Rafael Muci-Mendoza
Una
paradoja: Cuba, isla de sol radiante donde sólo se percibe opacidad en
salud. Opacidad que impide el paso de la luz, sinónimo de tristeza,
melancolía, oscuridad, umbría y gesta de especialistas en delación, esos
que nunca aprendieron la lección de la tolerancia, almas podridas,
carentes de hombría y libertad de espíritu, sin pautas de conducta para
entender que los medios justifican el fin y no a la inversa. Es cruel
enseñar a leer para luego castrar la libertad del leer.
La
anti-ley en manos infames nos amenaza, crea una sociedad de esclavos y
genera una cáfila de sapos y delatores. Infamia de toda infamia es la
destitución del epidemiólogo doctor Oswaldo Godoy sólo por decir la
verdad. El Hospital Vargas de Caracas está de cerrado luto. Pero parece
no pasar nada. La medicina debe ser una preocupación nacional; los
médicos alejando nuestros intereses mezquinos deberíamos guiar nuestras
prácticas como una misión distintiva y elevar nuestra voz, un clamor
estentóreo de protesta ante el envilecimiento moral que permea nuestra
sociedad. El problema sanitario nuestro rebasa cualquier ejercicio de la
imaginación, si no, que lo diga la grave situación de la vacunación
universal en manos tan indiferentes, irresponsables y despreocupadas
como indoctas. Como en Cuba, estadísticas inventadas y maquilladas para
exaltar la disfrazada carroña revolucionaria hedionda a muerte. ¡Dios
nos salve de una epidemia cualquiera que nos encontrará inermes y
desguarnecidos!
Momentos
vendrán en que censores y catones asalariados, practicantes del
proxenetismo médico desparecerán y la medicina dejará de estar
secuestrada por cubanos que han contribuido a hacer del nuestro un
estado forajido ¡Claro que hay esperanza, pero hay que hacerla realidad!
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