Libertad!

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domingo, 1 de agosto de 2010

La lógica de los síntomas

Freddy Lepage Scribani

Desde hace algún tiempo, los estudiosos que analizan las características de las democracias examinan los signos superficiales de los procesos políticos para determinar la salud de esas democracias. Es decir, atienden a los aspectos externos, a los efectos de diagnosticar la enfermedad del sistema político. Ahora bien, esta técnica, por sus condiciones intrínsecas, lleva implícito una alta dosis intuitiva para determinar cuándo un gobernante incursiona en el territorio prohibido de las conductas antidemocráticas y apela a la represión y argucias de toda calaña.
En ese sentido, similar metodología puede utilizarse a los efectos de determinar las debilidades del régimen chavista frente a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre. No cabe duda: muchas de las acciones emprendidas por el caudillo único, lejos de reflejar una posición de fortaleza frente al desafío eleccionario, dan muestras palmarias de lo contrario. El Presidente no las tiene todas consigo.
El patrón de crisis recurrentes parece consolidarse, sin permitirle a Chávez la posibilidad de ¬en el corto plazo¬ sortear con éxito el cúmulo de problemas que se le vienen encima sin solución de continuidad. La falta de capacidad para atender las expectativas de una vida mejor de la población, la ineficacia y estulticia gubernamentales, la corrupción y, por último, los síntomas visibles de las contradicciones intestinas, generadas por los enfrentamientos entre las cúpulas del PSUV y del Gobierno, hacen estragos en la moral de los seguidores de la llamada "revolución" que, de alguna manera, se sienten defraudados.
Lo anterior forma parte de los signos superficiales mencionados al principio de la columna. Pero hay muchos otros que no pueden pasar por debajo de la mesa. Veamos: (a) Jugando al engaño de los argumentos simplificados, Chávez reitera las amenazas, insultos y denuestos contra la oposición y los medios independientes (exacerbadas ante la denuncia colombiana sobre la presencia de narcoguerrilleros en suelo patrio), que rayan en la impertinencia y no asustan a nadie, ni siquiera a los más pusilánimes; (b) La suspensión del viaje a Cuba (¡Oh! ¡Cubita la bella!) Con ocasión del 57 aniversario del asalto al Cuartel Moncada, sobre la cual hay dos posibilidades: una, la esgrimida por el teniente coronel, ante la "inminencia" de la invasión de las fuerzas conjuntas de Colombia y Estados Unidos; y la otra (más verosímil), que ante el problemón FARC-Colombia-Venezuela, los cubanos no quieren abrir la boca y le dijeron a Chávez que mejor pasara agachado... Así ellos no se verían involucrados en un tema que prefieren soslayar (tienen excelentes relaciones con el país vecino); (c) La bravuconada de amenazar con suspender la venta de petróleo a Estados Unidos y, al propio tiempo, reconocer que si eso sucediera comeríamos piedras (paladino homenaje a la dependencia extrema con el país del Norte), y (d) El innecesario enfrentamiento con la Iglesia Católica, exagerado hasta el punto de invitar al cardenal Urosa a la Asamblea Nacional, para concluir en nada...
Si a lo anterior le agregamos el bombazo del caso de los alimentos podridos, podemos concluir que la lógica de los síntomas indica que los cimientos políticos de Chávez se encuentran seriamente averiados... En consecuencia, la alternativa democrática unitaria está en las mejores condiciones para ganar la Asamblea Nacional.
freddylepage@cantv.net Twitter: @freddyjlepage

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