Libertad!

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martes, 30 de agosto de 2011

El concepto de espacio

Teódulo López Meléndez
Comencé a leer el nuevo milenio con la entrada del año 2000, una invención mas mediática de muestra de una “humanidad feliz” que comenzó con el toque de tambores ante el asomo del sol en una perdida isla del Pacífico. Observé entonces que se exterminaban lo husos horarios, que moría lo geográfico y desaparecía la extensión. Me limité al tiempo en las primeras lecturas, pero ya estaba asomado lo geográfico y la extensión. La población se mueve y las teorías economicistas lo explican con las desigualdades sociales, con la falta de oportunidades, con la simple búsqueda de una vida mejor. Se explayan los analistas en decisiones individuales o en emigraciones de talento por razones políticas o en la necesidad de enviar remesas en monedas fuertes para una familia desfalleciente.

Una cosa es cierta: los procesos globalizadores, la irrupción de la instantaneidad, la presencia de Internet acabó con el sedentarismo. Cada día apreciamos como se pertenece cada vez menos a un lugar concreto. Yo aquí nací, aquí crecí y aquí morí, es cosa del pasado. Tras la ruptura del tiempo ahora hemos arribado a la ruptura del espacio. Ayuda la crisis del Estado-nación, el surgimiento de un mundo nuevo guiado por principios universales sobre derechos humanos, las nuevas formas políticas que emergen y las viejas de signo totalitario que reaparecen, todo es cierto, pero la verdad es que la tecnología nos está permitiendo conocer al otro, nos está forzando a salir un tanto del aislamiento cínico. El concepto mismo de vivir la vida está cambiando aceleradamente, hemos llegado al punto de considerar a la vida como transnacional y, por supuesto, el espacio se rompe, viejos conceptos como geopolítica se van a la tumba y henos aquí llegando al concepto de un espacio transnacional que no tiene nada que ver con las viejas limitaciones de fronteras, idiomas, documentaciones legales y demás pergaminos de la antigua organización planetaria.

El antiguo espacio territorial se ve ahora afectado por un abandono de la intromisión militar, como se desprende de los empeños del presidente Obama frente a las guerras que heredó en Irak y Afganistán. Ahora se recurre a los métodos comerciales. La lógica del conflicto ha sido cambiada por la gramática del comercio. El verdadero espacio ahora es la electrónica. Los viejos razonamientos de un espacio suficiente para atender a una población han sido sustituidos por un concepto de distribución de tiempo. En infinidad de ciudades hay mercados locales, desde alimentos hasta animales o flores, pero el verdadero mercado es ahora el momento del contacto. Espacio es ahora velocidad. Es lo que Castell denomina “espacio de los flujos”, esto es, una nueva organización de las prácticas sociales en tiempo compartido, lo que se está convirtiendo en territorio compartido,

El mundo ha dejado de ser un recinto con límites. Nos estamos aproximando a un fenómeno social equivalente a la mudanza de las poblaciones rurales hacia los grandes conglomerados urbanos. Partes importantes de la población están sumidas en los disfuncional, ya no pueden estudiarse los movimientos poblacionales con geografía descriptiva y la causalidad de los sucesos políticos ha emigrado con la vieja noción de geopolítica.



El concepto de espacio fue objeto de estudio en primer lugar por la filosofía y después por la física. Las conclusiones que uno va encontrando parecen adecuarse al presente momento, si pensamos, por ejemplo, en Einstein describiéndolo como el continente de todos los objetos materiales. En el campo filosófico Aristóteles implantó el concepto original, al definirlo como un límite inmóvil y Platón identificó espacio con materia, lo que nos lleva a concluir que para él no existía espacio sin materia. Descartes no llevaba su diferenciación de tiempo y espacio más que a lo nominal, pero Leibniz señaló que el espacio era algo simplemente relativo. O Kant o Heidegger. No pretendemos un resumen de las concepciones filosóficas sobre el espacio, simplemente apuntamos algunas porque algo nos dicen sobre este espacio transnacional que ahora se asoma en los fenómenos migratorios.

