Libertad!
sábado, 21 de diciembre de 2013
martes, 17 de diciembre de 2013
BOLÍVAR Y VENEZUELA, 183 AÑOS DESPUÉS
PAULINO ROMERO
C.*
(Publicado en el diario Panamá América, lunes 16 de
diciembre de 2013)
En día de mañana (17 de diciembre
de 2013), la
Sociedad Bolivariana de Panamá, conmemora el 183 aniversario
del fallecimiento de Simón Bolívar. Hace
4 años al hacer remembranzas de la muerte del “Capitán de la dignidad de
América”, en nuestra nota sobre el particular, señalábamos entonces:
Creemos que es afortunada y feliz la
ocasión que nos reúne para recordar a nuestro Libertador, justo en estos
momentos difíciles que vive América Latina y el mundo, porque no se trata solo
de rendir homenaje a una figura gloriosa ligada a la historia de los países hermanos
y amigos, sino también de la oportunidad para hacer una toma de conciencia,
ante lo que Bolívar como figura universal significa; ante lo que fue y representa para la humanidad;
una oportunidad de recoger y aceptar su mensaje.
Bolívar nació en Caracas, Venezuela, el
24 de julio de 1783, y murió en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de
1830. La obra de Bolívar no fue la negación de
España sino la afirmación de América. España sembró Cabildos y cosechó Repúblicas. ¡De la vida de Bolívar mucho se ha dicho, mas no todo está ya
dicho! Conociendo lo grandioso de su
obra, cada vez que volvemos sobre ella nos sobrecoge un sentimiento de
admiración y perplejidad. Resistimos en esta ocasión, la tentación de
entrar en diversas consideraciones sobre esos aspectos. Nos permitimos solo destacar una idea, para
ofrecerla como punto central de reflexión: Bolívar, como prueba de lo que es la
voluntad de un hombre, cuando ella es tomada por las fuerzas universales de la
evolución, que determinan la historia.
La permanencia y universalidad del
aporte de Bolívar al progreso social, radica justamente en que su concepción
del Estado está en función del hombre, de la intrínseca dignidad del ser
humano. La libertad en la concepción de
Bolívar es el ejercicio de la virtud, la opción por el bien. En
nuestro mundo actual, donde la concepción totalitaria del Estado lleva con
abundantes espejismos a repetidas y trágicas vulneraciones de la dignidad
humana, en el orden político, el pensamiento del Libertador sigue siendo un aporte extraordinario al progreso social.
Pensando en la permanencia y
universalidad de su pensamiento, en su aporte al progreso social, en su
obsesión libertaria, se encuentra en el Libertador lo que más de siglo y medio después
tipifica una de las facetas más hermosas del pensamiento de un gran hombre:
Libertad para que el hombre sea hombre, como vino a ser establecido en la Carta de las Naciones Unidas,
el documento de mayor jerarquía en la
diplomacia mundial. Bolívar señaló
caminos adelantados a su época para la convivencia de los hombres integrados en
sociedades de naciones.
Hoy día, 183 años después de su muerte,
Venezuela está gobernada por la ignorancia supina que autentica un hombre llamado Nicolás
Maduro. Es el hazmerreir del
continente; un pésimo comediante, fingido, que quiere aparecer como el “Hugo Chávez
resucitado” (?) En realidad, es penoso y
vergonzante saber que la patria del Libertador
Simón Bolívar, de Francisco Miranda, de Andrés Bello, de Rómulo Gallegos, de
Rómulo Betancourt y otros meritorios demócratas venezolanos, haya terminado en
las manos de un oscuro conductor de autobús (Maduro).
Es digno de mención el
gobierno de Rómulo Betancourt (1958-1963), el cual se preocupó por el
mejoramiento de la educación y de la seguridad social, el progreso de la
agricultura, la redistribución de los latifundios y el aprovechamiento
hidroeléctrico. Pero hubo de hacer frente a guerrillas castristas (FALN) y a
sublevaciones extremistas de derecha, en general promovidas por elementos del
ejército apoyados por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
Y volviendo a Simón
Bolívar, se me aparece como una de las principales figuras del siglo XIX y como
una de las personalidades más grandes de todos los tiempos. Tenemos conciencia
de su grandeza, aunque no fue un individuo infalible.
Quiso
que América estuviese presente como unidad, en la cual serviría de garante de
que de allí en adelante serían los medios conforme al derecho, en paz y
entendimiento, como las naciones y los pueblos habrían de resolver sus
controversias.
*Pedagogo, escritor,
diplomático.
Etiquetas:
Bolívar,
Historia de países bolivarianos
domingo, 17 de noviembre de 2013
martes, 12 de noviembre de 2013
Географ глобус пропил - Русский трейлер
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miércoles, 25 de septiembre de 2013
El Tequeño: EL ORIGEN DEL TEQUEÑO ES CARAQUEÑO, DEL BARRIO CANARIO “EL TEQUE”
GERÓNIMO ALBERTO YERENA CABRERA
Se comenta con insistencia que los famosos pasapalos criollos llamados Tequeños tienen su origen en este barrio y no en la ciudad de Los Teques.
*El Estado Vallenilla fue la denominación que se le dió a la zona actual de la parroquia La Pastora luego de terminada la Guerra Federal. Al designarse La Pastora como parroquia independiente de Altagracia dejó de usarse esta denominación.
