Claudia BB de Suárez
El regalo que se le hizo al
Papa Francisco, en Bolivia, el cual constaba de una cruz y del signo comunista,
asombró e indignó a los cristianos. Nosotros, los católicos tomamos medidas
espirituales de desagravio. Sin embargo, personalmente, este regalo y su
simbolismo, me recordó la actitud de Fidel cuando bajó de la Sierra Maestra,
con un Cristo en una mano y en la otra, un fusil. Esta ofrenda, me pareció la expresión de un
comunismo trasnochado y fuera de moda, más que un acto ofensivo y de desprecio.
Como no soy escritora, erudita ni historiadora, emitiré mis criterios sobre
este hecho, como lo hace una persona común del pueblo que observa y hace un
juicio sencillo sobre lo ocurrido.
Por otra parte, es evidente, la
ignorancia crasa, podríamos decir, culpable de muchos católicos- porque Fidel
lo era y aún más, había recibido formación- sobre la Doctrina Social de la
iglesia. Lo más grave, muchos católicos, desconocemos todos los movimientos
sociales como la Acción Católica en el siglo pasado y numerosos documentos
sobre los problemas de injusticia social que salieron del seno de la Iglesia
Católica. En un libro: Juan Pablo II y
la Doctrina Social de la Iglesia, se expone claramente y extensamente la
posición de la iglesia respecto al trabajo del hombre y sus problemas (1). Son numerosos los documentos de los Papas
y demás integrantes de la iglesia católica que se ocuparon de temas sociales
proporcionando y aplicando soluciones al consumismo de muchos católicos, a
espaldas de los más desposeídos (2).
Son muchos los santos que
lucharon por los derechos humanos de los pobres, de los niños, ancianos y
enfermos.
El regalo equivocado, era la
réplica de una posición ignorante basada en el materialismo dialéctico, ateo
que no tiene nada que ver con la Doctrina de Cristo. Aún en nuestros países
latinoamericanos, persisten los resabios de la llamada teología de la liberación
y Bolivia no se escapa de esta realidad.
La posición de los marxistas trasnochados de
los años 60 niega esa realidad de la acción de la iglesia católica. En
Venezuela vivimos ese fenómeno comunista en las universidades todos los que
somos mayores de 50 años de edad. Era elegante y moderno poseer ideas, de
avanzada como sucedió con la furia de ser masón en el siglo XVIII y XIX, por lo
cual casi todos nuestros Próceres pertenecieron a esa organización empezando
por nuestro libertador. La posición ideológica marxista logró infiltrarse en
todas partes, en todos los estamentos sociales e incluso en las academias
militares-hoy vivimos esta consecuencia- y principalmente en algunas
congregaciones de religiosos
. Después del Concilio Vaticano
II, muchos religiosos se vieron por primera vez, indecisos sobre el verdadero
sentido que debían tomar para la evangelización del pueblo y algunos vacilaron;
otros tomaron la decisión de solo atender a los pobres en las márgenes de las
grandes ciudades, trabajar en las fábricas con los obreros entre otras
posiciones. Se consideró los ricos como el enemigo que explota al pobre y se
les olvidó que los ricos eran también hijos de Dios y muchas veces eran pobres
de espíritu. Los barrios se poblaron de monjas y sacerdotes y muchos cayeron en
la trampa que les puso el protestantismo nórdico con unas ideologías que
supuestamente liberaban al hombre de la alienación del consumismo causado por
el capitalismo imperialista yanqui.
