Rafael Muci-Mendoza
El enfermo venezolano muere lánguido en su lecho a la sombra del chorro petrolero
Blancas y pulcras sábanas cubrieron el cuerpo de nuestro Presidente en Cuba sometido al tratamiento de su ignoto cáncer -suma de conjeturas-; no han parado en mientes los costes de su afección ¡Así debe ser! Al enfermo hay que rodearlo de afecto, consideración y buena medicina. El infortunio debe ser enfrentado con todo cuando se tenga a mano. Mejor si en el propio país y con médicos competentes que no confundan tumores con abscesos. Es deplorable que lo que desea para ¨su cáncer¨ nunca lo quiso para el pobre canceroso venezolano. Cincuenta años en un hospital público me dan autoridad para decir que el paciente nunca estuvo más desvalido que con esta involución suya del atraso. Hablo de lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que he sufrido, pues he trabajado duro desde que nací, en domingo y 1º de mayo, paradójicamente, día y fecha típicos de hombres que no trabajan nunca.
El enfermo venezolano muere lánguido en su lecho de miserias, un poco asesinado por todo el mundo a la sombra del chorro petrolero, especialmente por su indiferencia; más de 44 mil casos de cáncer y 20 mil a quienes Átropos les corta el hilo de la vida porque no tienen su oportunidad y deben soportar esperas y maltratos, sólo porque ¨no es su cáncer¨; sólo porque es el de ellos, insignificante y distante.
No ha tenido el talento de saber vivir y gobernar, ejerciendo brutalidad agresiva hacia quienes no piensan como usted. Enamorado del médico cubano de los CDI, sin historia clínica ni seguimiento que sirva de contraloría propia y externa. Los médicos venezolanos somos menospreciados que no despreciados, pues para despreciar hay que estar más alto y somos hombres de doctrina, y la altura de los hombres de instinto que nos maltratan es, por decir lo más, rastrero.
rafael@muci.com; rafaelmuci@gmail.com
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