1.- Gerónimo Alberto Yerena Cabrera. El Teque. Antiguo barrio de la Ciudad de Caracas.
Blog Venezuela de Antaño. Caracas, 2 de agosto del 2009. http://venelib-antao.blogspot.
INTRODUCCIÓN
El origen
del famoso tequeño, se ha atribuido a la ciudad de los Teques, actual capital
del Estado Miranda, desde el año 1928. Pasapalo vernáculo, pero no multisápido,
por lo menos, el original, el cual es el que se ha mantenido hasta el presente
para deleite de los venezolanos y extranjero que tienen la dicha de probarlo,
por caracterizar a este apetitoso, ahora
pasapalo, precisamente por su sabor sencillo y agradable, lo que hace que al
comerse el primero produzca una reacción inmediata e incontenible de seguir
picando y una de sus propiedades más resaltante es que no empalaga. Este origen es algo que se ha repetido, y
quizás se debe a que fue donde se popularizó en las familias pudientes caraqueñas. Esta
atribución del origen del Tequeño a esta ciudad es consecuencia de haber borrado de su memoria los caraqueños el famoso Barrio El Teque, situado en la Parroquia de Altagracia, sitio
donde realmente se originó la elaboración del famoso Tequeño.
LOS
CANARIOS DEL TEQUE Y LOS TEQUEÑOS
Los
canarios de este barrio fueron los primeros en Venezuela en elaborar el famoso
plato, no precisamente como pasapalo, sino, principalmente como una comida para el desayuno y la cena, tal
como nosotros comemos la arepa o la
exquisita empanada. Su elaboración fue tal cual como ahora se hace: masa de
trigo enrollada rellena de queso blanco y luego frita. Era lo que ahora
llamamos en materia culinaria un resuelve para los habitantes marginales de ese
barrio, el cual cayó en desgracia en los
acontecimientos iniciales de la independencia, y luego con el crecimiento
urbano de la ciudad. Su comida se hizo famosa en los pobladores de los alrededores
de la ciudad y luego de desaparecer el barrio, familias pobres de Caracas lo siguieron elaborando. Luego fue preparado por familias más pudientes que lo llevaron al ,entonces,pueblo de los Teques y fueron quienes
lo popularizaron; regresando luego a
Caracas con su nombre original de Tequeños y confundiendo su nombre. Olvidado, como es característico de
los caraqueños, del origen de esta comida, la cual no dejó de continuar preparándose;
pero en algunos sitios, sin la denominación original la cual fue perdiéndose junto
al nombre del barrio; de ahí nace la versión de que fue en ese pueblo en el estado Miranda, famoso por su clima y
usado por caraqueños como temperamento, de que el Tequeño es de allí.
BARRIO EL TEQUE Y ANTIGUAS QUEBRADAS CARAQUEÑAS
El barrio El Teque junto
al barrio de la Trinidad constituyeron dos
de los barrios más antiguos de la ciudad de Caracas, los cuales existieron
desde comienzos y mediados del siglo XVIII respectivamente.
Es de notar que ambos estaban ubicados en lo que actualmente es la parroquia de Altagracia y ambos perdieron su denominación en el transcurso del siglo XIX.
En cuanto al barrio El Teque, se denominó luego Sabana del Teque, la cual fue parte de la zona que ocupaba el antiguo barrio, más adelante se le dió el nombre a una esquina, posteriormente también desapareció esta esquina, sólo queda el recuerdo cuando se mencionan en la historia de las esquinas caraqueñas (1).
Es de notar que ambos estaban ubicados en lo que actualmente es la parroquia de Altagracia y ambos perdieron su denominación en el transcurso del siglo XIX.
En cuanto al barrio El Teque, se denominó luego Sabana del Teque, la cual fue parte de la zona que ocupaba el antiguo barrio, más adelante se le dió el nombre a una esquina, posteriormente también desapareció esta esquina, sólo queda el recuerdo cuando se mencionan en la historia de las esquinas caraqueñas (1).
Quizás la primera vez que
se hace referencia por escrito de este barrio, fue cuando se nombran los
linderos de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia, separada como parroquia
aparte de la Catedral en el año 1750, fecha en la cual el cantón o barrio quedó
integrado a la parroquia. Estos datos aparecen registrados en la Matricula de
la parroquia Altagracia. 1775. A. A. de C. Sección Parroquiales, Altagracia
Caracas. Carpeta Nº 2 (2).
La descripción de los límites de la parroquia de Altagracia donde se menciona por vez primera al barrio El Teque, es la siguiente:
“De Oriente a Poniente desde el río Catuche por la calle titulada de Cristo Crucificado, y plazuela de la misma parroquia a los Teques y campos correspondientes; y desde el Sur a Norte, desde la propia calle río arriba de Catuche al cerro La Guaira.”
La descripción de los límites de la parroquia de Altagracia donde se menciona por vez primera al barrio El Teque, es la siguiente:
“De Oriente a Poniente desde el río Catuche por la calle titulada de Cristo Crucificado, y plazuela de la misma parroquia a los Teques y campos correspondientes; y desde el Sur a Norte, desde la propia calle río arriba de Catuche al cerro La Guaira.”
Era una zona que abarcaba
varias cuadras, compuestas de rancherías habitadas por una clase social de
escasos recursos y limitado nivel educativo. La gran mayoría de los ranchos estaban distanciados uno del otro, sobre todo
al sur; estaban situados entre la quebrada de Quita Calzón y la quebrada de Los
Padrones, lo que actualmente es hoy la zona más hacia el oeste de la parroquia
de Altagracia.
