Libertad!

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martes, 28 de julio de 2009

¡Hasta cuándo! Tiempos duros

Pablo Aure
Hasta ahora, hay que decirlo, Chávez y su gobierno han podido lograr sobreponerse a las caídas de popularidad que han sufrido. Recordemos la padecida meses antes del referendo del 02 de diciembre 2007: la escasez de productos, esencialmente de alimentos, había provocado verdaderos estragos en la popularidad del régimen.
En el 2008, aun con precios petroleros muy altos, la orden emanada de Miraflores fue muy clara: llenar los anaqueles a como diera lugar. Las autorizaciones de Cadivi comenzaron a salir y buena parte de los controles de precio fueron levantados. Resultado: la escasez cedió, aumentando de nuevo la popularidad disminuida.
Sin embargo, ahora las cosas parecen diferentes. Los niveles de importaciones que vimos en 2008 ya no son sostenibles en el 2009, y como se ven las cosas, tampoco serás sostenibles en los años venideros.
Al mismo tiempo, las políticas de estrangulamiento y hostigamiento oficialista hacia el sector productivo nacional, han incidido en la reducción de la capacidad productiva del país, y a todas luces, resulta casi imposible que esa mermada producción pueda compensar lo que no podremos importar. De nuevo, al alto gobierno se le presentará el dilema entre escasez y altísima inflación. Probablemente vencerá la inflación, y, de hecho -ya lo estamos viendo- una inevitable caída del consumo.

Los cálculos indican que el salario mínimo subirá este año sólo un 20%, mientras que la inflación rondará una cifra cercana al 40 %; es decir, el doble del aumento salarial.
Poco a poco veremos cómo la parte menos radical del “chavismo” comenzará a evaluar negativamente la gestión del gobierno y difícilmente Chávez saldrá ileso.

Algunas encuestadoras señalan que por primera vez en varios años, la mayoría de la gente tiene expectativas negativas en cuanto a su situación económica personal en el futuro. Ya sabemos que la mayoría de la población no se identifica con el socialismo y, mucho menos, con el comunismo. Para desgracia de Hugo Rafael, el pueblo siente preferencia por la democracia social.

La pregunta es, entonces: ¿qué tan fuerte será la caída y cómo reaccionará el gobierno? ¿Podrá la oposición capitalizar el descontento? Por ahora, no lo sabemos, pero eso sí: nadie dude que vendrán tiempos conflictivos.

Tamaña irresponsabilidad

Venezuela se está cayendo a pedazos, y el ególatra que la gobierna anda enloquecido por la sucesión de poder en Honduras. No encuentra a quién responsabilizar: un día, es el imperio norteamericano; otro día, es la oligarquía hondureña apoyada por unos supuestos “gorilas” (que sí saben respetar la Constitución, no como los de aquí); ahora, la culpa es del pobre Oscar Arias, presidente de Costa Rica, que acogió a Zelaya la mañana misma de su expatriación.
No tenemos por qué sorprendernos. A Chávez se le olvidan muy rápido las cosas. Por eso su discurso lo cambia a cada rato.
Señala a los que él considera responsables de los grandes males del planeta; pero no se mira en el espejo para detallar el rostro de la verdadera desgracia venezolana.

Vecino indeseable

Despotrica de los yanquis por querer meter sus narices en todas partes. Declara como acto inamistoso que Colombia permita el establecimiento de bases militares norteamericanas en su territorio, para combatir el narcotráfico y a la guerrilla, aunque, hoy día, ambas organizaciones son prácticamente lo mismo. A Chávez le molesta que su vecino busque refuerzo para luchar contra grupos terroristas, pero no analiza que sus múltiples declaraciones en las que demuestra simpatía hacia la guerrilla colombiana, son más que una afrenta a las buenas relaciones que deben existir entre dos naciones vecinas.
Nos atrevemos a asegurar que de no haber sido por los americanos, Chávez hubiera convertido a Colombia, desde hace rato, en una Honduras suramericana. Desde luego, la que gobernaba Zelaya, no la del legitimo y constitucional gobernante actual.

Te odio y te quiero

Paradójicamente, al odio que Chávez le tiene al imperio norteamericano, los venezolanos subsistimos gracias a ese imperio que religiosamente envía millones y millones de los dólares por la compra de nuestro petróleo. A diferencia del imperio ruso, que dejó en el planeta miseria y destrucción, los americanos, si bien es cierto han sabido aprovecharse de los recursos de otros países, no es menos cierto que han contribuido con las democracias de las regiones donde han operado.

Los americanos son pragmáticos, pero Chávez es un demagogo, porque todos los días insulta a los gringos, pero no puede vivir sin ellos. Claro está, los yanquis no dan puntadas sin dedal. Esas bases que colocan en Colombia son para tener controlados a los bárbaros que han asaltado todas las instituciones de nuestra patria, principalmente la castrense.

Clavo pasado

Zelaya quedó para chiste. Lo lamentable es que está haciendo reír al mundo entero con el dinero venezolano. Salió en pijama de su país, pero hoy tiene a su disposición cuantos aviones desee, y se llevó para sus excursiones a un chofer con experiencia: al inefable canciller Maduro, recordado chofer del Metro de Caracas, hoy acompañante exclusivo del destituido mandatario de Honduras. Únicamente amagos de retorno, hasta la frontera, ejecuta “Mel”. Roberto Micheletti la supo hacer. Lo sacó y “... después de ojo afuera, no vale Santa Lucía”. Honduras, un país pobre ubicado en Centroamérica y con muchas desigualdades sociales, demostró a los bandidos que en mala hora gobiernan algunos países, que ellos abrigan una gran vocación democrática; que cuando las instituciones son dirigidas por personas dignas no hay petróleo que las seduzca. Ya en Honduras realizaron el sorteo de las posiciones de los candidatos en el tarjetón para las elecciones presidenciales pautadas para noviembre, lo cual hará que se olviden las fanfarronadas de Manuel Zelaya, quien con sombrero y todo quedará para la realización de historietas.

pabloaure@gmail.com

El Carabobeño 27/07/09

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente articulo
Muy pien ponderada y comprendida globalmente las situacion
Joaquin Ramon