Libertad!

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sábado, 17 de abril de 2010

DESARROLLO ES ARMONÍA PÚBLICA Y PRIVADA ( O LA SUPERIORIDAD DE LA DEMOCRACIA)

Alberto Rodríguez Barrera
1963 iba a ser también un año clave para Venezuela: por primera vez en nuestra dramática historia un Presidente de la República y Cuerpos deliberantes elegidos por el sistema de
sufragio universal directo y secreto serían substituidos por el pueblo llamado a la libre consulta en comicios. El período 1959-1964 no sería un interludio democrático en un país donde la violencia y el despotismo fueron signos negativos de la vida nacional. El gobierno cumpliría con su deber de ser austeramente imparcial en ese histórico debate, de preservar el orden público, de garantizar a todas las parcialidades políticas la realización de concentraciones de sus adherentes, sin suscitar rencores y odios ni agitar el subconsciente de la violencia que en nuestra gente había dejado la azarosa historia del país.
En el quinto mensaje presidencial (12 de marzo, 1963), a cuatro años del gobierno, se hizo un balance muy completo de la obra cumplida por el Gobierno de Coalición en diversas áreas del acontecer administrativo. Aquí nos detendremos para realizar un recuento bastante resumido, pero lo suficientemente concreto como para delatar la constante que seguiría la Revolución Democrática en una gesta de desarrollo jamás vista en Venezuela.

En minería, la producción del mineral del hierro alcanzó a 13 millones 300 mil toneladas, inferior en 8,9% a la de 1961 (por baja de la demanda internacional) pero superior en más de 10% sobre la de 1959, y la relación entre la participación total del estado y las utilidad neta de las empresas concesionarias se colocó en 52/48, la más alta en la historia de la industria. Para 1966 se preveía un volumen de producción de 2 millones de toneladas métricas. Se recuperaron los trabajos del yacimiento de lateritas niquelíferas de Loma de Hierro, se constituyó una empresa mixta para la explotación y comercialización de los yacimientos de fosforita de Lobatera, se recuperaron 14 mil hectáreas de concesiones de diversos minerales que los concesionarios no estaban trabajando y se funcionaba a nivel internacional con las mismas técnicas aplicadas con la OPEP.

En agricultura, el producto generado por el sector agrícola creció en 8% en relación con 1961. Se duplicó y hasta triplicó la producción de maíz, arroz, ajonjolí, algodón, caña de azúcar, tabaco, papa, leche y otros. Para 1958 se produjeron 16 millones de huevos, en 1962 había subido a 406 millones (un aumento del 2,535%). Se bajaron los precios, se elevó el consumo per cápita, se redujo en 10% las necesidades de importación y se aumentaron las exportaciones en 15%. Todo ello acompañado por los avances extraordinarios de la reforma agraria, cuya dotación de tierras alcanzaría a 100 mil familias campesinas para 1964, con 120 agencias de extensión agrícola. En materia de créditos agrícolas, de 100 millones de bolívares otorgados en los cuatro años previos a 1959, para 1962 se habían otorgado 777 millones (créditos para campesinos, no empresariales). Cientos de miles de hectáreas fueron beneficiadas con obras de riego, obsesivamente represando y distribuyendo racionalmente el agua de ríos y de lluvias, con represas, diques y otras obras de canalización. En cuatro años se habían construido y reconstruido 5 mil kilómetros de caminos vecinales y carreteras de penetración, facilitando el contacto entre los caseríos agrícolas y los centros de consumo, la sanidad y educación rurales, la construcción de acueductos y casas habitables, el cultivo de la tierra, y la disminución del nomadismo del campo a las ciudades.

La producción industrial creció en 1962 en 11,8%, continuándose la diversificación de nuestra economía con estímulos a la industrialización en cuanto a protección aduanera, exoneración de materias primas industriales, preferencia primordial a aquellas industrias que utilizaban materias primas nacionales y créditos oportunos, avales y arrendamientos de activos fijos, siguiendo todo ello una política descentralizadora para evitar el crecimiento desarticulado de la economía y fortalecer cada vez más a la provincia venezolana. Con la atención a las grandes ramas industriales, la pequeña y mediana industria y la artesanía se crearon mayores oportunidades de trabajo con menores dosis de capital.

Con la terminación de dos industrias básicas, la Siderúrgica y la Petroquímica, financiándose el 75% de las inversiones de la Siderúrgica y el 70% de la Petroquímica, en 1963 estas empresas funcionaban prácticamente a plena capacidad e iniciaban importantes proyectos de ampliación y de creación de nuevas líneas (financiado totalmente por el Gobierno de Coalición). El pleno funcionamiento de estas industrias representaría un paso decisivo en los esfuerzos de integración y un cambio estructural necesario para el funcionamiento de todo complejo industrial. En cuanto a la Siderúrgica, el 9 de julio de 1962 se realizó la primera colada de acero, completándose el ciclo de producción iniciado en 1961 con la puesta en marcha de 8 nuevos hornos eléctricos de reducción y dos de los cuatro hornos de acería. En 1962 se abasteció gran parte de la demanda de tubos sin costura para la industria petrolera, se exportaron 60 mil toneladas de arrabio y acero y se sustituyó totalmente la importación de alambre de púas. Con la laminación de productos planos se promovió el desarrollo de la industria privada de transformación de metales. En cuanto a la Petroquímica, la construcción del complejo industrial del Instituto Venezolano de Petroquímica de Morón se terminó en 1962, culminando así la primera fase para la producción de abonos fosfatados y nitrogenados, cloro, ácido clorhídrico y materias primas para explosivos. La mayor parte de la producción comenzó a satisfacer las necesidades de consumo interno, de la agricultura y de las industrias de productos derivados, luego a la exportación, abriéndose también la perspectiva de proyectos privados. Diques y astilleros se desarrollaron igualmente con estas industrias.

En 1962 se triplicaron las exportaciones de productos industriales no tradicionales con respecto al año anterior. Se comenzaron a conquistar mercados exteriores. El gobierno auspició la creación de la Asociación Venezolana de Exportadores. La Corporación Venezolana de Fomento inició un programa de financiamiento para estas materias.

La energía eléctrica ocupó su posición clave en la dinámica economía venezolana que impulsaba el Gobierno de Coalición.
Excluyendo la autogeneración de empresas industriales y petroleras, la capacidad instalada alcanzó en 1962 a 1 millón 441 mil kilovatios y la energía producida a 4.650 kilovatios-hora, sobrepasando las cifras correspondientes a 1958 en 122% y 107%, respectivamente. No se nacionalizaron las compañías eléctricas que venían prestando un servicio eficiente en algunas ciudades del país. Se trabajó con ahínco y resultados favorables visibles para electrificar las áreas rurales del país (que dejaron de alumbrarse con kerosén y velas de esperma). Se instalaron plantas hidroeléctricas, líneas de transmisión de alta tensión, fuentes de energía hidráulicas, la unificación de frecuencias en todo el país, eficiente suministro de fluido eléctrico a las regiones; se proyectó la central hidroeléctrica del Guri, represa que llegaría a alcanzar los 6 millones de kilovatios, obra de dimensión continental y de importancia extraordinaria para nuestro desarrollo económico, y de igual utilidad para nuestros vecinos.

La labor desarrollada por el Gobierno de Coalición en materia de transporte puede resumirse señalando que durante el período 1959-1962 se construyeron 1.990 kilómetros de carreteras, se pavimentaron y repavimentaron 4.144 kilómetros y mejorado 4.831; se amplió la red nacional de carreteras a 15.700 kilómetros. En Caracas se pusieron en servicio las avenidas Presidente Medina, Universidad, Baralt, Colón, tramos de la Libertador, los dispositivos El Pulpo, Plaza Venezuela, túnel La Planicie, La Araña; se trabajaba la Autopista del Este, Puerto Cabello-Valencia y Tejerías-Valles del Tuy-Caracas, Cumaná-Güiria… El Plan de la Nación 1963-66 previó la construcción de 1.711 kilómetros de nuevas carreteras, 38 autopistas, pavimentación de 3.600 kilómetros de carreteras y 253 autopistas, reconstrucción de 174 kilómetros de carreteras, mejoras de 5.700, conclusión del Puente sobre el Caroní, construcción del Puente sobre el Orinoco… A esta labor de comunicación se agregaban aeropuertos, estaciones de comunicaciones para la navegación aérea, radiofaros, torres de control; se cerraba el primer año de la creada Venezolana Internacional de Aviación (VIASA) con utilidades líquidas de 800 millones de bolívares, de la misma manera en que aumentaron los ingresos de la Compañía Venezolana de Navegación hasta 7.770 millones de bolívares…