Esta zona al principio se llamó Cantón El Teque y luego, al ir reduciéndose su extensión por avance del urbanismo convencional, se denominó Barrio El Teque, tal como aparece en el plano de la ciudad del año 1810 (3), y, más preciso aún, en otra versión del plano de 1810 en conmemoración del centenario del 19 de abril, donde hacen una condensación de la Caracas de esa época hasta 1843, intervalo cuando Caracas no sufrió ninguna modificación en relación a su topografía urbanística (4). En los planos de 1810 y 1843, así como en el plano de 1801 elaborado por Francisco Depons, donde también figura el barrio, la quebrada de los Padrones aparece con el nombre de Quebrada de Leandro. En el plano de 1897(5) se delimitan ambas quebradas, así como el resto de las quebradas caraqueñas para la época.
Si estudiáramos un plano actual de la ciudad, el área estaría comprendida hasta mediados del siglo XIX, aproximadamente entre los siguientes límites:
Por el norte:
Hacia el este la actual esquina de Gobernador, por donde a media cuadra pasa la quebrada de los Padrones, y hacia el oeste a media cuadra de la esquina de Zapatero, sitio por donde baja la quebrada de Quita Calzón; a ese nivel la quebrada baja entre Zapatero y Cola de Pato.
Por el sur, se ampliaban sus límites entre la actual esquina de Bolero por el este, hasta ranchos dispersos cercanos a la esquina de Pagüita.
Luego se pobló más la ciudad con construcciones de mejor calidad y el área de rancherías se fue reduciendo paulatinamente, ya en el Plano Topográfico de la Ciudad de Caracas levantado en 1875 por orden de Guzmán Blanco (6), desaparece el nombre del barrio; toda la zona de lo que para la época correspondía a la parroquia de Altagracia aparece con el nombre de sus actuales esquinas (aproximadamente 49 esquinas); pero, no así, desapareció del todo en el recuerdo de los caraqueños de esa época que allí existió ese barrio y aunque no de forma oficial se continúo llamando a esa zona El Teque; aunque sí, en el siglo XX se olvido que allí nació el rico pasapalo; tal como sucede cuando se hace mención a La trilla la cual quedaba en la parte sur del El Teque, donde fue construida la mansión que es hoy el Palacio de Miraflores (7).
Si revisamos El Plano de Caracas de 1890 elaborado por Pablo Díaz (8), observamos que la zona correspondiente al norte, entre las esquinas de Poleo y Buena Vista, nuevamente aparece destacada como El Teque, esto como recuerdo al viejo barrio casi desaparecido su nombre para la época.
Aún a finales del siglo XIX los pocos ranchos que permanecían en sus alrededores, sobre todo en la parte oeste de la actual parroquia de Altagracia, se siguió llamando por costumbre El Teque, aunque la zona, en realidad, ya no correspondía a la original de los planos de 1810 a 1843.
Este barrio tuvo relevancia en la época de la declaración de la Independencia; luego del 17 de agosto de 1811, fecha de la firma del Acta de la Independencia por los diputados de la Asamblea, unos canarios que habitaban en el Cantón El Teque se alzaron; días después son dominados y fusilados diez y seis de ellos (9).
Enrique Bernardo Núñez, refiere que en la tarde del 11 de julio de 1811 aparecen en la sabana del Teque grupos armados con trabucos, pistolas y armas blancas. Se proponían tomar el cuartel de la Trinidad, que debía franquearles el cabo J. Roldán. Era la conspiración tramada contra el gobierno independiente por Juan Díaz Flores, José María Sánchez y fray Juan José García (10).
Carmen Clemente Travieso (11) en la descripción de la esquina de El Chorro también hace mención de una manera muy amena de este alzamiento de los canarios en El Teque.
Don Lucas Manzano en su libro Crónicas de Antaño narra dos situaciones en relación al barrio El Teque; la primera, en su artículo sobre El Puente Guanabano dice: “Los vagabundos de El Teque hacían suya la soledad imperante para desvalijar el viandante si era del sexo barbudo, o vejarlo, en no importa qué manera, si cubría su cuerpo con trajes vaporosos ” (12); la segunda, en su artículo Medio Siglo Atrás (13) -se refería al último cuarto del siglo XIX- comenta la graciosa y picaresca anécdota: “ En las jerusalenes montada en escena en el teatro de corral situado en la Esquina de Pineda, don T. Rasgo, tuvo la osadía de distinguir su casa a renglón seguido de su patronímico con un 8 descomunal; allí se congregaban las compadrerías de El Teque y el Estado Vallenilla* para armar bululúes que comenzaban por una chirigota endilgada a la Magdalena, por su desproporción en el corpiño, y concluían con una tunda de garrote que ponía en tensión nerviosa la ciudad….”
Estas quebradas mencionadas dejaron de figurar en los planos de Caracas a finales del siglo XIX; por una parte al crecer la ciudad y la desforestación que la siguió, el caudal se fue reduciendo y por otra, las quebradas en sí eran de un caudal pequeño, más aún en época de verano, y con la urbanización a su alrededor se transformaron, al quedar embauladas, en simples conductos de drenajes; sólo queda como recuerdo las esquinas que llevan sus nombres: Esquina de Quitacalzón y esquina de Tinajitas; la quebrada de los Padrones, era de mayor caudal y está también embovedada, en muy pocos sitios se puede apreciar su lecho, desemboca en la quebrada de Caroata, cercana a la Esquina de Aserradero.