Occidente siempre ha parecido manejar el concepto como lo lleno opuesto a lo vacío. Espacio se está convirtiendo en algo similar a un intervalo. La tecnología nos permite estar en dos o más lugares a la vez, y de lo virtual se pasa a lo real. La resistencia al movimiento de los cuerpos es cada vez más difícil, de modo que la continuidad de los pasos es lo que se hace extensión. Si volvemos a la física tal vez podamos hablar de mecánica ondulatoria como conjunto. El espacio parece hacerse uno solo. Las viejas formas de oponerse se resquebrajan.

teodulolopezm@yahoo.com

martes, 23 de agosto de 2011

LA VERDAD UNICA DESCARTADA TAMBIÉN EN FILOSOFÍA (LOS DESCARTES DE DESCARTES)

Alberto Rodríguez Barrera

I
Las generalizaciones tienden a sugerir más de lo que significan. Así sucede con Descartes (1596-1650), el filósofo francés, cuando se le llama el fundador de la filosofía moderna, título que le hubiese encantado debido a que eso fue lo que intentó; estaba dispuesto a reclamar para su filosofía un comienzo absoluto, viendo en su logro un edificio filosófico autocentrado, autosuficiente. Pero hay que tomar su filosofía como un todo para ver hasta dónde realmente llega su grandeza.

La definición aceptada por Descartes es que la filosofía es la búsqueda de la sabiduría; y su intención era renovar todo el conocimiento humano. Descartes pertenece a la última fase del Renacimiento, cuando ya habían transcurrido 80 años del descubrimiento del verdadero sistema del universo; los matemáticos puros se habían enriquecido con el invento del álgebra simbólica y algoritmos; Tycho Brahé, Kepler, Galileo y otros habían hecho sus propios descubrimientos. Todo ello se había logrado por la nueva devoción a las matemáticas. Y Descartes creyó que el método matemático podía extenderse a la filosofía, a todo el conocimiento racional: “...en nuestra búsqueda del camino directo a la verdad no debemos ocuparnos de un objeto sobre el cual no podamos obtener una certidumbre igual a las demostraciones de aritmética y geometría”.

La meta de Descartes no era darle una interpretación matemática al universo, sino componer una filosofía en semejanza a las matemáticas, exhibir todas las variedades del conocimiento como consecuencia de una serie de principios fundamentales y una simplicidad determinante que serían universalmente aceptados como los axiomas matemáticos; y así la filosofía habría obtenido la certidumbre de las matemáticas. Así es que la primera característica del pensamiento de Descartes es su visión matemática, o casi matemática, de las condiciones del conocimiento.

Su propósito confeso, igualmente, era deshacerse de una vez por todas de Aristóteles y sus sectarios, como los llamaba; ambicionaba reemplazar a Aristóteles deshaciéndose del academicismo, aunque utilizaba para sus propios propósitos las nociones académicas, y sus puntos de vista sobre la causalidad en general, del finito y del infinito, son substancialmente las mismas. La filosofía de Descartes –que no era simplemente batallar con Aristóteles- es en mucho un intento para resumir y satisfacer lo que parecen dos aspiraciones de la mente del Renacimiento: establecer una forma de conocimiento totalmente autónoma y la asignación de este conocimiento a la tarea de ir más allá de la confrontación de su objeto hacia la posesión y uso de este objeto para el mejoramiento general de la vida humana, para llegar a ser –dice Descartes en el Método- “los amos y señores de la naturaleza”.

En el prefacio de Principios de la Filosofía, Descartes compara “el todo de la filosofía con un árbol donde la metafísica forma las raíces, y la física el tronco, mientras que las ramas que crecen del tronco constituyen todas las demás ciencias que pueden ser reducidas a tres: medicina, mecánica y ética...”

Estos comentarios preliminares sobre la filosofía de Descartes se complementan con dos puntos más. Tras la decadencia del mundo medieval y las vaguedades del Renacimiento, Descartes fue el primer filósofo en construir un sistema coherente de ideas, en abrir una nueva manera de pensar donde prevalecía la confusión; y también fue el primero en llamar la atención de los filósofos al problema de la certidumbre como tal. Por esto es que es recordado fundamentalmente; desde entonces el problema de la certidumbre ha estado en la filosofía.


II

Antes de Descartes, todo el conocimiento estaba en dudas o, cuando más, dominado por el escepticismo, siendo Montaigne el ejemplo que inspiró a Descartes para acabar con el escepticismo por vía de la certeza. Montaigne estaba horrorizado por las peleas religiosas y políticas de su época y por la interrupción de la unidad europea a consecuencia de la Reforma. Montaigne descubrió la fuente de todos estos males en el dogmatismo. Los hombres se amartelan tanto con sus propias creencias que no dudan en matar a un oponente, como si acabando con su vida pudiesen acabar con el mundo de sus opiniones. Pero la verdadera sabiduría consiste en un cuidadoso entrenamiento de la mente para suspender el juicio: esa es la lección final de los Ensayos de Montaigne. Una buena mente jamás está irrevocablemente atada a sus propias opiniones; no está asegurada por su conocimiento ni por su ignorancia. No aseverará “yo sé” ni “yo no sé”, sino que preguntará “¿qué sé yo?”. Esa es la marca de la sabiduría.

Descartes leyó con cuidado los Ensayos; en el Discurso del Método hay ecos de Montaigne. Pero lo que era una conclusión para Montaigne fue sólo el punto de partida de Descartes, un escéptico con la esperanza de algo mejor que escepticismo. El Discurso del Método (1637) no es el tratado que sugiere el título, pero sí es un punto importante en la historia del pensamiento europeo. La intención primera de Descartes era llamarlo “Una historia de mi mente”, y aún se puede leer como tal, una especie de memoria que revisa el pasado a la luz del presente; fue escrito a los 40 años, 17 años después de los hechos narrados, ya como filósofo.

Para Descartes el problema central era la certidumbre, y el objetivo general del Descartes del Método era mostrar cómo él mismo enfrentó el problema. ¿Cómo podemos estar seguros de cualquier cosa? Montaigne no tenía respuesta para esta pregunta; la verdadera sabiduría consistía en echar cómodamente la cabeza en la “suave almohada” del escepticismo. Insatisfecho, Descartes pensaba en tres grados de sabiduría, y el más alto consiste en el descubrimiento de las “primeras causas y los verdaderos principios de los cuales todo lo que somos capaces de hacer puede ser deducido”. Y fue en las Meditaciones donde Descartes comenzó a construir su nueva filosofía; en la cuarta parte del Discurso sólo se da un perfil. Las Meditaciones son de hecho un “pequeño tratado de la divinidad”, sobre la existencia de Dios y del alma. Pero el punto a enfatizar es que en la nueva filosofía de Descartes –a diferencia de la vieja filosofía de Aristóteles- el movimiento del pensamiento es de las ideas a las cosas, y no de las cosas a las ideas.

Para Descartes, las ideas más importantes son ideas innatas, que encuentra en su mente, “aquellas”, dice, “que nacen conmigo”, que él percibe “claramente y precisamente”, y que son como imágenes o retratos de la realidad que representa. De ahí el principio cartesiano y de todo el idealismo moderno: todo lo que puede ser conocido clara y precisamente como constituyendo la idea de una cosa puede decirse de la cosa misma. Tal concepción del conocimiento que subraya la filosofía de Descartes indica que deberíamos estar capacitados para construir el mundo desde nuestras claras y precisas ideas, con la certeza de que estas ideas constituirán un verdadero cuadro de la realidad, y entonces el problema es encontrar el orden correcto para exponer las ideas que encontramos en nuestra mente, y de hacer más de nuestro punto de partida para que pueda haber prueba contra toda la crítica de los escépticos.

En otras palabras y en respuesta a la pregunta sobre cómo podemos estar seguros de cualquier cosa, Descartes tenía que encontrar una proposición simple e infalible que aguantara hasta las más extravagantes objeciones de los escépticos; y la encontró en el célebre cogito ergo sum, “pienso, luego existo”. (Segunda de las Meditaciones:”Pero no hay nada de que yo existo en ser engañado, y entonces, dejen que él me engañe todo lo que quiera, jamás podrá transformarme en nada mientras yo piense que soy algo.”)

Independientemente de lo que podamos pensar de pensamiento sin pensador, Descartes creyó probar que cogito ergo sum es la afirmación no de uno mismo y del pensamiento tomado separadamente como sujeto y verbo, sino de un yo pensante tomado como un todo, de una existencia cuya “toda naturaleza o esencia consiste en pensar”. Así sé que existo, percibo el hecho de mi mismo clara y precisamente, en lo que Descartes llama “una cosa pensante”, y puedo disipar cualquier duda, hasta aquella inspirada por la hipótesis de una Demonio maligno, ya que ser engañado es una forma de pensar aunque piense erróneamente; y a la vez puedo entender lo que hace a algo verdadero. De ello prosigue que estoy justificado al aseverar que lo que pueda ser concebido clara y precisamente en la mente es por lo tanto verdadero, y la verdad del cogito se vuelve el ejemplo de todas las otras verdades, además del seguro punto de partida de la filosofía de Descartes, quien pensaba que esto era certidumbre matemática.

