Libertad!

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viernes, 1 de febrero de 2013

EL ARRUINADO YO DEL CHAVISMO


-Alberto Rodríguez Barrera





 

     La filosofía de Jaspers oscila en constante angustia e inseguridad, ya que se ocupa de excepciones y situaciones límites surgidas subjetivamente y que siempre surgen de nuevo porque la situación del mundo cambia continuamente y el hombre se ve obligado siempre a examinar de nuevo su existencia para adaptarse a las nuevas circunstancias que exigen una nueva realidad. (Esta angustia e inseguridad en el chavismo lleva a la improvisación constante, enseñando estoicamente la inflexibilidad de su desvío.) Su concepto de la verdad es relativo, basado en una alógica cuya fundamentación tendría que terminar en el nihilismo. Inicialmente intentó llegar a una posición firme del hombre en su existencia incierta, rechazó el nihilismo pensando que el pensamiento filosófico lo traspasa y significa la liberación hacia el ser propiamente dicho.

     “Nosotros los hombres jamás somos bastante para nosotros mismos. Pugnamos para ir más allá, y nos hacemos cada vez más nosotros mismos con la profundidad de nuestra consciencia de Dios, a través de la cual nos volvemos al propio tiempo transparentes para nosotros mismos en nuestro ser nada.” Jaspers formula un concepto de fe filosófica: Dios ayuda a la unidad del ser que se sabe radicalmente dependiente; pero no quiere saber nada de sacerdotes.
 
     En épocas decadentes (como la del chavismo presente) se elige como leit-motiv la oscilación de todos los modos de la realidad; y Jaspers considera el carácter de las imágenes del mundo sólo perspectivas relativas, aceptando el carácter del conocimiento como algo de pura interpretación: ningún ser conocido es el ser en sí y en total.  Nuevamente es la inseguridad y angustia ante el conocimiento objetivo del ser; porque esta época no ofrece ninguna salida; no se puede crear ninguna gran obra “como en la época de Lao-tse, de los presocráticos...”
 
     Jaspers: “Hoy día la intención de crear obras acabadas parece vana... En lugar de encontrar vida en el origen y hacerla hablar en la obra, se logran... hechuras de un acabado peculiar, a través de las cuales habla un hallazgo de lo simple, una construcción sin costura, un lenguaje bien formado, pero que se vuelven dudosas por la pretensión de validez autónoma de esa obra tal. La oposición a la falta de forma de las futilidades presentes es buena, por eso también lo que sucede aquí, porque nada recuerda y previene”.
 
     El chavismo ha caído en la tentación de confiarse completamente a su propio “yo” (con el perdón de Descartes y otros) sin tomar en consideración la cadencia, tan importante y esencial, de la realidad universal del mundo, el análisis del ser objetivo y tan a menudo completamente estático. En la filosofía Kant antepuso la teoría del conocimiento a la teoría del ser, pero no captó que todo o lo referente al conocimiento presuponen ya cuestiones respecto al ser.
 
     “La filosofía puede convertirse en la tentación de la evasión”, escribió Jaspers, y sucumbió a esta tentación. Y en el chavismo –como en el filósofo- vemos lo típicamente evasivo, un claro relativismo que ve las dificultades existentes y las rodea con mucho “arte”, “poetizando”, porque tiene miedo de sí mismo y de toda verdad objetiva.
 
     “La mayoría de los pensadores modernos, ¿no eran todos tan temerosos? ¿No se podía contar con todos ellos, a la defensiva contra la existencia masiva, injustamente sólo para su propio yo? ¿Por qué juraban sobre su subjetividad angustiosamente convulsa un Kierlegaard, un Nietzsche, un Jaspers? Porque con nuestra época enferma ellos mismos se habían enfermado y no pudieron alcanzar el espíritu de la comunidad con el ‘saber’ fundamental del que Jaspers habla” (F. Friedrich Sauer).
 
     Kierkegaard acuñó la orgullosa pero unilateralmente enferma frase “Existir significa ante todo ser un individuo” y así puso toda decisión en la subjetividad personal que ya según otros principios modernos (los democráticos) no debería dar ninguna decisión. Jaspers (como el chavismo) no quiere saber nada de verdades eternas. Estas pertenecen, cuando más, a la masa que no puede pensar y que por eso no tiene importancia. ¡Qué gran dificultad de la filosofía de la existencia en llegar a un orden objetivo, universalmente válido, a partir de un concepto subjetivo de la verdad! Así el relativismo, “que permite que todo tenga validez como es, parece ser la inevitable consecuencia (Welzel).

     Aun cuando no se tiene seguridad de que todo pueda ser conocido, debemos partir de ahí. Es arrogancia partir sólo del yo para conocer todo ser. El ser es en todas las circunstancias el concepto “que abarca todo, y por tanto, también el conocimiento” (Wundt).
     Jaspers –al igual que el chavismo- no reconoció esta simple verdad. De ahí su fracaso, su encallar en la realidad, su fuga hacia las situaciones límites, que integran la plenitud de la realidad humana, pero no lo son todo.
 
     Pero Jaspers dijo palabras magníficas y verdaderas como profundo conocedor de nuestro tiempo; alegó que “la incredulidad del hombre no era posible”: “Pensar en un mundo de incredulidad perfecta en el que los hombres-máquinas se han perdido a sí mismos y han perdido su divinidad... esto sólo es posible formalmente sólo un instante. Así como repugna a la dignidad interna e insondable del hombre pensar que muere como si no hubiese sido nada, así también la libertad, la fe, la autonomía caerían en la ruina precisamente como sucedería con un aparato técnico”.   

 

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