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martes, 3 de julio de 2012

Premoniciones de terremotos en Caracas. Dos fechas y tres versiones.

Gerónimo Alberto Yerena Cabrera
Introducción
La historia y la crónica es una disciplina que exige mucha dedicación y sacrificio, sobre todo, en la revisión de la bibliografía sobre un determinado tema; no pocas veces encontramos  diferencias y confusiones en fechas, personajes y sucesos. Esto es lo que ocurrió con los terremotos del año 1641 y 1766 en la ciudad de Caracas. No sólo en numerosas publicaciones en  la red y artículos en periódicos sino en textos de eminentes cronistas que han caído en este error y ha sido la causa de estas confusiones. La intención del presente trabajo es aclarar los sucesos de premonición de los terremotos en ambas fechas y la ubicación del personaje Saturnino.
 
Terremoto del día de San Bernabé, 11 de junio de 1641.
Esta premonición fue la primera y más importante ocurrida en Caracas. Quizás luego de la publicación en el siglo antepasado del cronista Don Arístides Rojas (1), donde confunde lo sucedido ese año de 1641 y  la premonición de Saturnino, con el terremoto de 1766.  Don Arístides ubica a Saturnino erróneamente en el suceso ocurrido en 1766, aunque relata los hechos en forma muy  amena; esto produjo que otros cronistas de renombre como Don Lucas Manzano (2) incurriera en lo mismo, y desde allí en muchas publicaciones sobre los terremotos se repitiera el error.
Entre otros autores, Enrique Bernardo Núñez (3) sí señala  la fecha correcta del terremoto de San Bernabé, así como también la historiadora  Ermila Troconis, quien relata el suceso del popular Saturnino en la fecha correcta (4).
Los hechos (5):
Vivía en Caracas, en aquella época, un loco pacífico y locuaz llamado Saturnino, a quien nadie ofendía por su carácter humilde y benévolo.
Desde muchos días antes del de San Bernabé, Saturnino recitaba por todas las calles el siguiente estribillo:
Qué triste está la ciudad
Perdida ya de su fe,
Pero destruida será
El día de San Bernabé.
Y ya en la víspera del 21 de octubre decía:
Téngolo ya de decir,
Yo no sé lo que será,
Mañana es San Bernabé,
Quien viviere lo verá.
Y echándose a cuestas una pesada piedra, subió la colina del Calvario, diciendo a cuantos encontraba que al raso iba a pasar la noche,
porque al día siguiente Caracas debía bailar como un trompo.
Rióse la población tanto de la profecía como del profeta, al cual debía después solicitar e interrogar.
Serían las cuatro y veinte minutos de la mañana de 21 de octubre de 1766, cuando la población de Caracas despierta  aterrorizada al súbito
estremecimiento que hace bambolear los edificios de la capital.
Al acto lánzanse los habitantes a la calle, y los gritos de -"Misericordia Señor"- se escuchan por todas partes. Nadie sabe qué hacer ni a donde ir, y todo inspira temor por largo tiempo, cuando al despertar la aurora se sabe que ningún edificio notable había caído, aunque casi amenazaban ruina sobre todos los templos. Dilatada fue el área de este sacudimiento que causó estragos en la región oriental de
Venezuela...
Al amanecer del 21, el loco Saturnino estaba ya en Caracas sano y salvo, después de haber pasado la noche al pie de un árbol en la colina del Calvario. Jamás este pobre se vio tan rodeado de la muchedumbre y hasta de la gente de criterio, que quería saber del loco lo que éste ignoraba y había dicho inconscientemente. Pero Saturnino se limitó a contestar, a cuantos curiosos le interrogaban, con una frase:
-¿No se lo dije yo, que algo grande iba a suceder?
Obraba así, como si fuera el hombre más cuerdo.
Terremoto del día de Santa Ursula, 21 de octubre de 1766.
Este terremoto ocurrió a las 4.30 am. Fue de proporciones tremendas. Los movimientos sísmicos continuaron por una hora. Cayeron al suelo más de la cuarta parte de las casas de Caracas y algunos templos. Pero no hubo muertos (7).
 Existen dos versiones muy parecidas en cuanto  a la premonición de este terremoto.
La primera versión (8).
Refiere que en la tarde de ese día , al ir a cerrar el sacerdote la puerta de la ermita de Nuestra Señora de las Mercedes, se le acercó una anciana y le imploró  que hiciera trasladar la imagen de la Virgen en procesión para la Catedral, porque esa noche iba a ocurrir un terremoto.
Se negaba el sacerdote a darle crédito y desde luego a complacer esa petición; cuando le argumentaba al respecto, la viejita se esfumó ante sus ojos  en un instante, sin dejar rastro. Muy impresionado relató lo ocurrido a sus superiores, quienes se resistían a creerlo. Insistió y rogó tanto que al fin se efectuó la procesión para la Catedral. Allí durante toda la noche se estuvo velando la imagen.
A las 4.20 minutos de la madrugada ocurrió el terremoto, a pesar de los grandes estragos que causó, no  había perecido ningún habitante. El Ayuntamiento de la época considero este hecho como un milagro y designó como abogada de los terremotos a la Virgen de las Mercedes.
La segunda versión
Relata Arístides Rojas (9) lo siguiente:
En los días que precedieron al gran temblor de Caracas del 21 de octubre de 1766, el padre Bello había escrito al Obispo, quien a la sazón hacía la visita pastoral de los valles de Aragua, que ordenase la traída de la Virgen de las Mercedes a la Catedral, pues abrigaba presentimientos de que algo debía suceder para el día de Santa Úrsula. Si el venerable anciano expuso al prelado las razones de sus presentimientos, es cosa que ignoramos, mas es lo cierto que el Obispo ordenó la visita de la Virgen de las Mercedes a la Catedral, donde fue recibida por grande concurrencia, como protectora de la ciudad, sin que nadie sospechara el objeto de aquella disposición...
Así que el presentimiento del padre Bello se cumplió, el desarrollo siguiente fue igual a la de la primera versión. Independientemente de cuál de las dos versiones haya sido la verdadera, lo que sí es cierto es que se predijo el terremoto.

Referencias bibliográficas
1.- Arístides Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de Caracas. Caracas, 1994p 38-39.
2.- Lucas Manzano. Caracas de mil y pico. La Pastora del Padre Olegario. Editorial Cultura. Caracas.1946. p 144-145.
3.-Enrique Bernardo Núñez. La ciudad de los techos rojos. Monte Avila Editores. 1988. P 141.
4.-Ermila Troconis. Caracas. Grijalbo. 1993. p 77.
6.- Arístides Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de Caracas. Caracas, 1994p -39.
7.-Padre Ernesto Otaduy. Iglesia de la antigua Caracas. Imprenta Municipal de Caracas.1974. p 103.
8.- Graciela Schael Martínez, Estampas Caraqueñas. Concejo Municipal del Diatrito Federal.1975. p 236.
9.- Arístides Rojas. Crónica de Caracas. La abogada de los terremotos. Fundarte. Alcaldía de Caracas. Caracas, 1994p 38-39

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