Libertad!

Libertad!

viernes, 24 de julio de 2009

Marcelino, al pan, pan y al vino, vino

Simón Alberto Consalvi

Con un inteligente epígrafe de Gustavo Guerrero se abre Hegemonía y control comunicacional, editado bajo la dirección del profesor Marcelino Bisbal.
Se trata de un libro destinado a hacer historia. "Da vergüenza reconocerlo ­escribe Gustavo­ pero uno tiene que rendirse a la evidencia: lejos de ser una excepción, el coronel Pérez Jiménez y su Nuevo Ideal Nacional no hicieron más que confirmar la regla que, desde el siglo XIX, ha venido convirtiendo el bolivarianismo en la coartada política recurrente del caudillismo militar venezolano".
De modo que no estamos en esta alba oscura del siglo XXI asistiendo a ninguna innovación. En el carnaval sólo han variado las máscaras.
En las últimas décadas del siglo XX se discutía sobre democracia y medios de comunicación. Ahora el dilema es de otra naturaleza, perversa, sin duda, y sus exclusivos propósitos van dirigidos a la adulteración de la democracia, a la liquidación de la libertad de expresión y la implantación de un régimen personalista, a través de una guerra a muerte contra los medios independientes.
Contra este anacronismo que pretende insertarse en la era de la información, todo lo que hagamos siempre será poco. Conviene resaltar, por consiguiente, el valor extraordinario de Hegemonía y control comunicacional.
Reitero, es un libro que hará historia, y confío en que contribuirá a despertar la conciencia ciudadana, sean cuales fueren las ideas políticas que profesemos. Editado por Alfa, además de los textos de Bisbal, "La comunicación... Un debate sobre la democracia" y "La comunicación masiva como política del gobierno de Hugo Chávez Frías", el libro contiene ensayos de Ángel Oropeza, "Comunicación como política de gobierno vs. comunicación como política de revolución"; de Gustavo Hernández Díaz, "Comunicación gubernamental en Venezuela durante el período 1999-2008"; de Iván Abreu Sojo, "Propaganda, marketing político, opinión pública y democracia en la realidad venezolana del presente"; de Raisa Urribarrí, "De comunitarios a gobunitarios: los medios alternativos en tiempos de revolución"; de Rafael Quiñones, "¿Los primeros frutos de la hegemonía comunicacional bolivariana?"; de Andrés Cañizález, "La era Chávez: notas para una historia política del periodismo venezolano", y de Carlos Correa, "La trama de la libertad de expresión en Venezuela".
Todos estos textos, escritos por expertos o científicos de la comunicación, contribuyen a desnudar la realidad, a intentar una radiografía en profundidad de las políticas de represión contra los medios de comunicación, al tiempo que denuncian el arsenal mediático que el régimen bolivariano viene armando de manera sistemática y desenfrenada, destinando de manera ilegítima inmensas sumas de dineros públicos, o sea, que con el IVA y todos los impuestos que pagamos los venezolanos financian el control comunicacional con el cual proyectan ahogar a la sociedad y poner a todo el mundo a entonarle jaculatorias al Gran Líder Supremo, antes llamado modestamente "gendarme necesario".
Marcelino Bisbal inicia su primer ensayo con reflexiones que apuntan al panorama político de América Latina, donde se impone la astucia de llamarse de izquierda porque se confisca la propiedad privada, o porque los protagonistas se refugian en el discurso antiimperialista. Habría que decir definitivamente que esto no es izquierda, sino viejo uso de la fuerza para controlar el poder. Juan Vicente Gómez hizo la mismo, "llegó para quedarse".
No pronunciaba arengas, pero confiscó lo ajeno para confundir lo público y lo privado. Sólo él otorgaba concesiones petroleras. Era de derecha porque el izquierdista fue Cipriano Castro, también bolivariano. Marcelino apunta: "Desde el Gobierno hay miedo a lo que representan los medios y sus profesionales periodistas, así como también hay profundas sospechas de las voces que ellos levantan y que son sumamente críticas de la gestión pública por la visibilidad que los medios le impregnan a los mensajes y a los sujetos que desde allí se muestran".
En el capítulo de Hernández Díaz se analiza el imperio mediático de la revolución. O, mejor, del Estado cautivo.
En total, 7 televisoras de alcance nacional y 35 comunitarias. En materia de radiodifusión, la Radio Nacional de Venezuela (o del PSUV), la cadena YVKE Mundial y 231 emisoras comunitarias.
Se añaden una agencia de noticias y 73 periódicos comunitarios. Más el diario Vea. En suma, una red destinada al control, a la bullaranga, a la aniquilación de la opinión pública. "Toda persona tiene derecho de expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura".
Esto reza el artículo 57 de la Constitución Nacional. El 58 consagra que la comunicación es libre y plural. Pero la carta magna queda anulada por la hegemonía y por el imperio mediático que la desconoce. Marcelino: al pan, pan, y al vino, vino.

No hay comentarios: