Lo único que nos resta a los venezolanos es esperar que el Presidente se recupere de sus dolencias y vuelva a ponerse en el comando de su desastroso gobierno. El ajuste de cuentas será electoral y político. El país puede perfectamente vivir sin Chávez en el gobierno
Por: Alonso Moleiro
La insólita y prolongada ausencia del Presidente de la República lo único que puede ofrecerle a los venezolanos es la irrupción de tres flamantes novedades: 1) Hugo Chávez es un ser humano, y puede enfermarse; 2) la presencia de Chávez no parece ser problema de la realidad nacional: ésta sigue haciendo y deshaciendo las cosas a su antojo; y 3) la política venezolana, y el país completo, sobrepasan su presencia en el poder.
En lo tocante a las dolencias presidenciales, algunas agencias internacionales han retratado la situación existente en Venezuela con una frivolidad que no deja de causar risa: reseñan la presencia de un país "perdido", sumido en un vacío noticioso que no comprende: no estando Chávez parece que no tiene de qué ocuparse. Contando ovejas, esperando al padre protector y hombre fuerte, mientras, añorando el regreso de las cadenas presidenciales, le ofrecen alguna señal sobre su salud que les permita orientarse (señal ésta que no aparece).
Llegados a este punto pienso que tiene sentido detenernos en torno al lecho rocoso de un mito que tiene ya unos doce años de existencia, y al menos unos dos o tres viviendo entre nosotros de una inmerecida renta, y a estas alturas ya con entera impunidad: éste según el cual Chávez "está solo en el tablero", porque es y será, de forma irremediable, el comienzo y el fin de la política venezolana en todas las décadas que siguen.
No existe en el futuro político previsible figura alguna que sea capaz de acumular su carisma. Todo lo cual, a la postre, ofrece el espacio necesario para colocarle a esta recalentada construcción la guinda en la torta: no estando Chávez, la política venezolana pierde todo sentido y horizonte.
Puede uno comprender que eso sea lo que piense Andrés Izarra. Lo que ya comienza a lucir inconcebible es que éste siga siendo el marco para el análisis por parte de algunos analistas.
De forma que presumo involuntaria, le ofrecen la materia prima a algunas agencias internacionales inocentes que reproducen reflexiones prefabricadas como las aludidas.
El proceso que describo tiene sus consecuencias y sus vértices. Mientras, para quienes vivimos en Venezuela, el más somero análisis de la secuencia de resultados electorales de estos años nos habla de una decadencia lenta, pero permanente, en el oficialismo, y mientras cada nueva consulta habla de la evolución favorable a las fuerzas democráticas, la creciente comunidad de venezolanos en el exterior sigue creyendo que derrotar a Chávez es imposible.
Para mí es bastante obvio que Chávez no está solo en el tablero: está siendo enfrentado por una coalición política que, una vez que escoja a su abanderado bajo el procedimiento consultivo anunciado y previsto, recibirá el año 2012 con una excelente oportunidad para propinarle una derrota electoral y producir un importante cambio en el panorama político venezolano.
Derrota ésta, por cierto, que no está invocada sobre el vacío, porque ya tuvo un episodio previo. Con el propio Chávez a la cabeza, bueno y sano, se supone que "solo en el tablero", encadenando la señal de la televisión cada dos días, el PSUV, el gigantesco partido de gobierno cocido con el dinero de la burocracia oficial, fue derrotado por esta suma de pequeñas y medianas formaciones políticas que, del lado de la oposición, constituyen hoy la Mesa de la Unidad.
Algunas firmas encuestadoras y analistas de opinión se excusan de manera previa en sus informes afirmando que una medición demoscópica es "la fotografía" del momento político muy específico, y que eso no tiene porqué comprometer lo que suceda en escenarios ulteriores.
Lo que, en lo personal, comienzo a echar en falta, es olfato e insumos adicionales para calibrar el mediano y el largo plazo. La fotografía de este momento todo el mundo la tiene clara.
En Venezuela vivimos enloquecidos por consumir la información bimensual de las encuestas, pero casi nadie le hace caso a la orientación que se viene dibujando en estos diez años de elecciones presidenciales anuales.
El cruce de tendencias, insinuado a partir de 2008, completamente vigente desde el año pasado, que nos invita a desechar de una vez la peregrina tesis de la soledad en el tablero.
Las encuestas más confiables de estos años han sido la secuencia de comicios celebrados. Cualquier encuestadora podría haber afirmado, en un mes como éste, julio, pero de 1997, que Irene Sáez estaba "sola en el tablero" imbatible como entonces lucía ante un anecdótico Hugo Chávez hablando de constituyente en un liqui-liqui azul.
Lo único que nos resta a los venezolanos es esperar que el Presidente se recupere de sus dolencias y vuelva a ponerse en el comando de su desastroso gobierno. El ajuste de cuentas será electoral y político. El país puede perfectamente vivir sin Chávez en el gobierno. Los que no pueden vivir sin él son los chavistas. Ni es lo mismo ni se escribe igual.
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