Dr. Ronald Evans Meza: Polémica entre dos grandes de la información médica
No
se discute que entre las cinco grandes revistas médicas mundiales están
The New England Journal of Medicine (NEJM) y la British Medical Journal
(BMJ). Por ello, ha llamado bastante la atención, la polémica que se
ha desatado entre editores de ambas publicaciones, al permitir el
responsable de la última revista mencionada, la publicación de una
severa crítica formulada por dos anteriores editores del NEJM, con
respecto a la publicación de tres artículos (uno de ellos firmados por
el propio editor actual de dicha revista). La crítica se basa en el
cambio de política que tiene la revista norteamericana sobre el
conflicto de intereses que pueden tener algunos autores médicos al haber
trabajado o ser financiados por laboratorios de medicamentos o de
productos relacionados con el ejercicio de la medicina. Dicen, los
exeditores del NEJM, que resulta triste constatar que la revista que
una vez fue la primera en llamar la atención sobre los conflictos de
interés económicos que podían surgir entre autores vinculados a
empresas farmacéuticas, ahora tienen una visión más benigna con respecto
a esas relaciones.
A tan duras observaciones, se agrega la editora del BMJ, quien sin rodeos se declara tremendamente perturbada por el cambio de política de los responsables del NEJM, agregando que considera un error la declaración de que los estándares de rigurosidad al respecto deben ser revisados. A la dual polémica se ha agregado el editor de una igualmente reputada revista (The Lancet), quien salomónicamente declara que no está totalmente de acuerdo con los señalamientos que se le hacen a NEJM, pero que celebra y considera beneficiosa la aparición de tal tipo de enfrentamiento de ideas. No hay duda de que la polémica apenas comienza y continuará en los próximos números. Se trata de una experiencia pocas veces vista ya que no es común que haya este tipo de discusiones entre editores de revista médicas de peso.
Es de muy antiguo conocimiento el hecho de la interrelación entre el gremio médico y las grandes empresas fabricantes de medicamentos y de accesorios para la medicina. La inversión de ellas para el mercadeo de sus productos es inmensa, otorgando recursos para la asistencia a congresos, publicación de trabajos y apoyos de muy diversa índole, incluyendo la contratación de reputados docentes e investigadores médicos. No necesariamente estos contactos encierran violación a los criterios éticos y en algunos casos, más bien han sido beneficiosos para el avance científico. Pero también es cierto que en muchas ocasiones han servido para que profesionales favorezcan la venta de medicamentos con poco discernimiento crítico y se establezcan relaciones poco claras entre ambos sectores.
Antiguamente era común y considerado totalmente aceptable la estrecha vinculación de médicos con las grandes casas farmacéuticas. Incluso para eventos presuntamente inocuos como el lanzamiento de nuevos y ambiciosos productos, se invitaba a miles de galenos con todos los gastos pagos, para visitar islas turísticas del Caribe, para citar un ejemplo, o a otros destinos igualmente atractivos. No es que haya desaparecido en la actualidad tal costumbre, pero ahora se tiene más cuidado en aceptar dicho tipo de lazos, previendo la colisión con algunos principios bioéticos. La claridad y transparencia se imponen en dichas relaciones, por lo que quizás tenga la razón el editor de la revista Lancet, cuando aboga por la conveniencia de la discusión de este tipo de temática, pero sin culpabilizar de antemano a una de las partes.
A tan duras observaciones, se agrega la editora del BMJ, quien sin rodeos se declara tremendamente perturbada por el cambio de política de los responsables del NEJM, agregando que considera un error la declaración de que los estándares de rigurosidad al respecto deben ser revisados. A la dual polémica se ha agregado el editor de una igualmente reputada revista (The Lancet), quien salomónicamente declara que no está totalmente de acuerdo con los señalamientos que se le hacen a NEJM, pero que celebra y considera beneficiosa la aparición de tal tipo de enfrentamiento de ideas. No hay duda de que la polémica apenas comienza y continuará en los próximos números. Se trata de una experiencia pocas veces vista ya que no es común que haya este tipo de discusiones entre editores de revista médicas de peso.
Es de muy antiguo conocimiento el hecho de la interrelación entre el gremio médico y las grandes empresas fabricantes de medicamentos y de accesorios para la medicina. La inversión de ellas para el mercadeo de sus productos es inmensa, otorgando recursos para la asistencia a congresos, publicación de trabajos y apoyos de muy diversa índole, incluyendo la contratación de reputados docentes e investigadores médicos. No necesariamente estos contactos encierran violación a los criterios éticos y en algunos casos, más bien han sido beneficiosos para el avance científico. Pero también es cierto que en muchas ocasiones han servido para que profesionales favorezcan la venta de medicamentos con poco discernimiento crítico y se establezcan relaciones poco claras entre ambos sectores.
Antiguamente era común y considerado totalmente aceptable la estrecha vinculación de médicos con las grandes casas farmacéuticas. Incluso para eventos presuntamente inocuos como el lanzamiento de nuevos y ambiciosos productos, se invitaba a miles de galenos con todos los gastos pagos, para visitar islas turísticas del Caribe, para citar un ejemplo, o a otros destinos igualmente atractivos. No es que haya desaparecido en la actualidad tal costumbre, pero ahora se tiene más cuidado en aceptar dicho tipo de lazos, previendo la colisión con algunos principios bioéticos. La claridad y transparencia se imponen en dichas relaciones, por lo que quizás tenga la razón el editor de la revista Lancet, cuando aboga por la conveniencia de la discusión de este tipo de temática, pero sin culpabilizar de antemano a una de las partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario