JESUS ALFARO GARANTÓN
Si quieres decir la verdad a la
gente,
hazles reír; de otro modo te matarán.
Oscar
Wilde
Desde
un tiempo acá, se ha puesto de moda citar el nombre de un libro, de curioso nombre,
que fue publicado hace más de 70 años y todos damos por descontado el
conocimiento de su contenido. Ese libro forma parte de ese confuso bagaje que
alguna vez hojeamos y que almacenamos en los archivos cerebrales de la memoria
mediata, sin haberlas procesado debidamente porque en el momento en que la
leímos no nos afectaba directamente. Seremos capaces de recordar vagamente su
argumento, pero nos declaramos incapaces de emitir un juicio serio sobre el
mismo.
George
Orwell, fue un autor británico nacido en la India, que escribió en 1943 un
libro considerado como critico al sistema de gobierno del régimen soviético. Ni
el momento, ni el lugar eran propicios para tal publicación; ya que Gran
Bretaña acababa de librarse de los bombardeos nazis, gracias a la decidida
intervención de Rusia de enfrentamiento con el tercer Reich. Los rusos eran
considerados en Inglaterra como aliados y mal se vería una crítica a sus
actuaciones. Orwell vio frustradas sus pretensiones de publicar el libro y tuvo
que caminar mucho hasta encontrar un editor que se atreviese a hacerlo.
El
libro salió a la venta a finales de 1945 bajo el nombre REBELIÓN EN LA GRANJA y
recibió una tibia acogida de parte de los flemáticos lectores ingleses. Orwell
se adelantó a su tiempo e hizo un análisis de la sociedad soviética utilizando
como actores principales a los animales de una granja situada en la campiña
inglesa. El autor describe con maestría la visión del estado totalitario y la
corrupción que engendra el poder. Narra cómo los animales de una granja se
rebelan en contra del abuso de sus dueños humanos y se hacen con el control de
la propiedad. Intentan organizar sus funciones
donde surgen los problemas del reparto del poder y los intereses de cada
uno de los animales, lo que hace fracasar este alocado intento. Leer este libro
en la actualidad es repasar la historia reciente de los totalitarismos
fracasados, el autor se convierte en un verdadero vidente, porque explica el
descalabro de todos los intentos socialistas que se desarrollan en la Europa de
la posguerra y lo inaudito es que el texto fue escrito a principio de los años
40, mucho antes del reparto a destajo que se hizo de los países europeos. Los
infortunios de esa ideología fueron tan desastrosos que hasta el día de hoy los
partidos de izquierda extremista, no son más que comparsas en la política
europea actual. Lo increíble de esta historia es que el ensayo se repita, casi
sin cambio alguno en esta tierra de gracia y en pleno siglo XXI.
El autor escogió a los cerdos para urdir la rebelión y que fueran sus ductores, pensando quizás en su capacidad de aprendizaje y
son estos marranos los que se organizan para formar la raza dominante. Orwell
no se equivocó en la escogencia, estudios recientes revelan que los puercos
tienen una capacidad innata para cumplir determinadas funciones e inclusive
pueden ser excelentes animales de compañía.
Volver
a leer este libro nos revela la gran similitud en que se ha desarrollado la
política venezolana de los últimos 15 años. En La Rebelión de la Granja, los
animales crean su propio líder inmortal, el que nunca se equivoca, el que nunca
reconoce sus fracasos y al que hay que seguir ciegamente, el chévere que se las
sabe todas. El honor recae en un verraco grande llamado Napoleón. Su imagen y
frases famosas engalanaron todos los rincones de la granja. Sus ojos abotagados
de cochino eran pintados en toda estructura elevada de la hacienda, para que
los moradores de la misma recordaran que eran vigilados muy de cerca por "el
benefactor".
Las normas que regirían el control de todos los
animales, fueron escritas en una pared del establo, pero con el tiempo estas
normas cambiaban misteriosamente para adaptarse a los deseos del líder. Era
como una especie de Constitución fabricada por un sastre, con la posibilidad de
hacer permanentes retoques y remiendos y que el consejo mayor porcino solía
interpretar en forma soberana para dar gusto al poder. ¿Alguna coincidencia con
nuestra realidad?
Hasta
la asamblea de cochinos notables creó un enemigo externo que se colaba en las
noches para destruir lo construido y claro ese traidor apátrida era el
responsable de la ruina y el hambre que padecían los animales de la granja.
Si
alguno de los animales se quejaba, pronto era silenciado por los balidos del
coro de las ovejas que repetían incesantemente el estribillo "dos patas
no, cuatro patas mejor". El ruido era ensordecedor y tapaba cualquiera voz
disidente. ¿Alguna vez han oído el gutural sonido de ¡¡UH AH, FULANO NO SE
VA!!? En nuestro país si alguien quiere expresar su opinión, pronto responde el
coro de chivas criollas ¡¡UH, AH, fulano no se va!!. Sigue la coincidencia.
Los
animales eran cada vez más exigidos y los resultados de ese trabajo extra eran
desastrosos, esto no lo comprendía ninguno de los animales explotados, sus
cuerpos enflaquecían peligrosamente, pero los cerdos misteriosamente engordaban
y eran felices. Por eso se exhibía groseramente uno de los artículos de la
constitución de pared que decía "todos los animales somos iguales, pero
hay unos más iguales que otros"
La
rebelión en la granja fue un desastre previsible, no era posible el
funcionamiento de una sociedad de animales dirigida por cochinos. La producción
de la hacienda se hizo nula y sobrevivían por la compra de alimentos en las
granjas vecinas. El hambre y los pesebres vacíos eran tapados con la propaganda
oficial de la República de Los Cochinos.
Me
preguntarán como termina el libro, para hacer el símil con este sufrimiento que
nos ha tocado vivir y les adelanto que los cerdos terminan caminando en dos
patas, se visten con la misma ropa de los hombres y hasta la cara les cambia,
pareciéndose increíblemente a sus antiguos enemigos. Los problemas que ellos juraron acabar, no
solo se agravaron sino que se crearon miles de nuevos males, para desgracia del
resto de los animales. La narración acaba en una fiesta muy exclusiva para
marranos y granjeros, donde se hacen brindis por el futuro y se firman acuerdos
de cooperación entre ambas razas. El resto de los animales, flacos y
hambrientos escuchaban desde lejos el ruido del jolgorio.
Las
grandes "rebeliones" del siglo XX terminaron mansamente y cayeron sin
violencia, simplemente se auto suicidaron, no fue necesario ni el ruido de un
disparo, la cortina de hierro se derrumbó por la herrumbre que había en sus
goznes, el muro de Berlín se vino abajo al no soportar el empuje de los hombros
de la juventud que pululaba del otro lado y la URSS se abrió al capitalismo
ante la avidez por el dinero de las mafias rusas. Hasta la empobrecida Cuba se
ahogará en la rebatiña de los verdes por venir y no hablo de uniformes, sino de
papel moneda de ese color con la inscripción In God We Trust.
Nuestra
rebelión criolla hace tiempo se acabó, persiste el derecho al pataleo y el
acceso a una ya escuálida fuente de riqueza a la que se aferra con pezuñas y
dientes la piara de cerdos que la dirigen. El experimento de chanchos, puercos
y marranos dirigiendo una sociedad no funcionó Este socialismo del Siglo XXI no
fue más que un enorme fracaso, fue simplemente una gran COCHINADA.
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