Libertad!

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domingo, 5 de febrero de 2012

Cada vez la Poesía y la Ciencia se acercan más

Eduardo Gautreau de Windt*
Hoy, en la vorágine postmoderna en que vivimos, los cambios vertiginosos se suceden más allá de la velocidad de la luz. Todo sucede tan rápido, que vamos perdiendo la capacidad de asombro. Se pasa tan rápido de lo virtual a lo real que no sabemos si lo estamos viviendo o lo estamos soñando, por demás, casi todo lo que se sueña puede ser vertido o plasmado en la realidad. Realidad virtual tangible, materialización de lo etéreo… Quizás hoy, más que nunca, la poesía y la ciencia se encuentre más cercana que nunca: La Ciencia habla de “quark belleza”, se nombra a “Kepler 22-B, el planeta de las ilusiones” y la ella, ahora más que antes, busca afanosamente “un por qué a nuestro Universo”, algo de lo que solo se ocupaban las artes y la filosofía. Y para completar, la confirmación de que los neutrinos son más rápidos que la luz, que el Universo tiene “fuerzas misteriosas y extrañas” que lo mantienen unido (antes era el amor) y la consecución de imágenes ultra microscópicas de partículas y procesos nanomégicos (palabra acuñada por mí apelando a la licencia poética) portadoras de exuberante y enigmática belleza, como soporte de un mundo que ya no se concibe sin imágenes, hacen que cada vez la ciencia sea arte y el arte se plasme como ciencia. Total, ¿científicos y artistas no están unidos por el hilio de la intuición y ambos deben ser creadores?

En fin, en esta era de las mega comunicaciones, de la ultratecnología y de los “mercados” (todo se compra y se vende, todo aquí tiene precio) el mundo se ha tornado en una aldea cada vez más global (a esto es lo que se le llama Globalización). Se borran las fronteras físicas de países, continentes y lugares, pero también entre las ciencias, las artes, y se entrecruzan las disciplinas de forma tal que todo se aprovecha, todo es útil si sirve para alcanzar un objetivo. Vivimos de paradoja en paradoja, no hay patrones incólumes, nada es blanco o negro sino que visualizamos la vida en un multicolor tono de grises, al que tenemos que obligatoria y necesariamente acostumbrarnos. Por ejemplo, la percepción de la belleza, de los valores, de las creencias se han ensanchado tanto, que la tolerabilidad, la pluralidad de nuestro universo se ha tornado infinita. Los ciberpiratas de ayer son los buenos de hoy (que desenmascaran a los gendarmes y dueños del “mundo”) los policías que deberían cuidarnos son tan malos como los delincuentes que nos asedian siempre. Es un mundo tan relativo que nadie cree en nadie y todos tienen derecho a cualquier cosa.

La misma prisa en que estamos inmersos no permite esperar que pase la era para ser nombrada y debaten si es la era de las mega-inter-conexiones, la atómica, la cibernética o, como me gusta llamarle post-post-moderna. “La época del todo vale, y nada importa, en la que la estética está sobre la ética”, en la que converge la razón con los deseos y la abundancia con las inmensas carencias (interiores y exteriores), protagonizada por un individuo que no creen en nada ni en nadie, inserto en un Globo, exageradamente interconectado pero incomunicado, que además se está destruyendo así mismo (tanto el Globo como el individuo). La paupérrima billonaria época en la que el hombre teniendo de todo es más pobre. Cada vez más se embarca en viajes lejanos (ahora interplanetarios) en pos del santo grial de la felicidad; pretendiendo que la tecnología o los avances de la ciencia o, peor aún, la publicidad le den como la alquimia la fórmula mágica para ser mejor. Nuestra civilización a medida que es más desarrollada es a su vez más incivilizada. Por eso no me asombro (pero me río) cuando leo que en Inglaterra le darán clases sobre la felicidad a los muchachos y jóvenes, como forma de combatir el desencanto imperante en aquella sociedad, en que los ni-ni cada vez son más.

Yo, desde hace mucho, mucho tiempo, mientras más ciencia leo más disfruto de las artes, en especial de la poesía, la música, la pintura y la fotografía (colmadas ahora de una sensualidad refrescante y renovadora) y de la narrativa, claro está que este colmada de la profundidad reflexiva que me aleje del vértigo de la comunicación, del terror de los noticieros y la inseguridad financiera, del insoportable tedio de la cotidianidad, como métodos certeros y eficaces para paliar todas las angustias existenciales de esta era.

*Eduardo Gautreau de Windt. Medico,
Escritor y Poeta dominicano,venezolano de corazón.

Mi Impronta


¿Yo? partiré como todos los otros,
mas quedará la impronta que le he dado a la vida
Y cuando me recuerden
para entonces juzgarme,
que por favor no olviden que fui humano,
fui amante…
Fui poeta.




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