegio Francia, en la urbanización Campo Claro, recuerda a los 12 que murieron en combate. El pasado 11 de noviembre se celebraron 96 años del final de un conflicto que dejó cerca de 10 millones de muertos.
La historia de Velásquez y de otros héroes venezolanos fue contada por el investigador Clemente Balladares, quien junto con la Asociación Franco-Venezolana de la Legión de Honor francés hizo un estudio sobre estos veteranos de guerra de los que poco o nada se menciona en los libros de texto.

Médicos y poetas en batalla
La efervescencia de la guerra motivó a estos venezolanos a sumarse a las filas. “Enviaron afiches y convocatorias pidiendo voluntarios en las colonias o donde tenían representación. En la prensa venezolana se veía mucho. Ellos respondieron al llamado princi­palmente por tener lazos familiares o por sentir simpatía por Francia”, comentó Balladares.
La mayoría ya se acercaba a los 30, lo que superaba el promedio de edad para alistarse. Sin embargo, el valenciano Enrique Tejera fue la excepción. A sus 18 años fue chofer de ambulancia en el penúltimo año de la guerra. Transitó con el vehículo de delgadas ruedas por caminos poco pavimentados o por trechos enlodados para sacar a los heridos. A su regreso al país se graduó de médico. También estuvo el doctor Diego Carbonell Espinal, nacido en Cariaco en 1884, quien trabajó en el sistema de salud francés durante el conflicto bélico. Se convirtió en rector de la Universidad de los Andes en 1917 y de la Universidad Central de Venezuela en 1924.
La Gran Guerra sorprendió al andino José de Jesús Sánchez en Suiza, quien había luchado contra la Revolución Libertadora como edecán de Juan Vicente Gómez. Participó en las batallas de Verdún y Somme, y murió en combate en 1918. Eleazar López Contreras le rindió honores en Francia.
También se recuerda la historia de Ismael Urdaneta, un poeta trujillano que peleó contra los otomanos en los Dardanelos y cuyas experiencias quedaron reflejadas en los escritos “Mi vida en la legión” y “Una noche en Odessa”; y la del caraqueño Reynaldo Hahn, un músico que a los 38 años de edad fue soldado raso en la costa sureste de África hasta 1915 y que luego de la guerra se convirtió en director de ópera en Cannes.
El trabajo de Balladares y de la Asociación Franco-Venezolana de la Legión de Honor, que será expuesto en 14 pendones en la biblioteca de la Universidad Simón Bolívar desde el 26 de noviembre, busca preservar el recuerdo de estos combatientes ignorados de la historia universal tradicional, así como rememorar un conflicto que fue producto de la exacerbación de los nacionalismos.

sábado, 1 de noviembre de 2014

El primer antichavista del mundo



Fausto Masó*
                        






Antes que Chávez fuera Chávez, cuando era un oscuro oficial, el primer antichavista del mundo no dejó en pie ninguna de sus ideas. Como no lo leyeron Chávez llegó al poder.
Se llamaba Carlos Rangel, se pegó un balazo varios años antes del golpe del 4 de febrero. Carlos Rangel fue el único intelectual que creyó que la democracia venezolana era digna de ser defendida, a contrapartida de un Uslar Pietri, por ejemplo.
Carlos Rangel refutó al chavismo antes que existiera. En la UCV quemaron los libros de CR, lo agredieron físicamente a él y a su esposa Sofía  Imber.

Carlos Rangel afirmaba:
 “Esto no es el paraíso, pero tampoco es el infierno. Esto es un país cuyo progreso se acerca bastante al máximo posible. Pero la mentira que sí se dice todos los días, que todo es malo en este país y que es preciso destruirlo todo para construir algo que valga, es lo que tratamos de refutar nosotros día a día”.