La ampliación de facilidades para las telecomunicaciones continuaron su ampliación en los distintos pueblos del país, entre ellos y con el resto del mundo. Se construyeron 409 kilómetros de líneas telegráficas, se ampliaron los canales telegráficos y telefónicos, y se proseguía hacia la meta de interconectar a todas las ciudades y pueblos de Venezuela en una eficiente red de comunicaciones, logro que se alcanzaría integral y tecnológicamente en el transcurrir de la Revolución Democrática.

En el campo educacional, una vez realizado el esfuerzo cuantitativo de elevar, por ejemplo, en preescolar y primaria, oficial y privada, a un total de 1 millón 357 mil de alumnos (33,4%), se habilitó y reorientó la escuela rural, se crearon escuelas granjas acordes con la vida campesina, se redujo el déficit en edificaciones primarias del 70% en 1958 al 32,8% en 1962 (previéndose el 24,5% para 1966); se incrementó el programa de educación de adultos, el índice de analfabetismo bajó hasta el 26,5% en 1962. El alumnado de educación media experimentó un incremento del 104%; en cuatro años se construyeron 40 edificios, se aplicaron ramas técnicas incrementándose el alumnado en 140% (INCE), el Instituto de la Productividad formó personal administrativo para la productividad regional, se impulsó extraordinariamente la matrícula de alumnos en los Institutos Pedagógicos. En educación superior se subió de 16 mil alumnos (1958) hasta 35 mil (1963), un crecimiento del 120%, se crearon universidades con escuelas ubicadas en distintas ciudades, se creó el Complejo de Instituciones de Estudios Superiores… Considerados todos los niveles educativos, entre 1962-63 se produjo un aumento de 818 mil alumnos en comparación con lo que había en 1957-58, un crecimiento del 90%. En cuatro años se construyeron más aulas escolares que en todo el medio siglo anterior, se planificó la educación en estrecho vínculo con el desarrollo económico y social del país y se estaba cimentando, con base en la cultura universalizada del pueblo, aquel sueño del poder moral que emergió en Angostura en la hora primigenia de nuestra patria: “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”.

En cuanto a sanidad y asistencia social, la vida media del venezolano llegó a 64 años de vida, cifra para entonces de las más altas en los trópicos. Interpretando los diversos datos estadísticos elocuentes (que obviaremos por su gran extensión), el doctor Pastor Oropeza dijo: “El hambre se ha convertido en algo así como una figura retórica de mitin. Aquí no hay hambre en el sentido y la extensión dramática que le asignan algunos. No soy economista ni político militante, pero sí puedo afirmar que estos índices reflejan no sólo una mejora asistencial y médica, sino que a las capas populares les está llegando más dinero que durante la dictadura”. En nutrición, de 334 comedores escolares existentes en 1958, se pasó a 1.276, aumento del 282% (en 1963 se crearían 1.300 más).

