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miércoles, 29 de junio de 2011

EXISTENCIA Y COMUNICACION, PERDIDAS PARA EL CHAVISMO

-Alberto Rodríguez Barrera-
Existe un abismo radical entre el modo dogmático y el comunicativo, ya que quien afirma una “verdad” como generalmente válida para todos los hombres se pone con ello a favor de la falsedad; “Cada forma tiene que fracasar en el mundo, ninguna puede imponerse como la verdad sin más”. Jaspers tampoco pudo prescindir del concepto de una verdad objetiva, y se esfuerza por ella. Como si del chavismo tratara, habla de la carencia ordinaria de los hombres, incluso del positivamente malo que no quiere escuchar, rechaza razones, rompe la comunicación, disimulando constantemente y desconociendo la verdad.

En el pluralismo importa la empírea humana en general, eso es: la experiencia de todas las naciones y estados; la consideración de valores indispensables para mantener la paz y conservación humana: fe en los derechos básicos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana, en la igualdad de derechos, en un mejor nivel de vida dentro de una libertad mayor. Ello implica tolerancia y solidaridad, intrínsecas a la filosofía del pluralismo, que se extienden a los valores negativos (no intervención, no agresión) y a los valores positivos (respeto y mejoramiento de la vida de los pueblos). Existen medidas empíricamente reconocidas de la sociedad internacional. Estamos frente a grandes incertidumbres y peligros, errores basados en una ceguera, que requieren de urgentes correcciones para despejar el suelo pantanoso con evidencias.

Es un deber humano dar al hombre – a la colectividad- asomos de seguridad en las situaciones límite que se nos presentan, cosa que se reconoce de la filosofía: es una gran maestra infatigable de la humanidad, que no debe reservarse a especialistas o universidades y que debe salir al pueblo. El existencialista Jaspers creía que la filosofía era un proceso original central de la existencia humana, un acontecimiento auténtico para la búsqueda de la verdad en la totalidad del ser, que capta al hombre tocándolo más a fondo que a cualquier conocimiento científico. La razón y el entendimiento obtenidos en el pasado no ameritan el absurdo completamente inusitado que invade al presente.

La comunicación de hoy anhela esclarecimiento de la existencia. Jaspers decía que la “existencia es lo que nunca se vuelve objeto; es el origen, a partir del cual yo pienso y actúo, sobre el que hablo en secuencia de ideas que no son conocimiento de algo; existencia es lo que se refiere a sí mismo y en ello a su trascendencia”. Tal esclarecimiento de la existencia no se hace sólo por el saber. La existencia debe realizarse en una unión existencial y solidaria; nadie puede ser feliz solo; se necesita la unión de las almas a través de la comunicación. Se trata de una lucha amorosa de comunicación recíproca, del trato social.

A diferencia del chavismo, el hombre existencial está siempre en camino, no aferrándose a verdades, conceptos y sistemas dogmáticos, ya que está constantemente abierto y dispuesto a aprender, considerando todos los puntos de vista, siempre consciente de que no hay verdades definitivas. Tal relativismo implica que el hombre es una obra fragmentaria, llena de enigmas, al que sólo se le puede conocer por medio de símbolos o cifras. Según Jaspers la cifra más importante es el ser en el fracaso de las situaciones límites, como en la muerte, la tragedia culpable, en la lucha y el sufrimiento. Y cuando el hombre sólo lee símbolos enigmáticos, esas cifras nunca llegan a un final, llega a los límites de su potencia, de manera semejante en Heidegger y Sartre.

Jaspers es un precursor en el camino de la reflexión esencial de la humanidad, de regreso a la metafísica, la verdadera filosofía (según Kant), y su filosofía de la existencia continúa a Pascal, Kant, Kierkegaard y Nietzsche, pero habla no solamente de la realidad de este existir como subjetividad de un ser sí mismo, sino también del ser original trascendente que nos libre de la superstición. Son ideas y espacios que permanecen abiertos para ser llenados en la existencia, de contenido único y actual: “Son como una música que cautiva, pero deja posibilidad a toda libertad”; que entienden mitos, arte, poesía, y revela trascendencias, aprehendiendo lo que es superior, creadora de construcciones comprensibles.

Jaspers: “La verdad no es de una sola especie, no es una ni única. Tiene un sentido múltiple según el modo de la comunicación en que se presenta”. La verdad no se puede desligar de su comunicabilidad; no se encuentra en lo que ya se sabe sino en lo que surge y resulta; debe ser la autenticidad del punto de vista. Por ello, para la continuidad del existir, hay que desarrollar el arte de hablar más con otros...

Existe un abismo radical entre el modo dogmático y el comunicativo, ya que quien afirma una “verdad” como generalmente válida para todos los hombres se pone con ello a favor de la falsedad; “Cada forma tiene que fracasar en el mundo, ninguna puede imponerse como la verdad sin más”. Jaspers tampoco pudo prescindir del concepto de una verdad objetiva, y se esfuerza por ella. Como si del chavismo tratara, habla de la carencia ordinaria de los hombres, incluso del positivamente malo que no quiere escuchar, rechaza razones, rompe la comunicación, disimulando constantemente y desconociendo la verdad.

La filosofía de la existencia está llena de contradicciones e incongruencias, como la alabanza a lo alógico, que alcanza su meta en el rompimiento de la lógica del entendimiento. En toda filosofía verdadera hay contradicciones, pero –otra vez como el chavismo- cuando la alógica y las contradicciones son declaradas sistema, se llega al fin de toda orientación razonable del mundo. Porque muchas cosas serían mejor –si no dejan la vida en suspenso- apropiándonos de la inclinación al conocimiento de la verdad, esa sagrada y gran obligación para todos los hombres de colaborar en el trabajo solidario de la humanidad. Entre los hombres y la verdad existe una relación necesaria y esencial. El concepto de la verdad se vuelve nihilista cuando ubica esta relación a nivel secundario.


















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Alberto Rodríguez Barrera

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