Aristóteles y sus seguidores explicaron el mundo en términos de materia y forma, y atribuyeron al cuerpo humano un alma o forma animada, que ejerce varias operaciones en y a través del cuerpo, como nutrición, movimiento, sensación y demás. Pero en Descartes lo que llamamos alma es esencialmente pensamiento; y por lo tanto debe ser excluido, si queremos que sea una idea clara. De ahí sigue que la idea de alma o mente no contiene nada que pertenezca al cuerpo, sobre el principio de que las ideas precisas no son representativas de existencias precisas. Por lo tanto, el dualismo cartesiano de mente y materia, cuerpo y alma, es llamado “bifurcación de la naturaleza”.


III

Descartes no distinguió entre la metafísica (“las raíces”) y la física (“el tronco”) como lo hacemos hoy. Al hacer que su física dependiera de su metafísica, Descartes revirtió el procedimiento tradicional mediante el cual la física constituyó una especie de prolegómeno a la metafísica, como vemos en la filosofía de Aristóteles y Aquinas. Aquinas muestra una más clara anticipación de la visión moderna que distingue entre ciencia y filosofía cuando observa que la teoría ptolomeica de epiciclos puede “salvar las apariencias”, pero que no es prueba suficiente para que la teoría sea verdad, ya que “las apariencias quizás también puedan ser salvadas en otras hipótesis”.

La boga de la filosofía cartesiana se extendió por una generación. En cuanto Newton publicó sus Principios Matemáticos de la Filosofía Natural (1687), el sistema del universo físico de Descartes fue cosa del pasado. Hoy no hay cartesianos en física, aunque sigue con nosotros el problema de relacionar una nueva manera de entender el mundo físico. ¿Cómo sabemos que tenemos cuerpos desde los principios planteados por Descartes? Lo que imaginamos no lleva al juicio de que lo que imaginemos exista de hecho (al igual que lo que imagina el chavismo no se transforma en realidad). Hay ideas, pero a diferencia de otras ideas claras y precisas son confusas y oscuras, no confiables, la mente forma al ser afectada por alguna sustancia extraña unida íntimamente con ella, y esta sustancia es el cuerpo. Cada mente, así consciente de la unión con un cuerpo, también se hace consciente de la acción externa sobre un cuerpo; y consecuentemente debe admitir la existencia de otros cuerpos, descartando toda duda sobre la existencia del mundo exterior... El problema del dualismo es un problema real, es imposible no aceptar el dualismo de mente y cuerpo, pese a las sutilezas para disfrazarlo. El retrato del mundo de Descartes estaba muy equivocado en casi cada detalle, aunque el espíritu cartesiano que lo inspiró aún sobreviva.

Descartes era generoso y modesto, ajeno a los halagos mundanos; deseaba que su filosofía fuese de beneficio práctico para la humanidad; e insistió que era sólo por su infalible método que se hizo filósofo. Pero no era tolerante en el sentido moderno; al otorgarle a otros el derecho a sostener como verdad lo que él juzgaba falso, él mismo no podía pensar o decir que lo que sabía como verdad “por la luz natural de su mente”, podía ser falso. No había lugar en su mente para la mera opinión. Había asumido la producción de demostraciones verdaderamente matemáticas para todas las proposiciones que planteó, y estaba convencido de que todo el conocimiento era uno, al igual de que había sólo un método infalible, de tal manera que si una ciencia era correcta, todas debían ser correcta, y donde una ciencia estaba equivocada, todas estaban equivocadas. Pero la filosofía de un filósofo es el rehén que le da a la fortuna; y la fortuna ha decretado que Descartes no ha de ser, como esperaba, el Aristóteles del mundo moderno. Pero el título que no se le puede arrebatar –según su adversario moderno, Jacques Maritain- es el de “Gran Innovador”.

viernes, 19 de agosto de 2011

Reflexiones en cuanto a la protesta social en Israel

Por el Lic. Samuel Leillen
A – ¿Ignorancia de los líderes? ¿Desidia?
B – ¿Ignorancia de los consumidores? ¿Apatía?



A – ¿Ignorancia de los líderes? ¿Desidia?
Los medios de comunicación transmitieron que el Prof. Stanley Fischer, titular del Banco Central de Israel, "calificó de “sorpresa” el alcance de las reacciones espontáneas de los sectores jóvenes de la "clase media" israelí iniciados en julio 2011, al considerar que “no había pistas ni signos previos” que hicieran prever su llegada".



Realmente lo que "sorprende" es que el prestigioso y reciente candidato a la Presidencia del Fondo Monetario Internacional, en los largos y exitosos años del cumplimiento de sus funciones, no haya tenido la suficiente sensibilidad para dar la correspondiente importancia a los datos sobre desigualdad, polarización, pobreza, etc. que el personal profesional altamente calificado que él mismo dirige difunde periódicamente. ¿Acaso no lee lo que sus ayudantes y asesores investigan, analizan, escriben y publican?



Por ejemplo: año atrás, Israel celebró su incorporación al grupo de 34 países con economías emergentes, OECD, cuyo lema es "mejores políticas para mejorar la vida". Se destacó ampliamente que el ingreso a ese importante club, con 50 años de funcionamiento, era un reconocimiento a los logros de Israel en cuanto a su economía y desarrollo se refiere, pero todos – absolutamente todos, incluso los inquietos medios de comunicación – obviaron y disimularon el hecho que la resolución final se postergó durante un par de años por ciertos "defectos" o "debilidades" de la realidad israelí, entre ellos la corrupción, el descuido por las condiciones del ambiente, los bajos niveles en la educación obligatoria, la desigualdad en los ingresos.



¿Cómo mide y compara la OCDE - Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico la desigualdad en los ingresos? Hay variados métodos, pero normalmente se usa el índice GINI., que con un indicador simple ayuda a comparar las diferencias existentes en la distribución personal entre países, entre regiones, o bien la evolución a lo largo del tiempo.

El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini: es un número entre 0 y 1, en donde 0 señala la perfecta igualdad (para el caso cuando todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

Para el año 2008, entre los países con menor desigualdad, con índice G´ 25, encontramos a Dinamarca, Japón, Suecia. El índice para los Estados Unidos es 41. El promedio de los países que componen OCDE es 31.

En el otro extremo, los países con mayor desigualdad, encontramos a Namibia 74 y Sierra León 63. Los países de América Latina varían entre Nicaragua 43 y Uruguay 45 hasta Bolivia, Haití y Colombia ~ 60.

El Estado de Israel recibe una clasificación de 39. Lo acompañan en este nivel países como Jordania, Macedonia, Malawi, Mauritania, Marruecos, Túnez. Lo que preocupa es que en los años anteriores el dato era más moderado, registrándose un acelerado y continuo empeoramiento durante los últimos años. Hace mucho que el tema es conocido y nuevamente surge el interrogante ¿qué se intentó hacer para aliviar la situación?



Difícil recordar propuestas de mejoras, de búsqueda de alivios – ya no de soluciones - ni de los Ministros de Finanzas ni de los Ministros de Bienestar Social, y los hubo muchos en los últimos años. Sólo paliativos, sólo proclamas emotivas sin programas concretos, sólo anuncios rimbombantes que se proyectan fotogénicos en los medios de comunicación pero que nadie se preocupó por poner en práctica.

También corresponde preguntar ¿dónde estuvo la oposición? Parece que la "ignorancia" del liderazgo no es propia sólo de los integrantes de la coalición gubernamental. Por ejemplo, mientras se escriben estas líneas se difunde que la Jefa de la oposición Tzipi Livni manifestó en una entrevista su "sorpresa" al enterarse que la mortalidad en la zona sur del país es más temprana que en el promedio del país: la pobreza en Israel modifica los índices de longevidad. Es un dato elemental, "desconocido" para la Vice Primer Ministro de la cadencia anterior y candidata a Primer Ministro en la última contienda electoral. ¿Cuánto más no sabe?



