Rafael Muci-Mendoza
La descalificación en manos de espíritus devaluados está a la orden del día...
La adulación durante la parada militar del 4F y la demostración de juguetes bélicos no produjo el miedo esperado, sólo irrefrenables náuseas. Su intención era infundir miedo en la población civil y mediante la coacción y demostración de poder de fuego del gigante con pies de barro, frenar la intención de voto en el colectivo. Así, nos mostró armas para destruir; el pasado domingo nosotros los demócratas, todos unidos, le mostramos votos para construir. Cada papeleta del pasado domingo fue una flor de muerto ante el túmulo que anuncia, premonitoria, la salida de los matones, cobardes por antonomasia con nueve anillos que les protegen. A no dudar, sintieron frío en el espinazo, flaqueo de esfínteres, taquicardia del pánico...
Ante las descalificaciones y la necia negación de la gesta que fue la votación, voló a mi memoria la frase sustantiva del lenguaje coloquial, "tonto de capirote", aquél menso con un sombrero puntiagudo y orejas de burro, con que nuestros maestros de primaria identificaban al necio, al bobo y al ignorante. Los tontos de alquiler del régimen han hecho vista gorda para no ver, para no sentir la tremenda tunda que el espíritu democrático del país les propinó. La descalificación en manos de espíritus devaluados está a la orden del día, pero los tres millones de votos están allí y a la vista contra la mentira continuada y el abuso de poder.
Se avizoran tiempos de cambio y pundonor para un pueblo avasallado durante mucho más de una década, donde el Ávila ahora aparece más luminoso, renacen las ideas, cunde el compromiso y todos estamos prestos a sacar de la ruina material y moral el país de nuestros mayores y la esperanza de nuestros hijos y nietos...
Haga pues petacas comandante que de aquí usted se va aunque se resista.
rafael@muci.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario