Libertad!

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jueves, 14 de mayo de 2015

PUERCOS, CERDOS Y MARRANOS, COCHINOS SON

JESUS ALFARO GARANTÓN




Si quieres decir la verdad a la gente,

hazles reír; de otro modo te matarán.

Oscar Wilde



Desde un tiempo acá, se ha puesto de moda citar el nombre de un libro, de curioso nombre, que fue publicado hace más de 70 años y todos damos por descontado el conocimiento de su contenido. Ese libro forma parte de ese confuso bagaje que alguna vez hojeamos y que almacenamos en los archivos cerebrales de la memoria mediata, sin haberlas procesado debidamente porque en el momento en que la leímos no nos afectaba directamente. Seremos capaces de recordar vagamente su argumento, pero nos declaramos incapaces de emitir un juicio serio sobre el mismo.

George Orwell, fue un autor británico nacido en la India, que escribió en 1943 un libro considerado como critico al sistema de gobierno del régimen soviético. Ni el momento, ni el lugar eran propicios para tal publicación; ya que Gran Bretaña acababa de librarse de los bombardeos nazis, gracias a la decidida intervención de Rusia de enfrentamiento con el tercer Reich. Los rusos eran considerados en Inglaterra como aliados y mal se vería una crítica a sus actuaciones. Orwell vio frustradas sus pretensiones de publicar el libro y tuvo que caminar mucho hasta encontrar un editor que se atreviese a hacerlo.


El libro salió a la venta a finales de 1945 bajo el nombre REBELIÓN EN LA GRANJA y recibió una tibia acogida de parte de los flemáticos lectores ingleses. Orwell se adelantó a su tiempo e hizo un análisis de la sociedad soviética utilizando como actores principales a los animales de una granja situada en la campiña inglesa. El autor describe con maestría la visión del estado totalitario y la corrupción que engendra el poder. Narra cómo los animales de una granja se rebelan en contra del abuso de sus dueños humanos y se hacen con el control de la propiedad. Intentan organizar sus funciones  donde surgen los problemas del reparto del poder y los intereses de cada uno de los animales, lo que hace fracasar este alocado intento. Leer este libro en la actualidad es repasar la historia reciente de los totalitarismos fracasados, el autor se convierte en un verdadero vidente, porque explica el descalabro de todos los intentos socialistas que se desarrollan en la Europa de la posguerra y lo inaudito es que el texto fue escrito a principio de los años 40, mucho antes del reparto a destajo que se hizo de los países europeos. Los infortunios de esa ideología fueron tan desastrosos que hasta el día de hoy los partidos de izquierda extremista, no son más que comparsas en la política europea actual. Lo increíble de esta historia es que el ensayo se repita, casi sin cambio alguno en esta tierra de gracia y en pleno siglo XXI.

El autor escogió a los cerdos para urdir la rebelión y que fueran sus ductores, pensando quizás en su capacidad de aprendizaje y son estos marranos los que se organizan para formar la raza dominante. Orwell no se equivocó en la escogencia, estudios recientes revelan que los puercos tienen una capacidad innata para cumplir determinadas funciones e inclusive pueden ser excelentes animales de compañía.

Volver a leer este libro nos revela la gran similitud en que se ha desarrollado la política venezolana de los últimos 15 años. En La Rebelión de la Granja, los animales crean su propio líder inmortal, el que nunca se equivoca, el que nunca reconoce sus fracasos y al que hay que seguir ciegamente, el chévere que se las sabe todas. El honor recae en un verraco grande llamado Napoleón. Su imagen y frases famosas engalanaron todos los rincones de la granja. Sus ojos abotagados de cochino eran pintados en toda estructura elevada de la hacienda, para que los moradores de la misma recordaran que eran vigilados muy de cerca por "el benefactor".

Las  normas que regirían el control de todos los animales, fueron escritas en una pared del establo, pero con el tiempo estas normas cambiaban misteriosamente para adaptarse a los deseos del líder. Era como una especie de Constitución fabricada por un sastre, con la posibilidad de hacer permanentes retoques y remiendos y que el consejo mayor porcino solía interpretar en forma soberana para dar gusto al poder. ¿Alguna coincidencia con nuestra realidad?

Hasta la asamblea de cochinos notables creó un enemigo externo que se colaba en las noches para destruir lo construido y claro ese traidor apátrida era el responsable de la ruina y el hambre que padecían los animales de la granja.

Si alguno de los animales se quejaba, pronto era silenciado por los balidos del coro de las ovejas que repetían incesantemente el estribillo "dos patas no, cuatro patas mejor". El ruido era ensordecedor y tapaba cualquiera voz disidente. ¿Alguna vez han oído el gutural sonido de ¡¡UH AH, FULANO NO SE VA!!? En nuestro país si alguien quiere expresar su opinión, pronto responde el coro de chivas criollas ¡¡UH, AH, fulano no se va!!. Sigue la coincidencia.



Los animales eran cada vez más exigidos y los resultados de ese trabajo extra eran desastrosos, esto no lo comprendía ninguno de los animales explotados, sus cuerpos enflaquecían peligrosamente, pero los cerdos misteriosamente engordaban y eran felices. Por eso se exhibía groseramente uno de los artículos de la constitución de pared que decía "todos los animales somos iguales, pero hay unos más iguales que otros"



 
En una ocasión una camada de cachorros de perros desapareció misteriosamente, fue entrenada secretamente por los chanchos y cuando volvieron a ser vistos estaban transformados en peligrosa jauría que protegía a los cerdos. Su cerebro fue lavado y fueron transformados en máquinas de agresión que conformaron luego la policía política que destrozaban a dentelladas cualquier indicio de rebelión. En las raras veces que los cerdos jefes se dejaban ver por el resto de los animales, los perros armaban un doble anillo de seguridad para protección de Napoleón.
La rebelión en la granja fue un desastre previsible, no era posible el funcionamiento de una sociedad de animales dirigida por cochinos. La producción de la hacienda se hizo nula y sobrevivían por la compra de alimentos en las granjas vecinas. El hambre y los pesebres vacíos eran tapados con la propaganda oficial de la República de Los Cochinos.

Me preguntarán como termina el libro, para hacer el símil con este sufrimiento que nos ha tocado vivir y les adelanto que los cerdos terminan caminando en dos patas, se visten con la misma ropa de los hombres y hasta la cara les cambia, pareciéndose increíblemente a sus antiguos enemigos.  Los problemas que ellos juraron acabar, no solo se agravaron sino que se crearon miles de nuevos males, para desgracia del resto de los animales. La narración acaba en una fiesta muy exclusiva para marranos y granjeros, donde se hacen brindis por el futuro y se firman acuerdos de cooperación entre ambas razas. El resto de los animales, flacos y hambrientos escuchaban desde lejos el ruido del jolgorio.

Las grandes "rebeliones" del siglo XX terminaron mansamente y cayeron sin violencia, simplemente se auto suicidaron, no fue necesario ni el ruido de un disparo, la cortina de hierro se derrumbó por la herrumbre que había en sus goznes, el muro de Berlín se vino abajo al no soportar el empuje de los hombros de la juventud que pululaba del otro lado y la URSS se abrió al capitalismo ante la avidez por el dinero de las mafias rusas. Hasta la empobrecida Cuba se ahogará en la rebatiña de los verdes por venir y no hablo de uniformes, sino de papel moneda de ese color con la inscripción In God We Trust.

Nuestra rebelión criolla hace tiempo se acabó, persiste el derecho al pataleo y el acceso a una ya escuálida fuente de riqueza a la que se aferra con pezuñas y dientes la piara de cerdos que la dirigen. El experimento de chanchos, puercos y marranos dirigiendo una sociedad no funcionó Este socialismo del Siglo XXI no fue más que un enorme fracaso, fue simplemente una gran COCHINADA.




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