INDICADORES ECONÓMICOS: CRECIMIENTO Y POBREZA

“En lo que respecta a los indicadores económicos, la economía está muy bien, con la menor tasa de desempleo desde 1987”, argumentó Fischer. Pero no se detuvo a considerar los periódicos informes del Seguro Nacional que indican que aumenta continuamente la brecha entre ricos y pobres, que los sectores con bajos sueldos cada vez se amplían y que los impuestos que recaen especialmente sobre la clase media resultan cada vez más gravosos.

Protestas, carpas en todo el país y huelga de médicos – "Yediot Ajronot" 10.7.1990

¿Se pensó que así será en aras de la libertad de mercado y la no intervención estatal como principio rector? La preocupación por el bienestar de la población, el fortalecimiento de sus integrantes, la inquietud por el futuro del país, ¿quedó solamente en las desteñidas plataformas electorales?



En enero 2011, siete meses antes de la presente protesta, destacaron dos profesores que "el capitalismo "puerco" no fomenta el crecimiento económico". Ellos analizaron detenidamente el argumento que "el precio del crecimiento sostenido es la desigualdad en los ingresos", basándose en datos publicados por el Banco Mundial y por el Seguro Nacional ("Bituaj Leumí") de Israel.

Los investigadores, el Prof. Baruj Mevoraj y el Dr. Jaim Weizmann de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Tel Aviv, encuentran que no hay relación directa entre crecimiento sostenido y mejoramiento social. Por ejemplo, para el período 2000-2007 la relación fue inversa: la producción per cápita se aceleró en 3.5% - el cambio más destacado del último decenio-, mientras que el índice G´ empeoró en 2.3%.

El análisis también indica que a medida que aumenta la velocidad de la caída del índice G´ se frena el porcentaje de cambio en la producción per cápita. Quiere decir, la polarización no sólo afecta al panorama social de la población, también actúa como freno al desarrollo económico. Señalan los autores que pareciera que si se aumentaría la progresividad de los impuestos directos para hacerlos mas equitativos se obtendría mayor crecimiento económico – contrariamente a lo que han sostenido los líderes económicos de Israel durante el último decenio.

Además advierten los autores que la situación geopolítica de Israel no le permite que las diferencias sociales se acentúen pues son un incentivo a la despreocupación y a la apatía, animosidades peligrosas para el Estado de Israel. Los ciudadanos entran en un estado de "angustia ciudadana" que los hace dudar hasta de la razón de ser del país mismo.

Todo esto coincide con las advertencias del economista coreano Ha-Joon Chang, de la Universidad de Cambridge, que hace varios años que expone sus consideraciones sobre la privatización, la liberalización de los mercados financieros, el flujo libre de mercaderías e inversiones, la reducción de impuestos, los voluminosos salarios de los gerentes de empresas, la eliminación de servicios sociales – que "provocaron crecimiento más lento, desigualdad creciente y falta de estabilidad, fenómenos encubiertos por un consumo incontrolado alimentado por políticas de crédito equivocadas que estallaron con la crisis del 2008".





B – ¿Ignorancia de los consumidores? ¿Apatía?



"… cuál es más de culpar

aunque cualquiera mal haga,

la que peca por la paga

o el que paga por pecar…"



Sor Juana Inés de la Cruz, México 1651-1695



En la primera sesión del equipo que deberá elaborar propuestas en base a los reclamos de los iniciadores de la protesta, el Prof. Trajtenberg dijo: “El movimiento de protesta busca traer a la realidad el concepto efímero de ‘justicia social’. Llegar a un cambio depende de nuestra habilidad de escuchar e interpretar las necesidades y deseos del público, y convertirlos en una política de estado funcional de un modo profesional”.



Israel jamás fue un país igualitario, no en el área social, no en el área profesional, no en el área económica. Pero en las primeras décadas de su independencia la pobreza no era agobiante, la riqueza no era exagerada, la miseria no era cualidad visible y la responsabilidad social por el pobre y el necesitado estaba contemplada en sus mecanismos oficiales. Se veía a Israel como ejemplo de estado con conciencia de bienestar social.

Las protestas actuales no son por lo difícil que es conseguir vivienda propia, o por lo elevado de los alquileres, o por el precio de la gasolina, o por la falta de albergues estudiantiles, o por lo que cuesta criar a un bebé, o por la ignominia de los sueldos de los médicos o de los asistentes sociales: es la ofensa por la despreocupación estatal por el sufrimiento ciudadano, por las diferenciaciones que atentan contra el ciudadano y el que no está ni suficiente ni correctamente "conectado", por la desaparición de la solidaridad social.