La llamada teología de la
liberación que nació con el nombre de la teología de la revolución, en Ginebra,
Suiza, en la Conferencia sobre Iglesia y
Sociedad del Consejo Ecuménico de Iglesias en 1966-dos años antes de
Medellín- fue el atractivo al inclinarse por las clases desposeídas y pobres. Los
índices de literatura de ese evento oficial denuestan el carácter internacional
e interamericano de la temática revolución
como los autores: Richard Shaull, Gonzalo Castillo Cárdenas, Emilio Castro
sucesor de Philip Potter exsecretario General del Consejo Mundial de Iglesias
en Ginebra. –World Council of Churches, World Conferences on Church and
Society, Geneva, July 12-26, 1966-. Un sacerdote católico que relacionó el
protestantismo con el catolicismo en esa materia de la teoría revolucionaria,
movimiento anti-imperialista y anti-oligárquico, fue Hugo Assman y muchos más
teólogos alemanes revolucionarios. Consideraban que el abuso de poder por los
países desarrollados llevó a la dependencia política y económica de los países
del Tercer Mundo, lo cual a su vez, a nivel nacional, lleva a la opresión, a la
pobreza y a la violación de los derechos humanos, lo que a todas luces no
dejaba de ser verdad hasta cierto punto. De tal manera que la tal ideología no
era de origen latinoamericano ni católico (3).
Como dije anteriormente, no es extraño,
el regalo de la cruz y el signo comunista que se le hiciera al Papa Francisco.
Recordemos la infiltración comunista, fidelista en nuestros países
latinoamericanos. La penetración de los guerrilleros cubanos que invadieron a
Venezuela, con las instrucciones personales de Fidel en los pueblos de la
Sierra de San Luis en el Estado Falcón y otras localidades de nuestra patria.
Ya en Venezuela para 1974,
circulaba el libro de Antonio Pérez-Esclarín: la revolución con Marx y con
Cristo. (El autor tuvo la osadía de poner en el primer puesto del
título, al revolucionario, ateo, padre del materialismo dialéctico histórico y
después, Nuestro Señor, Jesucristo, Creador del mundo y Padre de la
humanidad).Ya el título es una ofensa viniendo de un sacerdote. El autor
propone una “ensalada de cristianismo y marxismo” que adorna con razones
fantásticas sacadas de sus múltiples análisis de documentos ateos (4).
En primer lugar, la revolución ya se había dado con Cristo, quién nos había devuelto la
libertad de los hijos de Dios, nos había liberado del pecado, de la
angustia, soledad y tiniebla. Cristo había predicado su doctrina, basada en
principios confirmada con su pasión, muerte de cruz y resurrección Las
consecuencias de la aplicación sociológica de esa doctrina cambió el mundo
romano hasta nuestros días. Todas las leyes de tinte social, occidentales,
tienen su origen en la doctrina de Cristo.
Carlos Marx y Lenin, al igual
que todos los pensadores alemanes, polacos entre otros, que los precedieron
formularon una ideología, basada en ideas propias, según el modo de interpretar
los fenómenos sociales y la creación del mundo. Me pregunto : ¿puede acaso
compararse una ideología que nace de la fantasía de la mente, a una doctrina
basada en principios que no pueden ser vulnerados ni cambiados como el
principio de identidad, causalidad entre otros?.
Con estos
pensamientos concluyo, que este gesto o regalo expresa un concepto anticuado de
la sociología actual, más cerca de Dios, más flexible. Es como si al Papa, le
hubiesen regalado un fragmento de una momia del Valle de los Reyes en Egipto,
lugar que ya no existe porque es una represa. Lamentablemente, ese socialismo
momificado es el que nos está llevando a la ruina socio-económica.
Referencias:
1. Juan Pablo II y la Doctrina
Social de la Iglesia-Laborem Exercens-Sollicitudo Rei Socialis y Centesimus
Annus, publicado por las Ediciones Trípode en Caracas, Venezuela en 1997
2. Pérez Figueroa T. El materialismo consumista. Ed
Coqui, C.A. Venezuela, 1995
3. La teología de la liberación,
ni tan católica ni tan latinoamericana, CEDIAL: Centro de Estudios para el
Desarrollo e Integración de América Latina. Bogotá. Colombia. Universidad
Católica del Táchira. San Cristóbal, Venezuela. TRIPODE, Caracas, 1988
4. Pérez-esclarín A. La
revolución con Marx y con Cristo. Editorial. Ateneo C.A. Caracas, Venezuela,
1974