Esta zona al principio se llamó Cantón El Teque y luego, al ir reduciéndose su extensión por avance del urbanismo convencional, se denominó Barrio El Teque, tal como aparece en el plano de la ciudad del año 1810 (3), y, más preciso aún, en otra versión del plano de 1810 en conmemoración del centenario del 19 de abril, donde hacen una condensación de la Caracas de esa época hasta 1843, intervalo cuando Caracas no sufrió ninguna modificación en relación a su topografía urbanística (4). En los planos de 1810 y 1843, así como en el plano de 1801 elaborado por Francisco Depons, donde también figura el barrio, la quebrada de los Padrones aparece con el nombre de Quebrada de Leandro. En el plano de 1897(5) se delimitan ambas quebradas, así como el resto de las quebradas caraqueñas para la época.
Si estudiáramos un plano actual de la ciudad, el área estaría comprendida hasta mediados del siglo XIX, aproximadamente entre los siguientes límites:
Por el norte:
Hacia el este la actual esquina de Gobernador, por donde a media cuadra pasa la quebrada de los Padrones, y hacia el oeste a media cuadra de la esquina de Zapatero, sitio por donde baja la quebrada de Quita Calzón; a ese nivel la quebrada baja entre Zapatero y Cola de Pato.
Por el sur, se ampliaban sus límites entre la actual esquina de Bolero por el este, hasta ranchos dispersos cercanos a la esquina de Pagüita.
Luego se pobló más la ciudad con construcciones de mejor calidad y el área de rancherías se fue reduciendo paulatinamente, ya en el Plano Topográfico de la Ciudad de Caracas levantado en 1875 por orden de Guzmán Blanco (6), desaparece el nombre del barrio; toda la zona de lo que para la época correspondía a la parroquia de Altagracia aparece con el nombre de sus actuales esquinas (aproximadamente 49 esquinas); pero, no así, desapareció del todo en el recuerdo de los caraqueños de esa época que allí existió ese barrio y aunque no de forma oficial se continúo llamando a esa zona El Teque; aunque sí, en el siglo XX se olvido que allí nació el rico pasapalo; tal como sucede cuando se hace mención a La trilla la cual quedaba en la parte sur del El Teque, donde fue construida la mansión que es hoy el Palacio de Miraflores (7).
Si revisamos El Plano de Caracas de 1890 elaborado por Pablo Díaz (8), observamos que la zona correspondiente al norte, entre las esquinas de Poleo y Buena Vista, nuevamente aparece destacada como El Teque, esto como recuerdo al viejo barrio casi desaparecido su nombre para la época.
Aún a finales del siglo XIX los pocos ranchos que permanecían en sus alrededores, sobre todo en la parte oeste de la actual parroquia de Altagracia, se siguió llamando por costumbre El Teque, aunque la zona, en realidad, ya no correspondía a la original de los planos de 1810 a 1843.
Este barrio tuvo relevancia en la época de la declaración de la Independencia; luego del 17 de agosto de 1811, fecha de la firma del Acta de la Independencia por los diputados de la Asamblea, unos canarios que habitaban en el Cantón El Teque se alzaron; días después son dominados y fusilados diez y seis de ellos (9).
Enrique Bernardo Núñez, refiere que en la tarde del 11 de julio de 1811 aparecen en la sabana del Teque grupos armados con trabucos, pistolas y armas blancas. Se proponían tomar el cuartel de la Trinidad, que debía franquearles el cabo J. Roldán. Era la conspiración tramada contra el gobierno independiente por Juan Díaz Flores, José María Sánchez y fray Juan José García (10).
Carmen Clemente Travieso (11) en la descripción de la esquina de El Chorro también hace mención de una manera muy amena de este alzamiento de los canarios en El Teque.
Don Lucas Manzano en su libro Crónicas de Antaño narra dos situaciones en relación al barrio El Teque; la primera, en su artículo sobre El Puente Guanabano dice: “Los vagabundos de El Teque hacían suya la soledad imperante para desvalijar el viandante si era del sexo barbudo, o vejarlo, en no importa qué manera, si cubría su cuerpo con trajes vaporosos ” (12); la segunda, en su artículo Medio Siglo Atrás (13) -se refería al último cuarto del siglo XIX- comenta la graciosa y picaresca anécdota: “ En las jerusalenes montada en escena en el teatro de corral situado en la Esquina de Pineda, don T. Rasgo, tuvo la osadía de distinguir su casa a renglón seguido de su patronímico con un 8 descomunal; allí se congregaban las compadrerías de El Teque y el Estado Vallenilla* para armar bululúes que comenzaban por una chirigota endilgada a la Magdalena, por su desproporción en el corpiño, y concluían con una tunda de garrote que ponía en tensión nerviosa la ciudad….”
Estas quebradas mencionadas dejaron de figurar en los planos de Caracas a finales del siglo XIX; por una parte al crecer la ciudad y la desforestación que la siguió, el caudal se fue reduciendo y por otra, las quebradas en sí eran de un caudal pequeño, más aún en época de verano, y con la urbanización a su alrededor se transformaron, al quedar embauladas, en simples conductos de drenajes; sólo queda como recuerdo las esquinas que llevan sus nombres: Esquina de Quitacalzón y esquina de Tinajitas; la quebrada de los Padrones, era de mayor caudal y está también embovedada, en muy pocos sitios se puede apreciar su lecho, desemboca en la quebrada de Caroata, cercana a la Esquina de Aserradero.
Se comenta con insistencia que los famosos pasapalos criollos llamados Tequeños tienen su origen en este barrio y no en la ciudad de Los Teques.
*El Estado Vallenilla fue la denominación que se le dió a la zona actual de la parroquia La Pastora luego de terminada la Guerra Federal. Al designarse La Pastora como parroquia independiente de Altagracia dejó de usarse esta denominación.
1.- Gerónimo Alberto Yerena Cabrera. El Teque. Antiguo barrio de la Ciudad de Caracas.
Blog Venezuela de Antaño. Caracas, 2 de agosto del 2009. http://venelib-antao.blogspot. com/.
2.- Lila
Mago de Chopite. Caracas y su crecimiento Urbano. Publicación de la Unidad de
Cultura y Publicaciones del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas.1986.
p 81.
3.- Plano de la ciudad de Santiago de León de Caracas. 1810. Editado por
el diario El Universal, Colección Histórica Mapoteca IGVSB.
4.- Plano de la Ciudad Santiago de León de Caracas en el año de 1810.
“según apuntaciones del ilustrísimo Señor Don Mariano Martín y planos de F. de
Pons; A.J. Jesurun y otros, historiadores e ingenieros, desde 1771 hasta 1843;
con fecha 19 de abril de 1910 y firmado por E. Mendoza Solar. Recuerdo del
primer Centenario de la Independencia de Venezuela”. Publicado en el libro
Atlas de Venezuela. Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables. Dirección de Cartografía Nacional. Segunda Edición.1979.
5.- Caracas Plano de la ciudad. Situación de las parroquias foráneas. Por
R. Razetti. 1897. Editado por el diario El Universal, Colección Histórica
Mapoteca IGVSB.
6.- Plano topográfico de la ciudad de Caracas. Capital de los Estados
Unidos de Venezuela. Plano levantado por orden del Ilustre Americano Gral Antº
Guzmán Blanco. 1875. Atlas de Venezuela. Editado por el Ministerio de Ambiente
y de los Recursos Naturales Renovables. Dirección de Cartografía Nacional.
Segunda Edición. 1979. p 14.
7.- Graciela Schael Martínez. Estampas Caraqueñas. Ediciones del Concejo
Municipal del Distrito Federal. 1975. P 169.
8.- Lila Mago de Chopite. Caracas y su crecimiento Urbano. Publicación de
la Unidad de Cultura y Publicaciones del Instituto Universitario Pedagógico de
Caracas.1986. El Plano de Caracas de 1890 elaborado por Pablo Díaz. p 225.
9.- José Nucete Sardi. La Ciudad y sus tiempos. Edición del Cuatricentenario de Caracas. p 35.
10.- Enrique Bernardo Núñez. La Ciudad de los Techos Rojos. Monte Avila Editores. 1998 .p 168.
11.- Carmen Clemente Travieso. Las esquinas de Caracas. Los libros del Nacional.2001.p 88
12.-Lucas Manzano. Crónicas de Caracas. Avila Gráfica, S.A-Impresores. Caracas 1951. P79.
13.- Ibidem.p 109.
9.- José Nucete Sardi. La Ciudad y sus tiempos. Edición del Cuatricentenario de Caracas. p 35.
10.- Enrique Bernardo Núñez. La Ciudad de los Techos Rojos. Monte Avila Editores. 1998 .p 168.
11.- Carmen Clemente Travieso. Las esquinas de Caracas. Los libros del Nacional.2001.p 88
12.-Lucas Manzano. Crónicas de Caracas. Avila Gráfica, S.A-Impresores. Caracas 1951. P79.
13.- Ibidem.p 109.
yerena.geronimo@gmail.com
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"Geronimo Alberto Yerena Cabrera",
Caracas de Antaño
viernes, 23 de agosto de 2013
Antiguo Club Isleño en la esquina de Padre Sierra. Caracas Siglo XIX
Gerónimo Alberto Yerena Cabrera
Zaparapanda canaria en el centro de Caracas
¡Los isleños son «piores» que los venezolanos «pá»
armar «guachafitas»!
Confitería «La Colonial”
Esquina de Padre Sierra
“bochinche, bochinche, bochinche….”
Isaac Viera
Baltasar del Alcázar
"En Jaén donde resido"
Durante el primer gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, en la
céntrica esquina de Padre Sierra, existió un centro de recreación denominado
Club Isleño, ubicado en la edificación situada en el ángulo noreste
frente al Convento de las monjas de la Concepción, en donde, luego de
salir las monjas en el año de 1874, se inició la construcción del actual
Palacio Federal. Este club era el principal sitio de reunión de los
isleños (canarios) en la capital, tal como hoy es el Hogar Canario.
En ese período tuvimos la grata estadía del lanzaroteño Isaac Viera
(1858-1941), que para entonces era un joven de avanzada y, a la vez, de
espíritu aventurero; el cual al terminar el bachillerato en el Seminario
Conciliar de Las Palmas emigro a nuestra patria, "acariciando
risueñas / ilusiones de oro y miel", según se lee en su
folleto autobiográfico Palotes y Perfiles (1895).
Su estadía en Venezuela transcurrió entre mediado de los setenta del
siglo XIX hasta 1882; durante ese tiempo, además de ejercer, entre otras cosas,
actividades docentes, fue testigo de varias peripecias sucedidas en
nuestra capital, algunas de ellas muy “llamativas” y dignas de reproducir,
cónsonas con la idiosincrasia del venezolano, y con los
numerosos descendiente de esa segunda patria chica llamada “Islas
Canarias”.
Quien luego fuera, al regresar a su patria, escritor, poeta, periodista
y costumbrista, en su libro “Costumbres canarias”, editado en el
año 1916, B E N A C I M I E N T O. San Marcos, 42
MADRID, relata en las páginas 145-146, lo sucedido en el antiguo Club
Canario.
El relato del propio escritor y poeta, testigo de lo acontecido en la
esquina de Padre Sierra es el siguiente:
A raíz de ser nombrado ministro de Ultramar el señor León y Castillo, la
policía de Caracas, por orden de Guzmán Blanco, clausuró el Club isleño
establecido en la esquina de Padre Sierra, al lado de la confitería «La
Colonial”, por escándalo público.
El motivo fue el siguiente:
Una noche, los socios del expresado centro, divididos en dos bandos,
discutían acerca de cuál población era más importante, si Santa Cruz de
Tenerife o Las Palmas, oyéndose decir desde la calle que las fichas con que se
jugaba al tresillo (cierto juego de naipes, jugado por tres personas) en el
«Gabinete literario» de la última de las mencionadas ciudades, eran más finas
que las del Casino de la capital de estas islas.
Se escucho decir:
«Esto, Inés, ello se alaba,
No es menester alaballo»
(Este es un dicho canario que bien sabían ellos lo que quería decir en
doble sentido)*ver anexo.
De las palabras pasaron a las manos, y fue tal la gresca, que los
muebles, caían a la vía pública, lanzados desde las ventanas altas del edificio
social; recordarlos que una silla quedó encasquetada en la cabeza de una negra
que a la sazón pasaba por aquel sitio. Al día siguiente al de aquella
monumental pelotera los periódicos caraqueños satirizaron con donosura y
crueldad a nuestros compatriotas que, olvidándose de que la ropa sucia debe
lavarse primero en casa, se complacen en hacer la colada en mitad.
Del arroyo de ciudades extranjeras. El patizambo Gregorio Solórzano,
que estuvo en la batalla de Ayacucho, en el Perú, cada vez que nos
encontraba nos decía, recordando aquel batifondo, y valga el
argentinismo:
-Sepa usted, «catire», que los isleños son «piores»
que los venezolanos «pa» armar «guachafitas»
Esta historia nos hace recordar al “Ilustre Precursor” de
la Independencia Don Francisco de Miranda, hijo de canarios, el cual vivió, más
de un siglo antes, en la casa diagonal en donde luego se estableciera este
club, cuando dijo sus lapidarias palabras, vigente en el actual siglo XXI:
¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche! Estas palabras
fueron pronunciadas por el Generalísimo Francisco de Miranda en la madrugada
del 31 de junio de 1812 luego de recibir a un grupo de oficiales patriotas en
el domicilio donde dormía situado en el puerto de la Guaira, de donde partiría
en la mañana con destino a Curazao. De ahí, que “el
Inmortal Canario” en esa oportunidad nos
diagnostico a todos, y los bochincheros, a quien se refería “El Precursor”,
precisamente, no eran los canarios, más bien los criollos y sobre todo los
“Mantuanos”……
*ANEXO: Les agrego el origen del dicho que cita el poeta Isaac Viera, y
que los paisanos canarios en su club, según el autor, le dieron el doble
sentido que con gran picardía los caracterizaban. Fue del poema "En Jaén donde
resido" de Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530-Ronda, 1606), fue un poeta
español del Siglo de Oro.
Queda a criterio e interpretación del lector dónde está el doble
sentido- sí es que en verdad lo hay- que los canarios le dieron a este verso
(dentro del contexto de la poesía), y por lo cual se formó tremendo
“follón”.
En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa,
y diréte, Inés, la cosa
más brava d'él que has oído.
Tenía este caballero
un criado portugués...
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.
La mesa tenemos puesta;
lo que se ha de cenar, junto;
las tazas y el vino, a punto;
falta comenzar la fiesta.
Rebana pan. Bueno está.
La ensaladilla es del cielo;
y el salpicón, con su ajuelo,
¿no miras qué tufo da?
Comienza el vinillo nuevo
y échale la bendición:
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.
Franco fue, Inés, ese toque;
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
d'este vinillo aloque.
¿De qué taberna se trajo?
Mas ya: de la del cantillo;
diez y seis vale el cuartillo;
no tiene vino más bajo.
Por Nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer:
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.
Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voyme contento.
Esto, Inés, ello se alaba;
no es menester alaballo;
sola una falta le hallo:
que con la priesa se acaba.
La ensalada y salpicón
hizo fin; ¿qué viene ahora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
digna de veneración!
¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundias tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.
Pues, ¡sus!, encójase y entre,
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.
Echa de lo trasaniejo,
porque con más gusto comas;
Dios te salve, que así tomas,
como sabia, mi consejo.
Mas di: ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
Tal debe tener especias.
¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.
¡Vive Dios, que se podía
poner al lado del Rey
puerco, Inés, a toda ley,
que hinche tripa vacía!