La población urbana servida por acueductos en 1962 fue de 2 millones 450 mil personas (1 millón 800 mil en 1958) y la poblacíón rural agregó 890 mil más, y aumentaría hasta 4 millones 100 mil en todo el país para 1963. En materia de cloacas el crecimiento iba paralelo. Esta labor era una prioridad, alejada de lo suntuario y de alardes arquitectónicos, pero que en realidad exaltaba al primer régimen constitucional habido en el país que se dedicó con ahínco a esa necesidad primaria de toda colectividad civilizada de disponer de agua potable en abundancia y de saneamiento de suelos mediante el sistema de cloacas

En cuanto al siempre complejo y agudo problema de la vivienda, en cuatro años se habían construido por vía directa del gobierno 33 mil viviendas, y por otra parte –en apoyo al Banco Obrero- de creó la Junta de Créditos para la Vivienda Urbana, una Central Hipotecaria, el Programa de Ahorro y Préstamo, previéndose para los próximos cuatro años –con la estrategia de ampliación del empleo- la construcción de 260 mil viviendas a un costo de 5.300 millones de bolívares, correspondiéndole al sector privado la inversión del 60% y 40% al sector público.

Se llevó a efecto la reorganización del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, cuyas actividades en sus diferentes áreas de atención vivieron una extraordinaria etapa de recuperación, mejorándose y ampliándose los servicios del médicos en centros curativos y en los Hospitales del Instituto, creándose centros pilotos para el entrenamiento de personal, perfeccionándose el sistema de suministro de medicamentos y dedicándose especial atención a la prevención y a la medicina del trabajo. Se instalaron equipos electrónicos para el nuevo sistema de recaudación de cotizaciones e identificación de asegurados, ampliándose la aplicación del Seguro en nuevas extensiones territoriales, con nuevas aplicaciones y nuevas áreas de cobertura (invalidez, vejez, inhabilitación para la vida activa y muerte).

En materia de política laboral, dentro de un clima equilibrado entre empresarios y trabajadores, sin estridencias demagógicas, se elevó hasta 2.665 contratos colectivos firmados en los cuatro años de gobierno y de ellos solamente 38 culminaron en conflictos. Se legalizaron 562 nuevos sindicatos en 1962, elevándose el total a 3.668. Creció hasta 350 millones de bolívares la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas. De 6 cooperativas funcionando normalmente en 1958, se pasó a 150 en 1962.

Iniciado en 1959 como ensayo piloto, el Programa de Desarrollo de la Comunidad era en 1963 un movimiento nacional de vasto alcance, estructurado sobre las bases de una participación activa de la ciudadanía en la solución de sus problemas locales y regionales y en el funcionamiento coordinado de los programas, lográndose que los diferentes grupos de la población adquiriesen consciencia de la necesidad de contribuir con su propio esfuerzo al mejoramiento de su comunidad y el desarrollo integral del país. Aquí se fundamentaron miles de proyectos que se tradujeron en realizaciones concretas: acueductos, escuelas, viviendas, drenajes, alcantarillas, cloacas, centros de recreación, asentamientos campesinos, parques recreacionales, reforma agraria, entrenamiento de personal, remodelación de barrios, industrias comunales y obras de diversa naturaleza que incrementaron considerablemente el ramillete de obras de capital social básico realizadas con el Gobierno de Coalición, incidiendo en un cambio de actitud, la disminución del paternalismo, el desarrollo de liderazgos y una mayor integración de las comunidades. La Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y Fomento Municipal (Fundacomún) inició su pleno funcionamiento como organismo financiero.

1963 iba a ser también un año clave para Venezuela: por primera vez en nuestra dramática historia un Presidente de la República y Cuerpos deliberantes elegidos por el sistema de sufragio universal directo y secreto serían substituidos por el pueblo llamado a la libre consulta en comicios. El período 1959-1964 no sería un interludio democrático en un país donde la violencia y el despotismo fueron signos negativos de la vida nacional. El gobierno cumpliría con su deber de ser austeramente imparcial en ese histórico debate, de preservar el orden público, de garantizar a todas las parcialidades políticas la realización de concentraciones de sus adherentes, sin suscitar rencores y odios ni agitar el subconsciente de la violencia que en nuestra gente había dejado la azarosa historia del país. De esta manera, el pueblo venezolano ejercitaría el derecho soberano a darse sus propios gobernantes y dejaría de ser calumniado por los teorizantes al servicio bien tarifado de los despotismos que lo acusaban de inepto para el ejercicio responsable de la función de votar. La Revolución Democrática sellaría así un destino que en el futuro sería muy difícil de eliminar.

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