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De cada 100 jóvenes que se presenten a votar, más de 60 lo harían en contra de Chávez
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
domingo 6 de marzo de 2011 12:00 AM
No cabe duda que la entrada de los estudiantes a la escena política fue sensacional. No es un fenómeno nuevo. Muchos eventos históricos permitirían soportar la tesis de que los estudiantes universitarios son los personajes más "sexys" de la historia política contemporánea, sólo que en nuestro país permanecieron años dormidos, como si la labor cumplida por la generación del 28 hubiera sido suficiente para eximir a varias generaciones posteriores.
Cuando finalmente se activaron en la defensa de sus derechos, haciendo clímax frente al inminente cierre de RCTV, la mayoría de la población sintió algo como lo que se supone debe sentir el actor de aquella clásica publicidad en la que, al consumir la promoción, recibe un chapuzón de agua en el medio de un verano ardiente.
"Reaccionaron". "No son apáticos a la política". "Les importa su país". Demostraron con su acción que se articulan más fácil y rápido que cualquier otro segmento social. Se atraen los unos a los otros y se apalancan en la tecnología para hacerlo de la manera más natural. Les importa un bledo los planes de los partidos de la oposición, a quienes son irreverentes. Sólo están ahí, con la efervescencia de su juventud, dispuestos a dar la pelea por lo que consideran justo. No están en contra de Chávez sino a favor de un país y gobierno que respete sus derechos y su libertad. Obviamente cada una de esas cosas choca contra quien pretende vender la idea de que sólo él puede conducir al país "per secula seculorum", bloqueando cualquier generación de relevo.
La motivación, la participación y el entusiasmo de los estudiantes en todo lo que hacen, que les ha llevado a recibir más de 80% de respaldo popular a su gestión por el bienestar del país, generó, sin embargo, un mal entendido: "los jóvenes están activados políticamente en la búsqueda de cambios para el país". Esa es una conclusión equivocada.
El error proviene de una confusión común que iguala estudiantes a jóvenes. Si bien es cierto que la mayoría de los estudiantes son jóvenes, el problema radica en que el reverso no es cierto: la mayoría de los jóvenes venezolanos, desgraciadamente para ellos y el país, no son estudiantes. Estos últimos son la elite de la juventud venezolana, independientemente de su estrato socioeconómico. Ellos sí están activos, motivados y articulados, pero la base de la juventud no lo está.
En el grupo menor de 24 años se encuentra una baja disposición a inscribirse en el REP y la mayor cantidad de abstencionistas declarados. No es cierto que se mueven solos ni que están motivados a la participación política, cosa que sí ocurre con el pico de ese iceberg que son los estudiantes. Lo que si comparten los jóvenes, estudiantes o no, es el rechazo por la gestión del presidente Chávez que supera en 14 puntos porcentuales el promedio de la población total. En pocas palabras, esa que podría ser la generación "Ch", que ha crecido viendo y oyendo sólo a Chávez en el poder, no sólo no ha sido colonizada por él sino que se le muestra mucho más irreverente y contraria a su propuesta revolucionaria que la media nacional. Estamos más bien frente a la generación "anti Ch", aunque no necesariamente autopropulsada.
En una sociedad dividida políticamente, cada voto será clave en el futuro. Lo que indican las investigaciones es que de cada 100 jóvenes que se presenten a votar, más de 60 lo harían en contra de Chávez. El tema es que voten y ese es el reto principal de los estudiantes que buscan cambio: servir de motor de sus pares etarios para motivarlos a votar. Esta es la tarea más natural, democrática, productiva y útil para su objetivo de cambio.
luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
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