El corazón me revienta
de placer. No sé de ti
cómo te va. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.
Alegre estoy, vive Dios.
Mas oye un punto sutil:
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo remanecen dos?
Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.
Probemos lo del pichel.
¡Alto licor celestial!
No es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.
¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!
Mas el queso sale a plaza,
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.
Prueba el queso, que es extremo:
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala;
bien puede bogar su remo.
Pues haz, Inés, lo que sueles:
daca de la bota llena
seis tragos. Hecha es la cena;
levántense los manteles.
Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.
Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo...
Las once dan; yo me duermo;
quédese para mañana.
vive don Lope de Sosa,
y diréte, Inés, la cosa
más brava d'él que has oído.
Tenía este caballero
un criado portugués...
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.
La mesa tenemos puesta;
lo que se ha de cenar, junto;
las tazas y el vino, a punto;
falta comenzar la fiesta.
Rebana pan. Bueno está.
La ensaladilla es del cielo;
y el salpicón, con su ajuelo,
¿no miras qué tufo da?
Comienza el vinillo nuevo
y échale la bendición:
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.
Franco fue, Inés, ese toque;
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
d'este vinillo aloque.
¿De qué taberna se trajo?
Mas ya: de la del cantillo;
diez y seis vale el cuartillo;
no tiene vino más bajo.
Por Nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer:
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.
Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voyme contento.
Esto, Inés, ello se alaba;
no es menester alaballo;
sola una falta le hallo:
que con la priesa se acaba.
La ensalada y salpicón
hizo fin; ¿qué viene ahora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
digna de veneración!
¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundias tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.
Pues, ¡sus!, encójase y entre,
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.
Echa de lo trasaniejo,
porque con más gusto comas;
Dios te salve, que así tomas,
como sabia, mi consejo.
Mas di: ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
Tal debe tener especias.
¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.
¡Vive Dios, que se podía
poner al lado del Rey
puerco, Inés, a toda ley,
que hinche tripa vacía!
El corazón me revienta
de placer. No sé de ti
cómo te va. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.
Alegre estoy, vive Dios.
Mas oye un punto sutil:
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo remanecen dos?
Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.
Probemos lo del pichel.
¡Alto licor celestial!
No es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.
¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!
Mas el queso sale a plaza,
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.
Prueba el queso, que es extremo:
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala;
bien puede bogar su remo.
Pues haz, Inés, lo que sueles:
daca de la bota llena
seis tragos. Hecha es la cena;
levántense los manteles.
Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.
Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo...
Las once dan; yo me duermo;
quédese para mañana.
domingo, 14 de abril de 2013
Como quiciera transmitirles a TOD@S y a cada
uno:¡voten! voten por CAPRILES, hasta cuando no le guste como candidato...,si eres pobre o musulman, si crees que es muy joven o muy flaco'¡vota por EL! Creenme que cualquira es mejor que ese "hijo de
Chavez"...., todavia si fuera " hijo de Putin ":))
En Kiev en la calle apareció uno de los candidatos a la presidencia de Venezuela - Nicolás Maduro. ¡Que bochorno!
Increible hasta donde puede llegar "Toripollo"...
"pajarito" parece ser un "pajarraco"
¡¡ mosca con PAJARO PAJÚO!!
NUEVAS palabras que enseño a mis queridos estudiantes:
pajarraco,ca
1. m. y f. Persona astuta o malintencionada.
2. m. desp. Pájaro grande,o cuyo nombre se desconoce.
TORIPOLLO (Cuerpo de toro y mente de pollo): Persona grande, robusta pero su comportamiento no se considera adecuado (inmaduro).
PAJÚO: Persona mentirosa o chismosa.
En Kiev en la calle apareció uno de los candidatos a la presidencia de Venezuela - Nicolás Maduro. ¡Que bochorno!
Increible hasta donde puede llegar "Toripollo"...
"pajarito" parece ser un "pajarraco"
¡¡ mosca con PAJARO PAJÚO!!
NUEVAS palabras que enseño a mis queridos estudiantes:
pajarraco,ca
1. m. y f. Persona astuta o malintencionada.
2. m. desp. Pájaro grande,o cuyo nombre se desconoce.
TORIPOLLO (Cuerpo de toro y mente de pollo): Persona grande, robusta pero su comportamiento no se considera adecuado (inmaduro).
PAJÚO: Persona mentirosa o chismosa.
sábado, 30 de marzo de 2013
Semana Santa,procesiones en Caracas.
Gerónimo
Alberto Yerena Cabrera
Viacrusis de
los padres dominicos.
Esquina de
San Jacinto
Convento e
Iglesia de San Jacinto
Calle de la
Amargura
¡Me llevas
por la calle de la Amargura!
El Calvario:
estaciones e iglesias
El primer
Calvario
Procesión de
San Mauricio
Las
procesiones en la ciudad de Caracas, se iniciaron desde la época de su
fundación; fue el evento más importante de la Caracas colonial. La procesión de
los padres dominicos por su devoción al
viacrucis, junto con la del Nazareno de San Pablo, los días Miércoles Santos, fueron las más importantes de la
ciudad.
La de los
dominicos de la Iglesia de San Jacinto fue, quizás, la más emblemática por
varias causas: primero, por ser la que recorría el trayecto más largo de todas;
segundo, porque era la que caracterizaba mejor el viacrucis; tercero, era la
única que atravesaba al Calvario y su
recorrido era en circunvalación.
Los
dominicos, cada año, el viernes de Concilio cumplían con la costumbre de sacar
la procesión de Jesús de Nazareno. Bajaba desde la iglesia de San Jacinto, la
cual dio el nombre a la esquina; desde allí se dirigían hacia el sur por la
Avenida N1-S1 “Calle de la Huida a
Egipto” , según nomenclatura impuesta por el Obispo Díez Madroñero
(1714-1769), por decreto del 3 de enero de 1766, a todas las calles de Caracas;
le puso nombres relacionados con
episodios de la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo; esa época
coincidió con la construcción en la
colina del Calvario de la Ermita (1765),
bajo la advocación de Jesús de Nazareno y Nuestra Señora de
Valbarena. La ermita corría a cargo de
los religiosos del Convento de San Jacinto de donde partía la procesión a la
devoción del viacrucis.
Llegaba hasta la esquina de Cruz Verde, luego
cruzaban a la derecha y continuaban por la Calle
del Descendimiento (E8-O8), pasaba por el frente del Oratorio de San Felipe
de Neri, donde actualmente se encuentra el Templo de Santa Teresa; continuaba
por la misma calle y pasaba luego frente al Templo de San Pablo, actualmente el
sitio donde está edificado el Teatro
Municipal; seguían por la (E8-O8) hasta la calle de Nuestra Señora de la Amargura. Antes de la construcción del
Silencio y luego de la Avenida San Martín, a
la calle de la Amargura se llegaba en línea recta desde la esquina de
Cruz Verde, luego de esto la entrada a
la calle se desplazó hacia el sur, y el acceso se hace por al callejón
Peníchez, donde está ubicado el Centro del IVSS.
Hasta el
inicio de la subida por la Calle de la
Amargura, llevábamos nueve cuadras caminando, a pleno Sol y a paso de
procesión; a partir de este punto nos
esperaba un trayecto que era el más largo y más empinado dentro del Calvario,
sumado a lo estéril del camino, tal como lo describieron los cronistas de la
época, se imaginarán el esfuerzo y sacrificio de los feligreses, cuando aún
estaban a mitad de camino. De ahí la famosa expresión caraqueña.
¡Me llevas
por la calle de la Amargura!
Seguro que
más de un caraqueño ha oído decir en su
casa a sus padres, abuelos u otros familiares, cuando alguien hacía una
travesura o le hacía pasar un rato desagradable o angustioso, este dicho.
Al subir a
la colina se llegaba a la ermita y allí realizaban una corta parada y se visitaban las primeras estaciones. La
ermita estaba situada donde Guzmán Blanco colocó su estatua del “Manganzón” y el estanque, cuando construyó el Paseo Independencia
en 1873 y derribó la ermita. La actual
Capilla de Lourdes en el Calvario situada cerca del sitio de la anterior
ermita, más hacia el norte, la inauguró Joaquín Crespo el 27 de abril de 1885.
Seguimos con
la caminata: luego de la parada en la ermita y visitadas las estaciones, se
bajaba por una trocha hacia los lados del Carota, donde se encontraban algunas
estaciones más, hasta llegar adonde hoy está la esquina de Caño Amarillo;
buscando la Calle del Perdón, la cual
corresponde actualmente a la Avenida (E2-O2), que es la que pasa por el sur de
la actual Plaza Bolívar, y terminaban en
la misma calle en la iglesia de San Jacinto. Este último trayecto de Caño
Amarillo a la Esquina de San Jacinto, son seis cuadras más; por lo tanto para
los caraqueños era una demostración de Fe y de Penitencia realizar este largo recorrido.
El primer
Calvario. Procesión de San Mauricio
El primer
Calvario fue fundado por Juan Cataneo Bohórquez obispo de Caracas
(1612-1618). En ese mismo sitio en lo alto
de la colina se colocaron tres cruces en el centro, y las estaciones señaladas
con cruces para la celebración del viacrucis. Después de haber desaparecido las
cruces (una de ellas- de las tres- se conserva en el museo bolivariano), el
viacrucis quedó abandonado por mucho tiempo. Luego hacia el año de 1765 se
construyó la ermita ya mencionada.
Las primeras
procesiones al Calvario fueron hacia el año 1625, salían de la iglesia de San
Mauricio (hoy Santa Capilla), desde allí seguían por la Calle de la Sangre de Cristos
(O1-E1), actual Avenida Urdaneta, hasta la esquina de Llaguno, allí
doblaban a la izquierda hacia
la Calle del Dulce Nombre de Jesús (N6-S6), dirigiéndose hacia el sur (esta
calle se llamó desde principio de la Colonia: Camino de la Mar, actualmente
Avenida Baralt. Llegaban a los alrededores de Caño Amarillo y subían al Calvario por el mismo camino que posteriormente
bajaban los dominicos. Allí visitaban las estaciones (las cruces colocadas
desde el principio de la subida hasta lo más alto de la colina) y luego se
devolvían por el mismo sitio hacia San
Mauricio. Esta procesión fue la que tuvo el segundo trayecto más largo en la
Colonia, y la primera en realizarse al Calvario.
La procesión
más corta fue la de San Francisco los Viernes Santos, salía de la iglesia
llegaba a la esquina de la Bolsa y se devolvía.
Etiquetas:
Caracas de Antaño,
Semana Santa
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