Ellos reclaman "Justicia Social". Sus argumentos no fueron redactados en comités partidarios, ni oficialistas ni de la oposición. Son la expresión natural de miles de jóvenes que nuclearon en su derredor a lo mejor de la sociedad israelí. Los obsoletos intentos de acusarlos de "izquierdistas", "derechistas", "post-sionistas", "anarquistas", "saboteadores encubiertos", "interesados políticos", "aprovechadores de turno", no han logrado que la protesta disminuya, por el contrario.



TODOS SOMOS CULPABLES

Pero debemos estar atentos. En mayo último, dos meses antes que estallara la protesta, Tomer Seltzer - analista del periódico "Calcalist", publicación especializada en temas económicos de Israel y los mercados internacionales – publicó una crónica relacionando desigualdad, crédito para el consumo y crisis financiera, en un marco de inacción gubernamental frente a la desigualdad acelerada y en la completa entrega del público consumidor a los créditos caros para superar las exigencias de la galopante carestía de la vida.

Indica Seltzer que desde la crisis financiera del 2008, se acentuó el marketing bancario por el crédito para el consumo y el uso de las tarjetas de crédito. Iniciativas bancarias ampliamente difundidas y respaldadas en adelantos tecnológicos, hicieron que el trámite para obtener más créditos "en condiciones preferenciales" resultara más apetitoso. A fines del 2010, la deuda de los hogares había crecido en 9% con respecto al año anterior y sumó 340 mil millones de shekel, casi la mitad de ello por un salto de 48% en tres años de los créditos hipotecarios. En cinco años creció el crédito por intermedio de las tarjetas de crédito en 350% llegando a NSI 4 mil millones!

"La embriaguez por el crédito para el consumo atenta a la estabilidad económica de Israel" sostiene Seltzer, y más aún cuando el gobierno no hace nada por frenar o disminuir la desigualdad financiera de la ciudadanía. Y esta combinación es la fórmula exacta para llegar a la crisis: cada vez más y mayores sectores de la población se sienten desplazados y exigen respuestas de los políticos – y éstos adoptan la solución fácil: proporcionar más créditos aparentemente "baratos". Es una trágica táctica que desvirtúa el valor real del salario y confunde la capacidad individual de tomar resoluciones apropiadas en temas cardinales como el consumo diario, los compromisos hipotecarios y la capacidad de reintegro, creando esperanzas ilusorias.

Pero políticos, bancos, organismos hipotecarios y tarjetas de crédito, salen airosos.

Y a la hora de la verdad, la situación de los individuos depende no sólo de lo que los políticos pueden ofrecer verdaderamente a sus ciudadanos en la búsqueda por la libertad y la felicidad, que es lo que anhelan casi todas las personas. Los individuos deben procurar mejores condiciones de vida sin ahogarse en deudas incontroladas por las ansias alocadas de consumo ilimitado.

Hagamos votos por que el diálogo propuesto por el Gobierno, formalizado en la comisión especial designada para proponer vías de acción, sea expresión efectiva de la perspectiva que tenemos hoy después de estallada la protesta, de la que todos nos sentimos partícipes.





Lic. Samuel Leillen

14.8.2011



El. Lic. Samuel Leillen es Estadígrafo, Asesor financiero, Publicista, Conferencista –

Miembro Honorario de la Cámara de Comercio Israel América Latina

y de CEVI – Cámara de Economía Venezolana Israelí.
*Especial para "LÍNEA DIRECTA", agosto 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

Me voy de vacaciones hasta Septiembre
Joaquin

Alejandro Rozitchner/Sobre la idea de pueblo

.‎La palabra pueblo tiene un sentido fascista, es decir, excesivamente autoritario. La palabra pueblo, la idea de pueblo, es un truco político para aprovecharse de la gente. ¿En qué consiste? En que amucha (junta, apelmaza) a todas las personas, a todos los individuos, en una masa manipulable.
Para construir esa masa cada individuo debe despersonalizarse, dejar de lado sus diferencias, su realidad, y pasar a simular ser una cabecita más en la muchedumbre que viva al líder popular. La masa, el pueblo, no valora la individualidad: ni las emociones, ni los deseos, ni las diferencias, ni todo lo que constituye la riqueza de la personalidad, la verdad de las vidas concretas.