El discurso de  Chávez usa el mito del buen salvaje, la imagen de un país víctima de extranjeros malvados, primero de los españoles más tarde los norteamericanos. Carlos Rangel escribió “Todo comienza con el rechazo de todo lo español, la pretensión descabellada de que nada le debemos a España, de que fuimos invadidos por España en 1492, y de que 300 años más tarde cuando expulsamos a los españoles volvimos a ser los indios americanos precolombinos. En México se llega al extremo de que en todo el país no hay ni un monumento a Hernán Cortés. Ellos sostienen seriamente que ellos expulsaron al invasor español hacia 1820, no tengo la fecha exacta en la memoria, con el agravante de que México o Nueva España, como se llamaba, fue una de las provincias españolas en América más fiel, que allí los criollos no tenían ganas de romper con España, tampoco el Perú. En México consumada la ruptura y ya en evidencia esta mitología, sostienen haber expulsado al invasor español, Cortés es un canalla, en los murales de Diego Rivera y Colón es el hombre que, por desgracia para México, vino en esas fatídicas carabelas a estropear el nuevo mundo, el viejo mundo americano, el mundo precolombino, el mundo del buen salvaje.”

“El mito del buen salvaje lo creó occidente, y ha conquistado el mundo, una civilización revolucionaria, porque antes de pensar los hombres que el buen salvaje existía, en lugar de ser un vago mito, aceptaban, menos mal, los malos gobiernos, que son todos, pero desde que se piensa que es posible un gobierno perfecto y una sociedad perfecta, los hombres nos hemos hecho más impacientes con los gobiernos que tenemos. Entonces se produce la primera revolución moderna, que es la revolución norteamericana, y las provincias españolas de América, removidas por ese hecho, se ponen a jugar a la independencia, yo digo a jugar a la independencia porque es lo que creían ellos que estaban haciendo, es cierto que oligarquías criollas sienten que tal como los criollos norteamericanos, estos descendientes de ingleses, ellos podrían sustituir sin demasiada pena, ni demasiados problemas, ni demasiada sangre, ni demasiada violencia y sin destruir nada, desde luego, al gobierno colonial español por gobiernos locales. Eran los primeros nacionalistas, los primeros dirigentes de una sociedad que querían ser ellos mismos quienes ocuparan los primeros puestos, y no los enviados de la península. Lo que ocurrió fue bien diferente, fue una guerra terrible que duró 15 años y donde Hispanoamérica quedó casi destruida. En esa guerra se declararon aquellos hombres herederos, descendientes y vengadores de los Incas, de los Aztecas, los otros imperios indígenas que habían sido conquistados por España, y luego se declararon, por lo mismo, ajenos y enemigos de todo lo español. Posteriormente, América española entra en una etapa de seguir imitando a USA, y digo seguir imitando porque el movimiento de emancipación fue una imitación del movimiento de emancipación norteamericano, mucho más que el francés, que es otra de las mentiras que dicen, como hoy en día los norteamericanos ya no son populares ni simpáticos, ya nadie quiere admitir que se les deba nada.”

 “En Venezuela nadie recuerda que se quiso declarar la independencia el 4 de julio de 1811, en el aniversario de la Declaración de Independencia norteamericana. Como no se pudo ese día se declaró el 5. Las constituciones de la América española están calcadas de las estructuras políticas norteamericanas”.

Al libro lo tituló CR "Del buen salvaje al buen revolucionario"
Los latinoamericanos se presentaron como los descendientes del "Buen Salvaje", de esos indios supuestamente virtuosos, bondadosos, pacíficos, felices, que vivían en sociedades justas...” ¡Pura mentira! Se inventó que había millones de indios. 100–150, o 200 millones... Todo examen científico de este problema concluye que no había más de 10 o 15 millones de habitantes en el hemisferio. Tenochtitlán de acuerdo con cualquier análisis medianamente científico, no tuvo más de 20 o 30 mil habitantes.

Aunque Rangel fuera de los pocos intelectuales venezolanos que defendiese a los exilados cubanos y condenase la dictadura cubana, reconoció la estatura política de Fidel Castro. Después del Libertador era el primer latinoamericano que había trazado una política de alcance mundial. Según Rangel el complejo de inferioridad que sienten los líderes latinoamericanos hacia Castro los colocaba en una posición ridícula. Admiraban en silencio su desafío a los Estados Unidos sin imitarlo.
Carlos Rangel fue el primer antichavista del mundo.  No lo leyeron, no lo leen. Así nos va.
 


@faustomaso
El Método del Discurso