Los populares viven luchando en contra de las manifestaciones de la personalidad individual, endiosando las características del imaginario hombre popular, un ser imposible y carente de todo atributo. Los populares no quieren que nadie se desarrolle, porque si lo hace deja de ser pueblo y el pueblo debe estar ante todo sometido al rigor de una organización estricta, comandada por sus defensores, en la que deben obedecer y besar la mano del que los cuida, como si fueran animalitos. Los populares pretenden que la gente sea como animalitos, quieren una manada sacralizada y pobre, para eternizarla con picardía en una pobreza a la que se respeta como si fuera una expresión de una verdad trascendente.



La palabra pueblo sirve para desarrollar la pobreza. No el país. No a las personas. No a la gente real. La idea de pueblo ama a la pobreza, y cree que esa situación de carencia representa la “cultura popular”. Los populares, subidos a la idea del pueblo, cabalgan en su discurso (lo popular es siempre un discurso, que abusa de aquellos a los que dice representar y defender) arrasando con todo aquello que intente resistirse a su movimiento autoritario. Como son “los buenos” pueden hacer todo tipo de maldades, tienen la justificación en esa instancia suprema, religión moderna, el pueblo. Los populares son “buenos” y no paran de hacer desastres a los que luego enmascaran como una necesidad de su lucha popular.



Pero el pueblo no existe. Hay algo mejor: personas. Esas personas pobres que la idea de pueblo tritura son personas. Personas que merecen una vida mejor, que luchan por conseguirla, personas a las que hay que ayudar desde el Estado a lograr una organización que produzca bienestar y riqueza: cosa que los populares no saben hacer. Los populares, los cabecillas de lo popular, sólo logran privilegios para sí mismos. Es la historia del populismo. Sí, hubo algunas conquistas sociales, allá lejos y hace tiempo, pero desde hace tiempo los populares producen poca democracia y mucha imposición, poco logro y mucha verborragia, mucho pueblo y poca riqueza. Excepto para ellos mismos.



Hoy día sólo hay pueblo cuando se contrata a actores para que lo finjan. Esos actores son los pobres, a los que se transforma en mano de obra de una pantomima barata, muy barata, algo más que el pancho y la coca.



No siempre fue así. En otras épocas, la palabra pueblo, la idea de pueblo, tenía otro sentido. La cultura humana no había logrado desarrollar al individuo como lo logró en el último siglo. Gracias a un avance enorme en el conocimiento, en la salud, en la producción, en la comunicación, en la psicología, en toda la cultura en general, hoy en día hay más individuos que nunca, personas que se saben tales, que no necesitan sumirse en un conjunto indiferenciado para hacer su vida. La idea de pueblo tenía sentido cuando el país todavía no era una nación, y había que abrir el espacio de una libertad nueva. En esas épocas las guerras consumían vidas en una forma que hoy nos parece atroz y no toleraríamos.



Hoy en día el pueblo es un recurso retórico, una palabra que se usa para darle valor a la pobreza, cuando correspondería tratar de resolverla mediante la producción de riqueza. Los populares dan subsidios, para mantener a todos como sus hijitos pobres. Una política para el desarrollo generaría trabajo, abriría mercados, uniría recursos, sería capaz de proyectos sociales serios, de ver las verdades de la vida comunitaria. Los populares mienten las cifras, para que su lucha parezca buena, cuando no lo es. Los populares arman peleas, para convencer a los pobres de que están amenazados por los ricos, para que no se logre un acuerdo, buscan preservar el estado primitivo de la sociedad porque sacan partido de la situación. Los populares se llenan de plata, y si se lo ponen en evidencia dicen que lo hacen por el bien del pueblo.



La palabra pueblo suena a fascismo, a gran monumento musoliniano, a pretensión nazi de una lucha final y santa. Detrás de la idea de pueblo hay siempre un intento de autoritarismo, una cierta falta de inteligencia, una promoción disimulada de la pobreza.



*Alejandro Rozitchner es escritor, filósofo y novelista, trabaja como inspirational speaker

* Artículo publicado enh Fororepublicano@wordpress.com